La CNDH tiene la facultad de iniciar juicios de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Los morenistas han elegido a una compañera de partido para que se haga cargo de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Con esta elección se rompe la tradición de que quien encabece este organismo sea apartidista. También es una psicóloga y especialista en pedagogía, lo cual en mi opinión no la inhabilita para el cargo, aunque la tradición también ha sido favorable a los abogados.
Sin embargo, los derechos humanos son de todos y para todos, por lo cual no ser un jurista no impide asumir la defensa de los derechos humanos, además de contar con un equipo que puede apoyarla cuando se trate de elaborar documentos de naturaliza jurídica que en ocasiones emite la Comisión. Sin embargo, el hecho de que Rosario Piedra Ibarra sea miembro de Morena y haya buscado una diputación con el apoyo del PES y del PT, muestran claramente su tendencia política y su vinculación con quienes hoy se hacen cargo del gobierno federal, y aunque ella ha declarado que eso no le impedirá hacer los señalamientos correspondientes cuando se violen los derechos humanos por parte de la actual administración, se trata de un buen propósito, pero nada garantiza que se cumplirá.
Es evidente que existe un conflicto de intereses y una presunción de parcialidad que debió haber sido tomada en cuenta por los senadores en el momento de emitir su voto por una compañera de partido. Los organismos públicos autónomos, como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, fueron producto de una demanda de la sociedad civil, de la cual formó parte la madre de la ahora presidente electa de la CNDH, para evitar que dicho organismo operara como juez y parte en el análisis de los temas que le corresponde investigar y emitir las correspondientes recomendaciones. Ahora, con la nueva designación, resulta evidente que independientemente de la labor que haya realizado en el Comité Eureka, Rosario Piedra Ibarra no generará la confianza de que tendrá una actuación equilibrada e independiente.
Adicionalmente, como es costumbre, ella irá formando un equipo que la acompañe que seguramente también será simpatizante, si no es que militante de Morena y partidario del presidente Andrés Manuel López Obrador. El primer mandatario ya se ha mostrado contento de que su compañera haya sido designada para el puesto, después de haber sido un crítico de la Comisión Nacional. Con esta designación queda claro que ya no necesitará hacer reformas o desaparecer a este organismo autónomo, pues ya no le resultará molesto.
Por otra parte, la CNDH tiene la facultad de iniciar juicios de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a fin de impugnar leyes o tratados violatorios de los derechos humanos. Este es un aspecto muy delicado, pues eso conduce a la confrontación con el principal promotor de Leyes, el presidente, en un momento donde se han aprobado por parte de sus compañeros legislaciones que prácticamente dejan en indefensión jurídica a quienes por sospecha de delitos fiscales, podrán ser encarcelados y despojados de sus bienes, sin que para ello prive sentencia judicial. ¿Estará dispuesta la morenista a contravenir disposiciones como esa? Lo veo difícil.
La sociedad civil clamó por la autonomía de las fiscalías, a fin de evitar los “fiscales carnales”, y aunque teóricamente se busca esto, en la realidad no se ha consolidado este propósito. Ahora el presidente y su equipo, incluidos los legisladores, tendrán una “ombudsperson” carnal, que tendría que remontar afinidades, simpatías, amistades y compromisos partidistas para poder cumplir su misión. ¿Es imposible? Ciertamente que no, pero sí muy difícil. Los humanos tenemos apegos que resulta difícil romper. ¿Hasta qué punto existirá una codependencia entre Rosario Piedra Ibarra y el presidente o sus amigos morenistas? El tiempo lo dirá, pero por lo pronto, existe una ilegitimidad moral, aunque sea legal, en el nombramiento.
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