Comunicación ¿para qué?

El ser humano -hombre y mujer- está dotado para establecer relaciones con los demás -seres vivos- y con lo demás -seres inertes-. Obviamente de los seres vivos recibirá respuestas al modo de ser de esos sujetos. De los inertes no espera respuesta alguna pero sí logra satisfacer con ellos lo deseado: artefactos variados o elementos diversos para acondicionar las necesidades vitales: casa, ropa, aparatos para trabajar o comunicarse, transportarse, etc.

Las respuestas de los seres vivos son de acuerdo a las respectivas naturalezas, por eso de las mascotas se pueden recibir muestras de afecto o cercanía. Y de los vegetales recibir ayuda para el ornato, o para aromatizar el ambiente e incluso como muros para delimitar espacios. Con estos últimos no esperamos sean sonoras, obviamente.

Pero lo que buscamos al hablar de comunicación es la interacción de los seres humanos. En ella intervienen todas nuestras potencias, todos nuestros deseos y todas nuestras esperanzas. Por esos motivos elegimos a los receptores. Y esta elección es importante para acertar en la eficacia del mensaje y lograr los resultados esperados.

Si necesitamos algo muy superior a los alcances humanos, lo lógico es dirigirnos a Dios. Este es el más alto nivel de la comunicación humana pues el receptor siempre tiene tiempo disponible, le agrada ser tomado en cuenta y lo puede todo, pero sobre todo sabe lo que nos conviene y cuándo nos conviene. Esta comunicación por el rango de nuestro interlocutor recibe el nombre de oración.

No está de más señalar la insensatez que cometeríamos si para hablar de asuntos tan importantes sustituyéramos a Dios son amuletos o rituales sin sentido. Desgraciadamente esto sucede.  

Para el logro de todos los demás asuntos también hemos de saber elegir el interlocutor adecuado. El nivel de preparación profesional, la experiencia y los resultados alcanzados, el área de especialización y algunas otras características según los fines perseguidos. Todo esto parece obvio, pero a veces nos falla.

Como la comunicación también abarca el campo importantísimo de la necesaria información, existen profesionistas dedicados a satisfacer esa tarea y medios que los avalan. Como en toda actividad humana siempre hay un fondo y una forma. Conocemos el fondo u orientación e interpretación de los asuntos por medio de programas de entrevistas. También la forma: precisión, respeto, etc. como cuando somos testigos, a veces de pugnas verbales, otras veces de coincidencias en las redes sociales.  

El modo de establecer la comunicación requiere de cualidades específicas para alcanzar los resultados que deseamos y la influencia positiva que nos proponemos. Estos asuntos no son solamente para los profesionales de la comunicación sino para todas las personas pues somos responsables de los efectos que propiciamos, y a pequeña escala pueden influir en los enfoques de los expertos.

Si esperamos paz y armonía será necesaria una actitud serena para contrarrestar la violenta ante los desajustes sociales. Pero si la comunicación es violenta ocasionará deseos de golpear y así propiciaremos la distancia y no las condiciones para establecer un auténtico diálogo. Por tanto, es necesario eliminar la agresividad.

Si se participa en un proyecto comunitario, la responsabilidad aumenta pues generalmente se trata de ayudar a grupos y el éxito o el fracaso tienen mayor repercusión. Lo más grave es provocar división, malos entendidos, pugnas o desaires. En estos casos hace más daño la mala intención en sus diferentes manifestaciones como imponerse en vez de promover la colaboración, o fomentando la competencia no para proponer lo mejor sino para dividir, o la oposición para anular a los demás. 

Es importante evitar las divisiones o las enemistades pues siembran desconfianza y hostilidad. Cuando esos estados de ánimo se generalizan pueden llegar a conflictos internacionales. Actualmente somos testigos de los resultados de esas provocaciones: las migraciones a gran escala, la inseguridad como fruto de pugnas fratricidas, y otros fenómenos sociales que destrozan la solidaridad. 

Por el ambiente mundial que contemplamos lleno de rencillas y de guerras que no paran, es posible caer en un desánimo generalizado que mata nuestra esperanza al no ver soluciones duraderas. Pero claudicar no es solución pues da pie a dejar oportunidades y convertirse en un mero espectador cuando lo que se necesita es impulsar a tantas personas de buena voluntad y buenos principios.  

Una actitud al alcance de todos es desear los efectos de la paz y salir de la zona de confort para lograrla en los ambientes que frecuentamos. Contagiar esta actitud en las personas cercanas, a todas les interesa. Se pueden iniciar muchas actividades, por ejemplo, buscar oportunidades cercanas a los migrantes. 

La creatividad de las personas es muy rica, pero hace falta despertarla y aplicarla. El ejemplo es contagioso e inspirador. Hay trabajos que no se llevan a cabo por falta de personal y hay personas que podrían resolverlos, pero desconocen dónde los necesitan. Esta es una labor de comunicación para solucionar necesidades concretas y apremiantes.

Necesitamos incursionar en esas actividades que simplemente requieren entrelazamientos pues hay demandas y hay quienes las pueden resolver. Es de desear que nos abramos al ingenio para establecer esos contactos. Puede ser un tema de conversación y de ejecución adoptado. Los resultados nos llenarán de esperanza y además la impulsaremos en otros. 

Las redes sociales prudentemente aprovechadas pueden ser grandes aliadas para llevar a cabo este proyecto. Así, otros lo podrán emular.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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