Después de 13 años en el poder, el presidente de Bolivia, Evo Morales, renunció a su cargo después de que las fuerzas armadas solicitaran su dimisión; el gobierno de México le abrió las puertas como asilado político al considerar el acto como un golpe de estado.
El pasado 20 de octubre el ahora expresidente Evo Morales se postuló para su tercera reelección. En medio de denuncias de fraude, el tribunal electoral suspendió el conteo rápido, cuya tendencia indicaba que habría segunda vuelta para otorgar la victoria a Morales; una vez declarado vencedor, el exmandatario denunció que se organizaba un golpe de estado en su contra y pidió a sus simpatizantes defender su gobierno, mientras que la oposición convocó a los inconformes a manifestarse.
A solicitud de Morales, la Organización de Estados Americanos auditó el proceso electoral y concluyó que es improbable estadísticamente que el ahora expresidente haya ganado la contienda, y aseguró que el proceso no fue íntegro, pues hubo una clara manipulación del sistema que afectaría la democracia. A consecuencia del informe de la OEA, Morales anunció nuevas elecciones generales y la renovación del Tribunal Supremo Electoral, sin precisar fecha.
Ante esta situación, el analista político e internacional Gabriel Guerra, explica que lo ocurrido en Bolivia fue consecuencia del mal actuar de Evo Morales al quererse imponer por la fuerza, y de la manera en que ocurrió, porque su ligera ventaja en el conteo rápido no iba a evitar la segunda vuelta, y la treta de que se fue la luz y cuando regresó Morales ya tenía una amplia ventaja es un atentado contra la democracia.
Como consecuencia del presunto fraude electoral, la gente salió a las calles a protestar. El pasado domingo, a través de un video, el jefe del ejército, William Kaliman, rodeado por militares, invitó Evo Morales renunciar al cargo de presidente, para así lograr la pacificación del país.
Gabriel Guerra cataloga los hechos como un golpe de estado, porque el jefe militar citó artículos del código castrense. Además, en una república como lo es la boliviana, las fuerzas armadas no son un contrapeso o una parte de los poderes de la unión, y quien opine lo contrarío es porque no conoce ni el contexto de lo que ocurrió en Bolivia ni la historia de América Latina, destacó el politólogo.
Guerra asegura que el conflicto boliviano es muy diferente al que ocurre en Chile, primero porque en Chile las personas que salieron a las calles lo hicieron, todas, para protestar contra el presidente, mientras que en las calles de Bolivia, hay unas personas a favor y otras contra Morales, principalmente porque el exmandatario aún tiene a su favor 45% del electorado.
Según Guerra, tampoco se puede comparar este conflicto con el de Venezuela, porque Morales sí decidió irse y Maduro no. Además, el desarrollo económico boliviano es muy distinto al venezolano, pues durante la presidencia de Evo Morales, el PIB de Bolivia creció un poco más de 100%, se redujo la pobreza extrema a la mitad, disminuyó el analfabetismo en 35% y deja una economía interna estable, mientras que Nicolás Maduro tiene sumido a Venezuela en la pobreza.
Ante el actuar de las fuerzas armadas bolivianas, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, dijo en conferencia de prensa que México daría asilo político al exmandatario si lo solicitaba. Horas después, el canciller mexicano aseguró que Evo Morales llegaría a nuestro país hoy.
Ante la noticia, hubo distintos posicionamientos. Marko Cortés, dirigente del Partido Acción Nacional, publicó en su cuenta de Twitter que Acción Nacional rechaza la decisión del gobierno mexicano de dar asilo político a quien violentó la voluntad popular para intentar perpetuarse en el poder, mientras que militantes de izquierda aprobaron la decisión del gobierno mexicano de asilar a Morales.
Esta mañana, el secretario Macelo Ebrard, recibió al exmandatario boliviano alrededor de las 11 de la mañana, en el Hangar Presidencial del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
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