Hoy, más que nunca, necesitamos una oposición fuerte y organizada. Lo peor no fue el 2 de junio, sino lo que siguió: una sobrerrepresentación con la que le regalaron una mayoría calificada al partido oficial que está en el poder. Aun así, tenemos que pensar que dictaduras ya instaladas han caído gracias al empeño de hombres y mujeres valientes que no se rindieron.
La sobrerrepresentación en la Cámara de Diputados tiene sus amanuenses en los obedientes magistrados electorales que actúan bajo consigna y en bloque. Lo sé porque los he seguido desde que actuaron de manera ilegal en el caso de México Libre. Un ejemplo de ello es el caso del ya retirado Jorge Luis Vargas, a quien le comprobaron actos de corrupción que el entonces ministro presidente de la Suprema Corte no movió ni un dedo para investigar. Si este magistrado obtuvo lo que dicen que obtuvo en casas y departamentos, imagínense lo que podrían acumular los otros tres que han sumido a México en la dictadura: Mónica Soto, Felipe de la Mata y Felipe Fuentes. Además, les prometieron que serían postulados para ser ministros de la futura Corte. Así, cambiaron el dictamen y, peor aún, dicen que el magistrado Felipe de la Mata presume haber redactado el transitorio en el que extienden el mandato y les permiten ser postulados para ministros de la Corte.
Lo que siguió fue una reforma que desmantela al Poder Judicial que pudo ser implementada porque, justo cuando pensamos que ya era mucho que la coalición tuviera a dos traidores en sus filas, que fueron los senadores de Michoacán y Tabasco (el PRD debería haber ofrecido una disculpa y no dejarlos descansar), el muro de contención cayó por la parte más inesperada: el Partido Acción Nacional. Los Yunes son dueños del PAN en Veracruz, pertenecieron a los órganos directivos de Gustavo Madero y de Ricardo Anaya, a quienes deben mucho, no es una casualidad que fueran citados en el discurso de Miguel Ángel Yunes (papá), suplente de su hijo que tiene el mismo nombre. Y la ausencia de un senador de Movimiento Ciudadano. El resultado fue la aprobación de una reforma al poder judicial que la mayoría de los congresistas ni siquiera conocían sus consecuencias.
Ya con esa sobrerrepresentación, Morena puede caminar a donde quiera. No sabemos qué quieren. Sé que no buscan el orden ni la responsabilidad. Para muestra, recordemos el primero de octubre, una toma de posesión que fue todo un desorden. Tendría que haber sido histórico, como lo es cualquier cambio de gobierno y especialmente éste por tratarse de la primera mujer presidenta de México. Pero fue un caos y un desorden.
Es el acto menos republicano que hayamos visto; Andrés Manuel López Obrador se veía harto de la cantidad de gente que se le aventaba para tomarse “selfies” y para saludarlo, aunque de paso lo empujaban; se trataba de sus propias huestes que parecían estar seguras de que él seguiría mandando mensajes, así es que no sólo lo saludaban, sino que se presentaban con él. A López Obrador se lo comió el propio caos que él mismo generó.
Cuando llegó el turno de Claudia Sheinbaum avisaron que se negaban a integrar a alguien de los partidos de oposición en la comisión que la recibía. Increíble, pero cierto. La Presidenta entró en medio de un desorden generado por su propio partido. Finalmente llegó, hizo la protesta, pronunció un discurso a sus legisladores y a quienes votaron por ella y, al final, un bonito mensaje a las mujeres que fue un respiro. Al terminar el discurso, se le ocurrió hacer una arenga a la Cuarta Transformación e, inmediatamente, dio el banderazo para que la gente subiera a tomarse fotos, a saludarla y seguir con la kermés de feria que habían organizado. Un desorden.
Pero para personas que estamos en la oposición, hay algo que está ahí y que no comentamos. La oposición debe tener claro qué significa ser oposición en estas circunstancias. El muy opinable silencio de la oposición o la pasividad desesperante de ésta durante el 1º de octubre da cuenta de una evidente falta de dirección. El poder oficialista de Morena le habló nada más a los suyos y la oposición no le dijo nada a nadie. Mucho tenemos que pensar sobre el papel de la oposición en estos tiempos porque no se ve claridad, sobre todo en el Senado. Algo anda muy mal si vemos cómo, en la cámara alta, el propio senador Noroña felicitó públicamente a la oposición por su comportamiento.
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