Don Miguel León-Portilla me abría un nuevo horizonte de nuestro pasado histórico y considero que los mexicanos debemos de agradecer su valioso esfuerzo y dedicación por rescatarlo.
Hace unos días falleció una de las luminarias del pensamiento y la literatura náhuatl, don Miguel León Portilla (1926-2019). Además, fue un destacado filósofo e historiador mexicano. Su fama y prestigio han atravesado las fronteras de nuestro país y ha recibido numerosos reconocimientos, también en el extranjero.
Son uno de esos intelectuales honrados, cordiales, con don de gentes, que todo el mundo apreciaba y estimaba y contaba con muchos discípulos. Fue formado en su tesis doctoral por el célebre historiador, don Ángel María Garibay, quien le exigió en el rigor de la ciencia histórica (así lo relata él mismo) y le transmitió muchas de sus inquietudes intelectuales. Estudió en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Recuerdo, al inicio de mis estudios universitarios, que leí dos de sus libros más conocidos: La Filosofía Náhuatl estudiada en sus fuentes y La visión de los vencidos. Me percaté de que me encontraba no sólo ante un humanista sino frente a un visionario antropólogo, pensador, filósofo y maestro.
Este par de libros constituyeron como una “revolución en los estudios sobre la cultura náhuatl” por su originalidad y valiosas aportaciones.
Así como el maestro de la guitarra clásica, Andrés Segovia tuvo la audacia de anunciar en España, y luego en México, que daría una serie de conciertos sobre algunas piezas de Bach, Mozart, Vivaldi, etc., en los tiempos en que la guitarra se usaba sólo para acompañar canciones populares, algunas personas asistieron a sus conciertos con la retorcida intención de lanzarle una rechifla, pero al final, el maestro Segovia recibió cerradas ovaciones por las cátedras que brindó en el dominio de la guitarra interpretando música clásica.
Algo semejante ocurrió con muchos intelectuales cuando se enteraron o vieron en las vitrinas de los aparadores de las librerías expuesto su libro sobre filosofía náhuatl. La pregunta obligada era: “¿Cómo se atreve Miguel León-Portilla a asegurar que los pobladores del Valle de Anáhuac escribieron filosofía, tal y como se entiende en el mundo occidental? ¡Qué disparate!”
Pero, en efecto, este reconocido intelectual realizó una magnífica selección de temáticas y textos, y a partir de ahí, escribió su libro que causó una gran sorpresa a nivel internacional.
Cuando leí La visión de los vencidos comprendí un nuevo modo de mirar la conquista de México. Sobre el trauma colectivo que sufrieron los pobladores de este nuevo mundo al ver que su cultura era suplantada por otra. A la vez capté el hermoso lirismo con que los autores de las crónicas de la literatura náhuatl habían relatado estos hechos.
Don Miguel León-Portilla me abría un nuevo horizonte de nuestro pasado histórico y considero que los mexicanos debemos de agradecer su valioso esfuerzo y dedicación por rescatarlo.
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