Claudia Sheinbaum hizo un anuncio sorprendente en su mañanera: Pemex (o más bien el Gobierno) pagará su deuda para marzo del presente año. Ésta es una nota sorprendente que, sin embargo, me costó trabajo localizar por internet, y cuando la encontré, es escueta y confusa. Se habla de una parte de la misma, pagar todo suena a fantasía.
Pemex tiene una deuda de 402 mil millones de pesos a sus proveedores, y una deuda financiera de 360 mil millones de pesos. Sería difícil calcular cuántos barriles de petróleo, según el precio del día, serían necesarios para extinguir una deuda que más bien es un barril sin fondo.
Que la empresa petrolera mexicana pueda saldar esta deuda parece un sueño guajiro, pues a pesar de los pagos que ya se han realizado en el pasado, lejos de que la deuda disminuya, siempre crece más. Y estas cifras se dice que corresponden a la deuda facturada por proveedores, aunque también se habla de bienes y servicios ya entregados pero que aún no se han facturado.
Como es bien sabido, el petróleo mexicano no es de la mejor calidad y no alcanza los precios más altos. En el pasado se han dado apoyos por 2 mil billones de pesos que no han servido para salir adelante, pero a pesar de todo, el monto de la deuda sigue igual que en el pasado reciente. Y quizá esto se explique porque las metas de producción que se han planteado no se alcanzan, con lo que la ineficiencia en la combinación de la producción de sus combustible no sirve para salir adelante, particularmente porque se está produciendo combustóleo cuyo costo de producción es más alto que el precio de venta.
Este es uno de los casos de las deudas gubernamentales, porque independientemente de que las genere Pemex, quien termina pagando es el propio gobierno, por lo que son recursos que no se destinan a la función gubernamental, lo cual ha provocado la reducción del presupuesto en educación, salud y el INE, entre otros, bajo el rubro de la austeridad.
Otro caso parecido que ha salido a la luz en los últimos días, son las deudas que se tienen con la industria farmacéutica como consecuencia de haber generado el “mejor servicio de salud del mundo”, superando al de Dinamarca, según López Obrador, como consecuencia del fracaso del Insabi y sus diversos intentos de asegurar el abasto de medicinas, problema que subsiste hasta la actualidad y que también Claudia Sheinbaum ha ofrecido resolver.
Estas deudas que suman los miles de millones de pesos, inalcanzables en su cuantificación para el común de los mortales, no impiden, sin embargo, el incremento de los montos destinados a los programas sociales que no resuelven los problemas de quienes reciben los subsidios, aunque si ayudan en la estrategia de proyectar una imagen benévola que supere a aquella del Ogro Filantrópico a que se refirió Octavio Paz.
Todos estos elementos no parecen concordar con el Plan México que ha sido aplaudido incluso por algunos críticos del gobierno anterior y que ayudará, sin duda, al optimismo de algunos y a la mejora de la imagen presidencial aunque se incremente el déficit gubernamental y poco a poco nos acerquemos a un precipicio y a una crisis económica nacional, como las del pasado.
Pero, soñar no cuesta nada.
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