No fue fácil, por décadas fuimos construyendo medios de defensa frente al poderoso gobierno. Iniciamos en la historia con el Juicio de Amparo; después, con la transición democrática, logramos que existieran sentencias de juicio de amparo con efectos generales (es decir, que atañen a todas las personas que se encuentran en la misma situación) como una expresión de justicia social en el debido proceso. Y todavía más, logramos las Acciones de Inconstitucionalidad y las Controversias para defendernos de los desmanes del poderoso. Todo ello, aunque se pueda mencionar en unas cuantas líneas, tomó décadas y enormes sacrificios y esfuerzos por parte de grandes ciudadanos que lucharon por un país más justo.
Sin embargo, Morena, el actual partido oficial, mediante una votación en la Cámara de Senadores y mañana en la Cámara de Diputados, nos han quitado esos medios de defensa. Hace unos días, una peligrosa iniciativa fue presentada en la cámara de Senadores para reformar los artículos 1º, 103, 105 y 107 constitucionales. La iniciativa está ahí como una muestra de la voracidad del régimen: eliminan a los tratados internacionales como fuente de derechos humanos y quitan toda posibilidad de defensa, incluso en los procesos de reforma.
Pasaron las horas y, ante la enorme oposición que generó la noticia, anunciaron el retiro de la parte correspondiente a los tratados internacionales, (es decir, a la parte que permite el principio de convencionalidad) quizás porque representa una amenaza al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá.
Al final el Senado de la República sólo dictaminó para resolver que la reforma a la Constitución es “inimpugnable”, lo que significa que ya no existe la posibilidad de apelar a un tribunal para que revise si una reforma es viable jurídicamente. Nadie se puede defender de las decisiones del régimen perpetradas a través de sus congresistas oficialistas. El resultado es absolutamente violatorio de los principios de nuestra Constitución y de los derechos humanos. Lo que siempre tendría que haber sido un paquete de supuesta supremacía de la Constitución como ley suprema, pasó a ser un paquete de inimpugnabilidad de las reformas a nuestra Carta Magna por parte de Morena. Eso es lo que quieren: hacer lo que se les dé la gana.
Ahora, si a un ciudadano cualquiera le quitan sus derechos, si cambian la forma de gobierno, si deciden que cualquier estado (Guanajuato o Jalisco, por ejemplo) no podrán tener elecciones a gobernador, sino que éste será enviado desde el centro; si deciden establecer cárcel por expresar oposición o por deber una multa de tránsito, nadie podrá defenderse de esa reforma. No se podrá presentar ni un juicio de amparo, ni una acción de inconstitucionalidad ni una controversia. Ya no habrá medio de defensa frente al autoritarismo que se plasme en la constitución.
Por si fuera poco, hay en el decreto un artículo transitorio (del decreto, no de la Constitución) aprobado por Morena para que a todo lo que está pendiente se le aplique esa reforma retroactivamente, con lo que ya no se puede ni siquiera argumentar que los atropellos de la reforma al Poder Judicial fueron anteriores a la reforma que impide impugnarlos. De ese tamaño es la violación a la Constitución y al Derecho.
Votaré mañana en contra de esa iniciativa, lo hará todo mi grupo parlamentario y seguramente toda la oposición. Ganará Morena sin saber que se están disparando un balazo en el pie. En su deteriorada racionalidad no alcanzan a entender que esta reforma nos ataca a todos y no sólo a los ministros actuales ni a la oposición. La reforma que plantean va también contra quienes hoy están en Morena, es contra todos.
La reforma que nos quita a los mexicanos los medios de defensa contra tiranos que reforman la Constitución nos anula nuestros derechos y nos deja sin Constitución porque, con ello, ésta deja de ser ley fundamental y da paso a la tiranía. Y de eso no se salva nadie. Nadie. Sólo basta con revisar la historia de pueblos hermanos en Latinoamérica que han pasado por eso.
Mañana platearemos el debate, aunque no tengamos los números suficientes para revertir la decisión tomada en la Cámara de Senadores. Quiero que quede claro, como lo he dicho en otros artículos, que México no votó para que Morena tuvieran la mayoría calificada, fueron el Instituto Nacional Electoral y el Tribunal quienes les “dieron” la mayoría de manera artificial, mayoría que hoy utilizan para quitarnos nuestros derechos. Y después de todo, faltará lo que diga la Corte.
Por último y no menos importante: Agradezco el apoyo que nos dieron a quienes fuimos requeridos con amenaza de arresto para comparecer ante un juez cívico sólo por expresar nuestra opinión en el edificio de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Esta comisión expresó en su página de internet que retiraba la queja contra mí y contra los otros dos diputados del PAN (Héctor Saúl Tellez y Federico Dóring).
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