El árbol centenario

Recién escuché a Ciro Gómez Leyva en su noticiero hablar sobre su cambio de residencia y su nueva etapa para ejercer el periodismo. Él es un profesional de la información, a quien respeto y admiro desde hace muchos años. En su reflexión para explicar su decisión, señaló estar en el otoño de su vida y no pude evitar comparar la dura etapa que atraviesan los comunicadores serios en México con lo que sucede en muchos de los sectores con el cambio de régimen.

De hecho, su entrevista dio pie a mi mensaje de registro para ser candidata a la dirigencia nacional de mi partido, campaña que hoy inició con una enorme esperanza de regresarle al PAN la democracia interna y ser, nuevamente, un vehículo de participación cívica para los mexicanos.

Así es que, en la analogía de las estaciones del año, bien puedo decir que México vive en estos momentos un duro invierno, consecuencia de las malas acciones de esta administración que está por terminar, con altos índices de inseguridad, sin servicios básicos de salud pública y cero bienestar para las familias mexicanas; pero, eso sí, con una enorme corrupción, acompañada de cinismo, soberbia y una empecinada obsesión por acabar con las instituciones.

Pero a diferencia de las estaciones del año que nos da la naturaleza y que cambian por sí solas, en las estaciones políticas somos los seres humanos los que podemos provocar el cambio. Por ello, la conformación de mi planilla tuvo como propósito dar ese mensaje:

Alberto Cárdenas, Lydia Madero, Juan Marcos Gutiérrez y Sandra Corral son panistas que han sembrado y han cosechado; pasaron del invierno de la lucha y del esfuerzo y vivieron el esplendor de la primavera, cuando desde diversas trincheras de la administración pública pudieron servir a México.

Susana Mendoza y yo pertenecemos a la misma generación. Las dos disfrutamos los frutos de una primavera que no sembramos; la tierra estaba fértil, fue cuidada y regada por millones de panistas anónimos que hicieron su labor ciudadana desde la calle, la comunidad, las plazas públicas, la denuncia, el debate, desde las voces críticas y las letras libres. Ambas somos, por decirlo así, la traslación a las nuevas generaciones, como seguramente lo serán Nora Lagunes y Víctor Garay que, con su energía, deberán contagiar a las siguientes generaciones.

En la primavera de nuestras vidas políticas somos llamados a sembrar las semillas de un nuevo comienzo. Este es el momento de cultivar la confianza de los ciudadanos, de plantar sueños, con transparencia y coraje, porque ello será fundamental para blindar a nuestro partido contra la corrupción y convertirnos en el pilar resistente que México necesita.

A medida que el verano despliega su calor, es el momento de regar y fertilizar nuestras plantas. Al igual que las raíces que se afianzan, debemos fortalecer nuestras relaciones internas, asegurar que cada voz en el PAN pueda participar, opinar y ser escuchada. Necesitamos una dirigencia que actúe con imparcialidad y decisión democrática, que sea la savia nutritiva que nos mantenga unidos.

El otoño nos enseña a recoger frutos; nos toca rescatar nuestras capacidades de acción política, expandiendo nuestra presencia a lo largo de toda nuestra nación. Debemos reconocer las hojas que caen, los errores del pasado siglo y aprender de ellos, para reestructurar nuestras bases, digitalizar procesos y evitar el dolor evitable en los municipios.

Este tiempo nos exhorta a reflexionar sobre lo sembrado y ver claramente lo que aún debemos alcanzar. Y al llegar al invierno encontramos un tiempo de calma, es la estación de la introspección. Este es el momento de protegernos, de fomentar la formación de líderes humanistas que llevarán adelante nuestra propuesta y mensaje distintivo con integridad y valentía. A través de este ciclo natural, recordamos que la congruencia y honestidad deben ser consuetudinarias; en el PAN sabemos que es posible ser ejemplo de cero corrupción. No olvidemos nuestro proyecto histórico. El árbol centenario que es Acción Nacional sigue en pie, su esencia humanista y democrática son ahora el cimiento más importante para enfrentar los enormes retos de México, ante un régimen cuya apuesta es acabar con la democracia.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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