Es que los ciudadanos subestimamos el poder de la palabra impresa. Los delincuentes van a encontrar en el libro de AMLO la motivación para dejar sus ganancias y los actos violentos y vivir una vida de ¡economía y moral!
Esta ñora tuvo reunión de vecinos, no de su edificio sino de la colonia. Fue convocada por algún funcionario del gobierno del exDF en el que esta ñora habita. No es la primera vez que va, así que a uno que otro vecino los ubica muy bien. Lo que la ñora descubrió en esta ocasión fue por una parte la falta de capacidad para resumir lo que alguien quiere decir. Algunos eran capaces de repetir cinco o seis veces lo mismo e incluso lo mismo que el anterior participante había dicho. Queda claro que somos vecinos y que sufrimos de problemas similares, pero si ya uno o dos lo habían mencionado no había necesidad, pensó esta ñora. Pero a la gente le gusta oírse a sí misma y no a los demás, parece ser.
Curiosamente, muchos de los que tomaron la palabra en la larguísima reunión hablaban de hechos delictivos. Uno de los mandos policiales que estaba ahí se asombró, sí de manera genuina, y explicó que la colonia a diferencia de otras nunca era mencionada en sus reuniones y no era un foco rojo porque ellos se guían con las denuncias, y los vecinos de esta ñora básicamente no denuncian.
Es cierto que estamos en desventaja frente a la inseguridad, pero lo poco que podemos hacer para tener alguna esperanza de que aumente la vigilancia en la zona, no todos lo hacen. Es decir, acá estos vecinos son buenísimos para la queja, de hecho, un señor se cambió de lugar para hablar dos veces, pero lentos para tomar acciones y más si nos cuestan trabajo e implican lidiar con la burocracia.
La ñora sospecha que el nunca-daré-un-pésame-a-los-caídos-en-el-cumplimiento-de-su-deber ha pasado mucho tiempo en esta colonia porque sufre de esos dos males específicos. El primero: ha hecho de ese afán de oírse a sí mismo la única tarea de gobierno. Cada mañana de cada día de la semana usa casi dos horas en hablar, y luego va a diferentes lugares a seguir hablando. Y, el segundo mal: lo hace igual que los vecinos quejándose de los demás o de las autoridades o de Calderón o del clima. Pero es incapaz de tomar una acción ni medianamente efectiva para cambiar las posibilidades de que la delincuencia siga ganando terreno.
Ah, perdón, la ñora se disculpa, luego de dos días de matanzas a militares y policías en Guerrero y en Michoacán, y las que falten por ocurrir en lo que esta columna ve la luz, ha anunciado que a fines de octubre acaba su libro de La economía moral para que esté a disposición de todos el 1º. de diciembre que cumplirá un año de haber jurado cumplir y hacer cumplir una constitución que se ha pasado por el arco del triunfo un día sí y el otro también.
Esta ñora todavía no da crédito a lo que escuchó porque en menos de un minuto el-protejo-a-Bonilla-por-encima-de-todas-las-leyes-y-la-decencia sí pasó de comentar sobre las matanzas, a decir que tenía confianza y optimismo a hablar de su libro. Esta ñora hizo un esfuerzo supremo para entender la maravilla de un libro más –no sabemos si cobrará regalías para irlas guardando para su retiro– y sobre economía y moral. Obviamente, es justo la estrategia que se necesita para combatir al crimen organizado. ¡Nadie lo había pensado!
¡Lo que los regaños de las mamás y los abuelos no lograron lo va a lograr el libro! Es que los ciudadanos subestimamos el poder de la palabra impresa. Los delincuentes van a encontrar ahí la motivación para dejar sus ganancias y los actos violentos y vivir una vida de ¡economía y moral!
Y subrayemos lo económico de no tener que gastar en pagar sueldos a policías, soldados, guardia nacional o cualquier nombre que se dé a lo que los fifís conservadores usaban para combatir a los delincuentes. Los ahorros en gasolina, autos, patrullas, camionetas, armamento, chalecos antibalas y ni se diga en gastos médicos y funerarios. Aunque la ñora sí admite que está un poco confundida, porque el día anterior al anuncio del libro se dijo que aumentaría el gasto en seguridad para 2020. Ligera contradicción que seguro la ñora entenderá cuando lea el mágico libro.
La economía moral, la ñora supone, también incluirá la explicación de la singular forma en la que el gobierno del ya-no-me-detengan-la-camioneta-con-sus-peticiones-ni-que-fuera-santa-clós tiene de medir el tiempo, porque ni Einstein entiende como la seguridad nacional y feliz que iba imperar a partir del 2 de diciembre de 2018, luego en abril de 19 se tuvo que anunciar para octubre y ahora hay que esperar 30 meses más… Debe ser una manera moral de economizar las promesas de la seguridad.
La ñora esperará con ansias el libro, además de para tener algo que leer en la siguiente junta vecinal, para entender todo, porque por lo pronto, a la ñora no se quita de la cabeza la horrible inquietud de que los pactos con el crimen organizado son más fuertes que cualquier otra cosa.
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