Hay una ola de pensamiento que impulsa la idea de que toda persona puede obtener todos sus deseos y que además se conviertan en derechos reconocidos, y que evita siempre hablar de las responsabilidades; o los que afirman que todos los deseos individuales pueden ser satisfechos sin que haya consecuencias. Pues bien, estos planteamientos se sintonizan de manera natural con la narco cultura, donde el único valor es disfrutar y obtener el dinero, la troca y el sexo, aunque la muerte te alcance rápidamente, pues, de acuerdo con este “estilo de vida”, la vida humana no tiene ningún valor.
Este es el elemento más grave de la cultura dominante, porque se basa en creencias nocivas, que, al convertirse en conducta, indican que nunca habrá suficientes balas, ni policías que alcancen para frenar la ola de violencia que se ha desatado en México y que cada vez toma formas más despiadadas y crueles.
La narco cultura que se escucha en los corridos, o la “filosofía” de los delincuentes, trata de mostrar que es mejor vivir poco disfrutando como un rey, aunque tu vida se acabe pronto. Una creencia que rompe con cualquier idea de bien y trascendencia.
En la medida que esa creencia se instale en más y más mentes, las consecuencias serán devastadoras para todos, y vendrá el desplome de la civilización, porque no habrá ninguna estrategia de seguridad que funcione, cuando una creencia tan nociva vaya permeando en todos los distintos estratos sociales, tal como ya está ocurriendo en México.
El gobierno ha dicho durante los últimos años que no hay guerra contra el crimen, sino que se atienden a las causas. Pero no se ven por ningún lado los programas y acciones que vayan a dichas causas. Porque regalar dinero no es el mecanismo más eficaz para combatir la inseguridad y es muy probable que contribuya a su expansión entre algunos segmentos de la población.
Existen experiencias reales y exitosas para combatir la violencia criminal, y siempre hablan de un profundo trabajo en el alma de la sociedad, es decir en sus creencias y en su cultura. Leoluca Orlando, ex alcalde de Palermo, Italia, habla de que la cultura de la legalidad necesita más de la sociedad civil que de los cuerpos policiacos. Es decir, las sociedades requieren de un cambio de mentalidad para construir una cultura de la legalidad.
Leoluca hizo una formidable lucha como alcalde, en Palermo, contra la mafia de su región, y en su experiencia la cultura de la legalidad no requiere de contar con “muchos” policías, sino que los ciudadanos respeten la ley.
El ex alcalde italiano, nos habla de que la lucha contra los criminales necesita poner en marcha dos ruedas: la primer rueda, es la rueda de la legalidad, la rueda de las policías, la rueda del fiscal general, la rueda de la ley; la segunda rueda, es la rueda de la cultura, de la escuela, de la iglesia, de los empresarios. “Las dos ruedas deben rodar a la misma velocidad, en otro caso el carro no avanza hacia adelante”.
Necesitamos de ciudadanas y ciudadanos que tengan respeto a la ley, como forma para alcanzar una vida más tranquila y en paz. O avanzará la anti cultura de ganar ya a como de lugar, que tiene consecuencias contra los mismos delincuentes y sus familias. Los elementos de la cultura de la legalidad se forman en la escuela y en la familia; sin embargo, lo que hay ahora en el núcleo escolar son contenidos ideológicos que polarizan aún más a la sociedad, y se difunde la trampa de que los deseos son derechos, lo que están llevándonos a un enorme frustración y vacío existencial; donde una pandemia silenciosa avanza y es el aumento del suicidio en nuestros adolescentes y jóvenes.
Una estrategia de seguridad tiene que invertir también en la promoción de una cultura de la comunidad, la familia y el valor de la vida. Necesitamos más tecnología y menos ideología; más cultura y unión y menos polarización. Si no se incluye en la estrategia de seguridad a la sociedad, a las iglesias y a los empresarios, seguiremos esa espiral de decadencia en donde México se convierte en sinónimo de narco novelas, una imagen que no es real, pero que se está instalando en la percepción de la comunidad internacional.
De la conducta de cada uno depende el destino de todos.
– Alejandro Magno.
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