Cada vez más vemos cómo la festividad de la Natividad de Jesús de Nazaret ha ido dejando de serlo para transformarse, más bien degradarse a unos días de celebraciones para abrazar, felicitar, dar regalos y cantar sin referencia alguna, o casi alguna a que se trata de una festividad cristiana. Dicen “Merry Christmas” muchas veces sin el Christ. El colmo es que en español, en vez de desear Feliz Navidad, ya muchos dicen ¡Felices fiestas!
La época navideña en especial en los Estados Unidos se va manifestando en sus adornos, cantares, expresiones y reflexiones alejada de lo que debe ser, recordar el nacimiento de Jesús en Belén. Y esta costumbre que se ha impuesto se ve claramente en la forma que las personas, las familias, las comunidades, escuelas y los centros y tiendas comerciales se adornan con monitos de nieve, Santo Clos, renos, trineos, figuras de la nieve, estrellas de colores, flores nochebuena, osos blancos y ropas de color rojo, en referencia al tal Santo Clos. El color rojo se impone sin que tenga absolutamente nada que ver con la esencia navideña.
Ropas, disfraces, vajillas, carpetas caseras, y muchos más artículos domésticos, del hogar, se refieren al invierno y a objetos o temas completamente ajenos a la fiesta cristiana. Todo es referencia al invierno, y a que se trata de felicitarse y compartir regalos. Los regalos se vuelven esenciales pero la verdadera esencia cristiana no aparece. No se regala como algo de festejo cristiano, sino de que es el momento de regalar, se supone como muestra de cariño, pero en mucho como simple compromiso social. Y esta corriente descristianizada de la época navideña, se ve claramente en anuncios comerciales y en mensajes televisivos, programas especiales, telenovelas cortas y en películas y hasta en felicitaciones en redes sociales.
Lo cristiano pues no está o casi no está. Y esta nueva visión navideña sin Navidad se ha ido extendiendo a otros países, en especial en México, por la cercanía con el principal país de la navidad sin Navidad. Las tiendas y cadenas comerciales se van llenando de esos objetos de invierno tipo invierno gringo, curiosamente la mayoría fabricados en China, o Japón y Corea del Sur.
Pero afortunadamente en México la Navidad sigue siendo la celebración del nacimiento del Niño Jesús en Belén, y los nacimientos (belenes, se les llama en otras partes) abundan y se imponen en los hogares católicos, templos, tiendas y hasta en lugares municipales. La navidad es Navidad, y es muy importante que no deje de serlo. Lamentablemente, en muchos hogares de familias de las nuevas organizaciones religiosas ya no hay nacimientos, ni siquiera, en mucho, figuras o imágenes que se refieran al nacimiento de Jesús. Se ha copiado la visión estadounidense de esta época invernal para adornarse a pesar, gracias a Dios, de conservar el espíritu cristiano auténtico en el trato interpersonal.
Lo que ha perdido su esencia cristiana de la Navidad en México son las posadas. Eran reuniones familiares o de vecinos que se reunían para rezar, cantar en pequeña procesión de puertas la petición de posada para María y José, terminar por ser aceptados y cenar tras que los niños rompen piñatas. Ahora se llaman posadas a fiestas de adultos para divertirse pero sin ningún sentido religioso. Lástima. En algunas parroquias y familias se siguen celebrando verdaderas posadas, pero son la excepción a la nueva costumbre de comidas y cenas para divertirse.
Para los Estados Unidos el seis de enero prácticamente no significa ni celebra nada, mientras en otros países se recuerda, se celebra la visita de los Reyes Magos a adorar al Niño Dios. Excelente.
Curiosamente, para el hemisferio Sur, todo ese simbolismo de adornos invernales de los países anglosajones de Norteamérica no tiene sentido alguno, ya que están en pleno verano.
Pero ¿por qué dar esa importancia a los adornos navideños y mensajes sin Navidad? Pues porque influyen subliminalmente en la manera de ver de lo que se trata, una celebración con Jesús Niño o simples fiestas de abrazos, comidas y regalos porque así es y debe ser. ¿Y la música? Afortunadamente, algunas canciones navideñas cristianas siguen vivas, como la original Stille Nacht austriaca, “Silent night” en inglés y “Noche de Paz” en español. Y las famosas canciones en latín “Adeste fideles” y “Venite adoremus”.
Es muy importante que no nos dejemos llevar más (de lo ya hecho) de la visión invernal gringa descristianizada en su arreglo navideño doméstico y comercial. Que las figuras de la Sagrada Familia en el pesebre de Belén sigan prevaleciendo y las canciones de esa época sigan siendo las cristianas, en sus versiones latinas y españolas, mientras que las canciones que se imponen abrumadoramente en Estados Unidos no tienen espíritu cristiano, con afortunadas excepciones. Cierto que hablan de amor, de familia y de buena voluntad, pero sin la base cristiana que corresponde a la verdadera Navidad.
Afortunadamente en los Estados Unidos, en la reuniones, servicios religiosos y misas de cristianos de diversas denominaciones, sobre todo entre las familias católicas, en especial las llamadas latinas, es decir provenientes de Hispanoamérica e Italia, siguen celebrando la Navidad como lo que es: rememorar el nacimiento de Jesús, dentro de una abrumadora celebración del invierno con su época descristianizada de dar regalos, reunirse para comer y beber en común y darse muchos abrazos, diciendo un “Merry Christmas” como digo sin Christ, sin Cristo. No dejemos de vivir la Navidad cristianamente y alentemos a otros a vivirla igualmente. Navidad es: nacimiento del Niño Dios en Belén.
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