San Juan Diego, el puente entre 2 grandes mundos

A días de que México celebrara a la Virgen de Guadalupe, es vital recordar que en diciembre también se conmemora a San Juan Diego, el humilde indígena que jugó un papel fundamental en las apariciones guadalupanas de 1531, y que sigue llenando a México y al mundo con su profunda influencia espiritual y cultural. 

La figura de San Juan Diego trasciende su tiempo y contexto, simbolizando la fe y la unión entre dos mundos, el indígena y el español, en un momento tan crítico de la historia, como el que se vivía en 1531, sólo 10 años después de que la ciudad de México Tenochtitlán, fuera tomada por Hernán Cortes con ayuda de otros pueblos.

La conquista, ocurrida en 1521, trajo consigo una serie de cambios profundos que transformaron el paisaje cultural y social de México. Se introdujeron nuevos conocimientos y técnicas en materia de agricultura, educación, economía, desarrollo, salud, entre muchas otras y México fue la cuna de una sociedad profundamente diversa. 

La evangelización que vino con los españoles abrió las puertas al acceso a la educación formal para los pueblos indígenas, ya que tuvieron la oportunidad de estudiar en escuelas como el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco donde se les enseñó latín, español y ciencias, lo que contribuyó al enriquecimiento de ambas culturas.

Juan Diego, cuyo nombre indígena era Cuauhtlatoatzin (“el que habla como águila”), nació en 1474 en Cuautitlán, lo que hoy es Estado de México, creció rodeado de tradiciones nahuas, y su vida dio un giro con la llegada de los españoles en 1519. Años más tarde se trasladó de Cuautitlán a Tulpetlac, también ubicado a las afueras de la capital. 

Juan Diego adoptó el catolicismo con gran fervor, y hasta fue bautizado por fray Toribio de Benavente. Fue hasta que el indígena tenía 57 años, en 1531, cuando las Apariciones Guadalupanas suceden, cuando su vida y la historia de todo un país quedarían marcadas, fusionadas por el inmenso amor a la Virgen de Guadalupe. 

Apariciones guadalupanas

Las cinco Apariciones Guadalupanas sucedieron del nueve al 12 de diciembre de 1531; según el Nican Mopohua, la primera ocurrió cuando Juan Diego caminaba hacia Tlatelolco para asistir a misa y la Virgen se le apareció en el cerro del Tepeyac para pedirle que hablara con fray Juan de Zumárraga y le solicitara la construcción de un templo en su honor. 

Luego de que el obispo no le creyera a Juan Diego y le pidiera pruebas, la Virgen tuvo una segunda aparición el mismo 9 de diciembre, donde el indígena le contó lo ocurrido a la Santísima Guadalupe, ella le pidió que insistiera y volviera a hablar con el obispo al día siguiente, cuando una vez más Zumárraga pidió una señal milagrosa. 

En su tercera aparición, la Virgen de Guadalupe le pidió a Juan Diego que volviera al día siguiente a ese lugar, pues le daría la prueba milagrosa para fray Juan de Zumárraga; sin embargo, al día siguiente, 11 de diciembre, el indígena no aparición, pues su tío Juan Bernardino había estado gravemente enfermo y él lo estaba cuidando. 

El 12 de diciembre, el indígena se dirigía a buscar un sacerdote que le diera los últimos sacramentos a su tío y mientras caminaba por otro sendero para evitar encontrarse a la Virgen, ella tuvo una cuarta aparición, y le aseguró a Juan Diego que su tío ya había sido sanado y le pidió recoger rosas en su tilma, como la señal solicitada. 

Juan Diego recogió las rosas y al llegar con fray Juan de Zumárraga, las dejó caer, revelándose en su tilma, la imagen de la santísima Virgen de Guadalupe; por otro lado, su quinta aparición fue en Tulpetlac, al tío Bernardino, donde lo sanó, como su primer milagro y le reveló que quería que se le conociera como la Virgen de Guadalupe. 

Juan Diego, eje del milagro Guadalupano 

San Juan Diego es un modelo de humildad y fe, y su historia demuestra que, independientemente del origen social o cultural, la espiritualidad puede surgir de las personas más sencillas. Su disposición a servir como mensajero de la Virgen refleja un compromiso profundo, y fue la prueba de que indígenas y españoles eran cobijados por Dios. 

Su papel como intermediario ayudó a que la evangelización en México fuera aceptada, integrando elementos de ambas culturas y creando una religión profundamente arraigada en la identidad mexicana, siendo eje del país y que hasta el día de hoy permea en la sociedad, siendo capaz de mover a miles de millones de feligreses. 

A días de haberse celebrado el Día de la Virgen de Guadalupe, y aunque San Juan Diego, falleció hace miles de años, vuelve a aparecer y reencarnar en los 12 millones de peregrinos que visitaron a la Madre de México en la Basílica, quienes llenos de fervor y desde todas partes de México, con distintas culturas y lenguas visitan su casa. 

San Juan Diego es recordado cada 09 de diciembre por su papel en un momento de transformación histórica, marcado por la llegada de nuevas ideas, conocimientos y creencias, y su vida, dedicada al amor y devoción a la Virgen de Guadalupe, consolidó una espiritualidad profundamente arraigada en la cultura mexicana. 

¿Qué momento de las Apariciones Guadalupanas te parece más interesante o asombroso?

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