El regreso de Trump

Después de haber ganado las elecciones del pasado 5 de noviembre, Donald Trump se prepara para jurar su cargo e iniciar un segundo período presidencial el próximo lunes 20 de enero.

Analistas que conocen a fondo la política norteamericana se muestran de acuerdo al afirmar que Trump regresa con mucho más poder que el que tenía en los mejores momentos de su primer período.

Y es que, aparte de la legitimidad que le confiere haber ganado el voto popular, Trump no tendrá que preocuparse por conseguir una reelección que la Constitución le prohíbe.

Este factor –sumado al hecho de que controla tanto el Senado como la Cámara de Representantes- facilita que Trump muestre su verdadero rostro y que no tenga que fingir para ver si los electores lo reeligen en 2028.

Todo esto nos hacer ver cómo –ante el gran poder que Trump está acumulando- nos hallamos ante un cambio de época.

En un momento dado, si ese fuera el caso. Trump no sentiría ningún poder si –en un caso extremo- enviase a sus marines a derrocar a un dictador marxista o pronunciase las más encendidas declaraciones.

En estos momentos Trump nada tiene que perder y eso lo hace invencible.

Esto debería encender las alarmas en aquellos regímenes que –ante la ineptitud de un Obama y de un Biden- no se preocuparon ni por la democracia ni por respetar los derechos humanos violado por las dictaduras de izquierda.

Aparte de que –ya sin temores ni respetos humanos- Trump retirará todo tipo de financiación a la multinacional abortista “Planet Parenthood”; aparte de eso muy pronto habrán de verse los efectos de lo que ya se conoce como “Nueva Era Trump”

Trump designó como secretario de estado a Marco Rubio, un hispano de origen cubano fuertemente comprometido con la democracia.

Por vínculos familiares, Marco Rubio sabe muy bien lo que es la dictadura castro comunista que desde hace más de sesenta y cinco años aterroriza a Cuba.

Y no solamente Cuba sino otras dictaduras como la de Maduro en Venezuela o la de la pareja siniestra en Nicaragua deben ponerse a temblar.

Desde luego que –no en la medida de las dos dictaduras arriba citadas- también otros regímenes de izquierda deben temblar como son los casos de Gustavo Petro en Colombia, de Gabriel Boric en Chile o el de Luis Arce en Bolivia.

Todos ellos deberán pensarlo hasta tres veces en el momento de radicalizar sus posiciones populistas.

Con esto no afirmamos que el final de las dictaduras de Venezuela y Nicaragua sean cuestión de semanas pro todo parece indicar que tienen sus días contados.

Como ya lo dijimos en otra ocasión, pudiera ocurrir que Trump –de acuerdo con Putin- cambiase Nicaragua por Ucrania lo cual, si el ruso acepta, le dejaría al norteamericano manos libres para liberar a la patria de Rubén Darío.

Y en el caso de Venezuela posiblemente se le dé una salida honorable al dictador Maduro para que reconozca su derrota en las elecciones del pasado 28 de julio, le entregue pacíficamente el poder al presidente electo Edmundo González Urrutia y aquel país hermano acabe recuperando la libertad perdida.

La salida honorable –ya lo hemos dicho- consistiría, al igual que se hace con un secuestrador, en darle dinero a Maduro para que suelte a su presa y se largue liberando a Venezuela.

Estamos en víspera de grandes acontecimientos que habrán de modificar de un modo drástico la geopolítica del continente americano.

Poco vivirán quienes no vean dichos cambios.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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