¿Flor de un día? No, Navidad es para siempre

Para efectos prácticos, indebidos, Navidad es como flor de un día. Se espera, se festeja (debe ser celebra, pero en general, no), se felicita, se regala, se come bien y… se olvida hasta el siguiente diciembre. No puede ser, no debe de ser. Pero así se ha ido festejando. En cambio, los siguientes días de diciembre y principios de enero, y en especial el treinta y uno y el primero, se festeja y creo en que en mucho se celebra el año que inicia.

La gente dice “feliz Navidad” en referencia a UN día, el 25 de diciembre con su noche anterior, y no va, en general, más lejos; para la mayoría el 26 de diciembre Navidad ya pasó, quedó atrás. La diferencia de trato, de concepción y de acción respecto a la Navidad y al Año Nuevo debe ser motivo de reflexión cristiana y de tomar actitudes diferentes, en cuanto a que Navidad (incluye la Noche Buena) no es de un día, sino la celebración de un acontecimiento que cambió, para bien, la historia del mundo, que inició la vida humana de Jesús de Nazaret, quien vivió treinta años bajo la autoridad de San José y de su madre María, que predicó tres años, murió y resucitó conforme a la escritura.

El error es aislar (considero que en mucho inconscientemente) la Navidad de la vida de Jesús, en el mundo y en el cielo. No, no es una evento aislado, en el principio de algo, que el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.

Sin duda que la presión mercantilista de esas fechas navideñas y los grandes esfuerzos de los enemigos de Jesús para descristianizar la fecha tienen gran éxito, y la época navideña pierde su sentido, festejando la fecha sin el motivo de la misma, que nace Jesús. Se hacen regalos, se saluda, se abraza y se hacen muchos deseos de bienestar y de una felicidad mundana, y eso se refleja hasta en episodios de cine y de televisión que ignoran completamente que Navidad es nacimiento. Lo bueno es que para los cristianos de corazón, las felicitaciones navideñas sí incluyen al Niño Dios y los deseos de que nos dé su paz, amor y bendiciones.

Y vayamos a los personajes. El gran ganador de la temporada es el imaginario Santa Clos, que prevalece en anuncios, mensajes y figuras de adorno y hasta en personificaciones en tiendas, centros comerciales y en fiestas. El color rojo predomina como el color de Santo Clos. Y en segundo lugar aparece el personaje verde Grinch, que ha ido tomando más y más presencia. ¿Y la verdadera persona que nace, Jesús? Apenas recordado en un lejano tercer lugar. Es el mundo al revés, inaceptable pero lamentablemente real. Y eso lo debemos cambiar los cristianos, cada nueva Navidad, los que sí tenemos bien presente lo que es la Natividad de Jesús en Belén.

La descristianización de la Navidad se ve también en adornos de la temporada, con una prevalencia del frío nórdico, la nieve, los personajes relacionados con Santo Clos, algo que curiosamente no dice nada, pero nada a los habitantes del hemisferio Sur, que están en pleno verano.

No está mal que con motivo del cambio de año, que es una convención para medir el tiempo, queramos lo mejor para la familia, los amigos y hasta a desconocidos, que deseemos lo mejor para nuestro país, y para el mundo entero, que sea un año de felicidad, de paz, y todo lo demás que se incluye en las felicitaciones, esas que se dan tanto de corazón como por simple convención.

Desear feliz año nuevo debe ser precedido del deseo que la Navidad sea una celebración que nos haga pensar y hablar como el recordar la vida de Jesús, y que los deseos de paz, amor, salud y más sean no por esas fechas navideñas sino para toda la vida, como favores de Dios. Deseos y peticiones al Señor para que la presencia de Dios hombre sea de bendiciones para siempre a todos los nuestros y hasta para el mundo entero.

La mentalidad de festejar Navidad por unas horas al año debe ser de celebrarla cambiada para todo el año, y renovar la celebración del nacimiento de Jesús las siguientes navidades, y recordar este acontecimiento siempre, así como debemos de tener en mente todo el tiempo la Resurrección, cuando el Hijo del Hombre venció a la muerte.

No está mal decir “feliz Navidad” pero no para una noche y un día de bienestar, sino con el espíritu de que es un deseo de por vida para quienes lo reciben de nosotros, convencidos de que el nacimiento que celebramos (que es más que festejar) es la clave para que gocemos de la cristiandad, como la herencia de Jesús, prometida por los profetas y vivida por Él. No es para que se pase una noche y día siguiente festejando por festejar. Hay que insistir, Navidad es para siempre, para todo el año y todos los años, y así debemos sentirla y vivirla. La iglesia así lo enseña y nos lo predica y recuerda cada año. Venzamos la descristianización de la Navidad con nuestras propias acciones, celebraciones y sobre todo oraciones en los años que vienen.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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