Desde hace mucho tiempo, el partido mayoritario en México es el abstencionismo, incluso este abandono de las urnas creció ligeramente en la reciente elección presidencial de nuestro país. Por supuesto que entre estos abstencionistas hay un buen número de mexicanos conocidos como independientes, porque no se identifican con ningún partido político o no les atraen sus candidatos.
En el mercado electoral hay varios segmentos poblacionales, pero sin duda, uno de los retos de los candidatos a puestos de elección popular, es poder atraer a ese segmento de ciudadanos llamados “independientes”, los ciudadanos sin partido, que cuando se movilizan producen grandes cambios.
Hay al menos tres elementos que se tienen que considerar para obtener el apoyo de este grupo:
Uno. Para mover a los independientes hay que conmoverlos. Es la comunicación humana la que se transmite a través de emociones, no sólo de argumentos, mensajes dirigidos al corazón, más que a la razón. El reto está en generar una enorme empatía, en donde la comunicación se hace profunda con el electorado, y esto se produce cuando el candidato, no posa, ni aspira a parecer, sino que simplemente es el mismo, es auténtico. Aunque es un elemento complejo porque tiene que ver con los recursos internos de los candidatos, las emociones más profundas y habilidades de persuasión, hasta alcanzar una gran conexión entre la cabeza y sus emociones; es decir ejecuta una comunicación más humana, asertiva y original.
Muchos candidatos están sobre asesorados y quieren ser otros o parecerse a otros, que imaginan mejores o más hábiles. Lo que provoca que su comunicación se distorsione. La gente puede no tener amplios conocimientos, pero no es tonta, nota cuando alguien pretende ser algo que no es.
Dos. Para mover a los independientes, el candidato tiene que mostrarse independiente del status y desafiar a los viejos paradigmas. En los estudios de focus group, hemos encontrado hallazgos muy interesantes, de cómo los mexicanos quieren un líder que sea fuerte e independiente. Incluso llegan a decepcionarse de personas que apoyan en un principio por sus atributos, pero en cuanto lo perciben débil por no sacudirse la influencia de otro, lo abandonan.
Esto es muy claro cuando se analiza, por ejemplo, la personalidad de Marcelo Ebrard, que cuenta con atributos para proyectar una gran imagen, sin embargo el público suele ver como negativo que no se atreva a superar con fuerza a un poder superior, se le percibe con temor al momento de tomar grandes y arriesgadas decisiones.
Resulta paradójico que los candidatos quieran conquistar a los independientes, pero muestren el temor a independizarse de otras figuras de autoridad, la gente siempre sospecha y ve cómo negativo que haya alguien más, una “mano que mece la cuna”. Lo que le quita liderazgo y fuerza a un candidato o a una autoridad, es que se le perciba como dependiente.
Si el elector nota que su candidato es rehén de un miedo, simplemente lo abandona o se vuelve indiferente.
Tres. Los independientes no creen en los políticos, pero si en los líderes aspiracionales.
Los electores saben que muchas promesas no se cumplirán, entienden que los slogans o lo que leen en los espectaculares no es verdad. Pero la paradoja es que les gustaría creer que hay un camino o una solución. Cuando un candidato describe su causa y su historia, cómo una forma cercana a la vida de los ciudadanos, se convierte en una figura aspiracional, alguien a quien seguir, algo en que creer. Un líder político no hace todo el trabajo, sólo inspira a las sociedades.
Pero esto es lo más difícil de alcanzar, hoy muchos políticos se concentran en la imagen, el slogan, el espectacular, pero muy poco o nada en su empaque personal, que es finalmente lo que los electores ven. Si no crees en lo que dices, se nota; si no vives lo que dices se pone mucho peor.
Por eso la crisis de nuestra era es de liderazgos auténticos en la política y el mundo empresarial. Mucha cabeza y poco corazón, o mucho corazón y poca cabeza, pues en esos extremos no se inspira a nadie, ni se marca un rumbo.
Porque en el fondo los independientes no quieren a un experto o experta, quieren a un ser humano cercano que saque lo mejor de nosotros, y no alguien que sólo se acomode a las circunstancias.
Por supuesto que esto es más urgente para los personajes que juegan desde la oposición, que los que están dentro de un gobierno, pues estos últimos cuentan con recursos poderosos para obtener el apoyo con recursos públicos.
“El pesimista ve la dificultad en cada oportunidad. El optimista ve la oportunidad en cada dificultad”. -Winston Churchill
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