Propuestas por la vida: un foro

Las leyes sólo funcionan cuando reflejan los valores de la sociedad.


Por la vida


El pasado 6 de septiembre, Signis México llevó a cabo el foro “Propuestas por la Vida”, con la participación de distintos ponentes. Un tema complejo, difícil de abordar aún en las casi dos horas que duró el foro, mismo que fue transmitido en vivo a más de 5000 personas.

El Dr. Emilio Maus de la Universidad Panamericana, abordó el tema de las obligaciones del Estado en el tema de la vida, obligaciones que emanan de la Constitución y de los compromisos que México ha asumido en diversos tratados internacionales. Por otro lado, el Dr. Maus hizo un fuerte argumento a favor de tratar con caridad, humildad y respeto a las madres que abortan, a quienes las apoyan o las inducen a abortar, a quienes promueven el aborto e incluso a los que se benefician del mismo.

Otro enfoque, el legislativo, fue abordado por la senadora Alejandra Reinoso quien se centró en la aprobación de leyes contra el aborto, en las diferentes entidades federativas. En su presentación argumentó a favor de que la penalización del aborto no se dé mediante penas de cárcel para la madre, sino por otros medios.

Por último, Lourdes Varela, dirigente para América Latina de los eventos 40 Días por la Vida, presentó una propuesta con el concepto religioso de obtener de Dios la solución a este grave problema, mediante 40 días de oración, ayuno y presencia pacífica frente a las clínicas donde se lleva a cabo los abortos.

Todos los enfoques tienen mucho muy valioso y, en mi modesta opinión todos deben aplicarse. Pero, creo yo, el cambio verdadero vendrá cuando se logre un cambio en nuestra cultura. Cuando, como dijo Lourdes Varela, sea impensable aceptar el aborto. Es la sociedad la que puede acabar con esa plaga y, desgraciadamente, hay que reconocer que, a la mayoría de la sociedad, el tema le es indiferente. Por diversas razones. Puede ser por ignorancia. Puede ser por debilidad ante una manipulación muy bien programada y ejecutada. Pero hay algo más.

El gran tema en la cultura es lograr un cambio de prioridades. Algo difícil, tardado, pero posible. Y ya ha ocurrido. En el mundo grecolatino donde se desarrollaron los primeros siglos de la Iglesia Católica, el aborto era legal. No sólo eso: los padres, los maridos y los dueños de las esclavas podrían imponer el aborto a las mujeres, en contra de su voluntad. El cambio se dio cuando la sociedad se volvió cristiana. En el cuarto siglo de nuestra era. Y así será en el siglo XXI, creo yo.

El punto es lograr una jerarquía correcta en los valores. Recuerdo que, hace algunos años, una de las proponentes de la despenalización del aborto en la Ciudad de México dijo que nadie quiere el aborto. Pero sí hay, decía ella, un problema económico, si se tienen muchos hijos o si se trabaja fuera de casa, habría que dejar a la mujer de decidirse por un aborto. No sé si lo hizo a propósito, pero lo que estaba diciendo era que los valores emocionales, económicos, laborales o de crianza de otros hijos tienen prioridad sobre la vida del nuevo hijo, según ella. Y hubo una ministra de la Suprema Corte que dio como argumento que la mujer embarazada se siente muy mal porque se ve fea y hay que permitirle el aborto. Al final, la cultura se define así: cuando hay valores que entran en conflicto, hay criterios para definir cuáles son los valores más importantes.

Para la mayoría de los católicos, la vida es uno de los valores más importantes. Aunque podría haber circunstancias en las que hubiera otros valores superiores a la vida, como podría ser una caridad heroica o el caso de los mártires dispuestos a perder la vida por su fe. Para los católicos, nuestra vida y nuestro cuerpo no nos pertenecen. Son un don que Dios nos da sin merecerlo. Y no tenemos derecho a atentar contra nuestra vida o contra la de otros.

En buena hora se batalle por defender los temas legislativos y jurídicos. Pero, todos lo sabemos, las leyes sólo funcionan cuando reflejan los valores de la sociedad. Y más en un país donde no hay estado de derecho y la impunidad abunda. En lo inmediato, hay que promover que las leyes defiendan la vida. Pero a largo plazo, esta guerra se ganará en el convencimiento de la sociedad.

 

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