Estamos viviendo en una época llena de incertidumbre, y la incertidumbre causa ansiedad, preocupación, una sensación de intranquilidad y esto es fruto de muchas causas, algunas que vienen de tiempo atrás y otras que se han ido acumulando a las anteriores que son más recientes.
Por un lado se encuentra la cuestión política que para muchos presenta un panorama muy preocupante, ante las decisiones que se han venido tomando en el gobierno anterior y las que se siguen tomando en el presente, por ejemplo eliminando todos los organismos autónomos que de alguna manera eran un cierto control a muchas de las acciones y decisiones del gobierno, y ayudaban a la ciudadanía a conocer otros puntos de vista diferentes a los que podríamos llamar oficiales, desde luego a esto se suma y con mucha gravedad los cambios constitucionales que han afectado en su esencia y operación a la Suprema Corte de Justicia, que muchos consideran afectarán a los ciudadanos y a las empresas e instituciones para poder defenderse ante acciones de las autoridades que no sea las más correctas, y no se diga la falta total de acción de los llamados partidos de oposición que parecen estar borrados del panorama, o sea lo que llamamos el estado de derecho se encuentra muy debilitado.
Pero algo que cada día preocupa más es la situación de la seguridad que es verdaderamente escandalosa, los noticieros de todo tipo ocupan una gran parte de su tiempo para narrar los horrores que se suceden día con día, en asesinatos ya comúnmente masivos y en ocasiones con prácticas de suma crueldad, aunado a lo que tiene que soportar una gran parte de la ciudadanía como lo es el llamado derecho de piso, y los asaltos a personas y domicilios que quedan totalmente impunes, sin que se vea un verdadero cambio en cuanto a la estrategia totalmente superada y fracasada de los abrazos no balazos.
Pero hay otros problemas que no son propiamente exclusivos de México pero que son también parte de este fenómeno de inquietud y desasosiego como es el desconcierto que hay sobre los valores que tradicionalmente han sido los baluartes de la sociedad, como es la fuerte presión para aceptar el aborto como algo casi natural y pensar que el ampliar su acceso es un derecho, o el de la juventud que ya no piensa tanto en formar familias estables, sino tan solo uniones que sin un compromiso pleno se cambian a la primera dificultad y desde luego cada vez se piensa menos en la idea que es tan natural de tener hijos, lo que antes se veía como una bendición ahora muchos lo ven como una restricción para la realización personal por el esfuerzo y la dedicación que se necesita para la educación de los hijos, sin evaluar también las grandes satisfacciones que se tienen al ver crecer a los hijos e irse desarrollando como personas plenas.
Antes también al menos para una gran parte de la sociedad la fe en Dios era un elemento de seguridad y de esperanza que se compartía con familiares y amigos, hoy el mundo ha crecido en su escepticismo y la religiosidad se empieza a ver como algo innecesario.
Como ciudadanos, deberemos sin embargo mantener la esperanza de encontrar pronto algunas acciones que contrarresten la situación actual para caminar hacia una república más democrática sin tanta concentración de poder, como personas el recobrar o recorrer el camino de la fe es una alternativa para combatir la intranquilidad con esperanza.
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