El conflicto entre Rusia y Ucrania ha escalado de manera alarmante en los últimos meses, generando una crisis humanitaria y tensiones geopolíticas en la región y a nivel global, y aunque los problemas iniciaron desde hace tiempo, en noviembre pasado se cumplieron más de mil días desde que la tensión explotó en un conflicto armado.
Rusia y Ucrania en los ojos del mundo
Este enfrentamiento ha estado marcado por períodos de relativa calma interrumpidos por violentos episodios. Según cifras oficiales confirmadas por la BBC, el número de soldados rusos muertos se estima en cerca de 50 mil; mientras que de fuerzas ucranianas, se estima que alrededor de 43 mil han perdido la vida en combate.
Sin embargo, José Joel Peña Llanes, doctor en Derecho Internacional Público y profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explicó que, luego de que hace algunas semanas, Joe Biden, presidente de Estados Unidos, autorizará a Ucrania a usar misiles de largo alcance, la guerra “alcanzó un nuevo nivel de complejidad”.
De acuerdo con información oficial, los cohetes que EUA autorizó a Ucrania para usar, pueden alcanzar objetivos que se ubican a más de 300 kilómetros. Ucrania lanzó de seis a ocho cohetes, atacando bases militares de Rusia. Y aunque el país liderado por Putin afirmó que los cohetes fueron derribados, se registraron incendios en la zona.
Por su parte, Vladimir Putin, sin precedentes en la guerra entre ambas naciones, respondió rápidamente el ataque, usando un nuevo misil supersónico en contra de Ucrania y firmó una nueva doctrina nuclear que indica que pueden usar su arsenal atómico contra países que no tengan armas nucleares, pero que tengan el apoyo de otro país.
Rusia amenazó con responder proporcionalmente los ataques de Ucrania; sin embargo, el experto de la UNAM señaló que considera “poco probable este último escenario, debido a las consecuencias catastróficas que implicaría tanto para Rusia como para el resto del mundo”, pues la comunidad mundial tiene sus ojos en el conflicto.
Tras esos hechos, recientemente, el presidente de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Mark Rutte, afirmó que la prioridad es brindar a Ucrania armas y recursos para hacer frente a Rusia. “Si discutimos ahora entre nosotros cómo podría verse un acuerdo, le estaremos facilitando las cosas a Rusia”, indicó.
Civiles, quienes pagan los platos rotos del conflicto
Por su parte, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) informó que en Ucrania, a diario, dos niños mueren o resultan heridos por la guerra y se estima que, desde el inicio del conflicto en febrero de 2022, al menos dos mil 406 niños y niñas han muerto o resultado heridos, causando una crisis humanitaria muy grave.
“Cada vez hay más niñas y niños atrapados directamente en el conflicto. La ONU verificó más víctimas infantiles durante los nueve primeros meses de 2024 que nosotros durante todo 2023”, explicó el organismo y agregó que casi 3.6 millones de personas están desplazadas dentro de Ucrania y 6.7 millones son refugiados.
El Fondo detalló que “las niñas y los niños pasan hasta seis horas al día refugiados en sótanos y otros espacios húmedos y oscuros, bajo el estruendo de las sirenas antiaéreas, temiendo por sus vidas” y agregó que en los últimos mil días, mil 500 instituciones educativas y más de 660 edificios sanitarios han sido dañados o destruidos.
Además, Unicef alertó que con la llegada del invierno, la situación es peor, pues los infantes están expuestos ataques y temperaturas bajo cero, en un contexto donde los ataques a infraestructuras energéticas se han multiplicado, dejando a miles sin electricidad, calefacción, y hasta agua para enfrentar un invierno despiadado.
Finalmente, Unicef destacó que “el impacto de la guerra está teniendo un terrible efecto en la salud mental de los niños y las niñas, y les está robando su infancia” y compartió que un tercio de los padres informaron de que sus hijos mostraban signos de angustia mental, lo que es lamentable, pues cada día, más y más niños sufren.
El conflicto entre Rusia y Ucrania sigue siendo una crisis de alta complejidad con consecuencias globales, y la comunidad internacional enfrenta el reto de balancear sanciones y medidas disuasorias con iniciativas de diálogo y diplomacia. Las recientes escaladas subrayan la urgencia de encontrar soluciones sostenibles que detengan la violencia y eviten una crisis humanitaria aún mayor.
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