La objetividad en la economía

El estruendo de las malas noticias suele ser tan ensordecedor que disminuye la capacidad de entender los signos positivos y eso a su vez incrementa la hostilidad en el ambiente, y puede llevar a no aprovechar las oportunidades. En el ámbito económico en especial con relación a nuestro comercio con China, en particular aguzado por la relección de Donald Trump y la campaña electoral en Canadá. Aunque la titular del Ejecutivo ha salido a tratar de calmar las aguas, ha sido más claro en sus declaraciones el secretario de Economía. Esto resulta alentador porque el panorama económico ya de por sí es complicado con una economía que se está desacelerando desde hace varios bimestres.

La acusación principal de Estados Unidos y de Canadá es que se ha abierto indiscriminadamente el comercio de México y que se triangula tramposamente con ciertos productos, en especial en el sector automotriz. Es necesario ver con objetividad estas acusaciones, pues resulta que los componentes chinos que se usan en el armado de autos, en México llegan al 7 por ciento mientras que en Estados Unidos son el 9 por ciento. Por otro lado, Marcelo Ebrard ha destacado que si ve el total de la inversión china directa en toda región, resulta que de 2016 a 2023 fue Estados Unidos el mayor porcentaje (68.1) acaparó, en segundo lugar queda Canadá con 31.5 por ciento y México llega a 0.4 por ciento; prácticamente nada. 

Estas cifras revelan una realidad que las autoridades mexicanas han manifestado la intención de modificar: el balance del intercambio comercial con China no es recíproco. Entra a México muchísima mercancía; pero nos compran muy poco. Es innegable que esta situación ha impactado más el mercado interno en ciertos sectores como el textil o el de calzado que lo ha afectado las balanzas con nuestros socios del Norte.

Por ello, es esperanzadora la respuesta de Marcelo Ebrard en lo que ha llamado Plan B. Pues por una parte comentó la necesidad de ver el comercio con China, y en general, con Asia como un asunto que atañe a toda la región. No se busca renunciar a la libertad de comerciar con otros países, (recuérdese que México tiene tratados de comercio con muchísimos países individuales y con regiones completas como la EU), sino al contrario de buscar políticas que favorezcan todavía más la integración regional. Esto se buscaría hacerlo sustituyendo importaciones chinas con producción en México en conjunto con empresas canadienses y estadounidenses, y hasta con europeas si fuera el caso para favorecer primero a nuestra zona comercial.

Este planteamiento puede resultar una oportunidad importante de desarrollo para pequeñas y medianas empresas nacionales de todos los sectores; pero en particular las que se ha señalado que han sido afectadas por el comercio desfavorable con Asia. Lo planteado abre opciones que van más a allá del anhelado nearshoring, pues permitiría que esas mercancías se fabricaran aquí, favoreciendo la creación de empleos y dando dinamismo a la economía analizando las condiciones de cada una de las regiones del país.

Estos anuncios tanto de la titular del Ejecutivo como las de Marcelo Ebrard no parecen ser sólo una respuesta al calor del momento político en Canadá o las primeras declaraciones de Donald Trump. Denotan la intención de modificar ciertas conductas permisivas del pasado, y dan cuenta que el gobierno actual sí tiene una valoración real del peso enorme que tiene el T-MEC para México. 

Pero no hay que perder de vista, que falta poco para que las tres naciones ya tengan a sus nuevos gobernantes (las elecciones en Canadá son en febrero) por lo que la estridencia de las palabras deberá ir quedando atrás para permitir que las acciones reales tengan lugar en un clima más certero. Esto es especialmente relevante en cuanto a las amenazas de Trump que son claras; pero no nuevas ni ajenas a lo que en especial Ebrard ya manejó. Por lo que se hacen votos de que sepan manejar la situación de manera adecuada, y algunas de las exigencias resultan también en beneficio de los mexicanos, en particular respecto al narcotráfico. 

A la vez, no se puede soslayar que en el ambiente de crispación política constante que vivimos en el país, es fácil desgarrarse las vestiduras y gritar que todo lo que hace el gobierno actual está mal y nos llevan irremediablemente al abismo (o a romper el TMEC en pedacitos diminutos); por eso, y aunque caiga mal a algunos, es importante reconocer lo que sí se hace bien, lo que se anuncia que resulta positivo y abonar a los planes que resulten en beneficio del bien común de los mexicanos. Esto no quiere decir renunciar a apuntar que la economía mexicana no florecerá si no crean las condiciones mínimas de seguridad, educación y certeza jurídica que animen a empresarios locales y extranjeros a invertir para crear empleos y crecimiento económico. Luchar por ver con objetividad el panorama es pues una necesidad imperiosa en medio de tanta estridencia.

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