Canciones de Emmanuel para cerrar el sexenio

Esta ñora no va a negar que está contenta de que termine este sexenio, aunque para como pintan las cosas con la Clau tiene terror que un día se encuentre extrañando al aunque-parezca-que-sí-no-quedé-bien-ni-con-mis-jefes-del-crimen-organizado porque el país esté más hundido en lo económico y en un terrible baño de sangre. Y sí esta ñora ya sabe que algunos piensan que es parte del Plan Maestro para que se pida el regreso triunfal del ningún-priista-se-atrevió-al-descaro-que-yo-sí-de-poner-a-mi-hijo-en-el-partido-para-que-pueda-controlar-todo, pero esta ñora lo ve más bien como que seguiremos descendiendo en la espiral de destrucción que nos llevó a Peña Bebé. 

Así que para espantarse los pensamientos negativos y festejar que este sexenio sí tuvo final (claro las Cámaras todavía tienen tiempo de votar por abrogar la Constitución y proclamar una monarquía así que quizá sea cantar victoria) esta ñora decidió ponerse a escuchar a Emmanuel. Y como a la exescuincla, perdón, a la bendición adolescente le encantan sus canciones pues anduvimos las dos cante y baile en un bonito momento madre e hija. 

Claro, obvio que la canción que engloba este sexenio para la minoría que todavía cree en la democracia, aprecia la libertad y cree que la economía está mejor entre menos se meta el gobierno es la de que dice: “Todo se derrumbó, dentro de mí, dentro de mí (…), mira mis sueños, cómo se queman, mira mis lágrimas, cómo no cesan por ti…”. Así que rápidamente esta ñora cambio el track para escuchar otra que se trataba de no perder el momento de unión, y entonces sonó: “Este terco corazón”.

Mientras esta ñora cantaba a grito pelado eso de: “Porque este terco corazón, se ha empeñado, se ha empeñado, vivir tan solo para ti, aunque tú no le hagas caso”, no pudo evitar pensar si esa canción será la que canta Zaldívar en la regadera, ¿o será la favorita de Monreal? De Noroña obvio que no porque esta ñora ha leído que no se baña muy seguido. O quizá se podría convertir en el himno de Marcelo. Es que a Zaldívar lo tratan siempre con la punta del pie, a Monreal no le dan apoyo ni para ganar una alcaldía, a Noroña le dan la presidencia de la Jucopo pero le quitan el control de la lana (claro Noroña ya con eso se siente de más sangre azul que Felipe VI y empezó como un vil alborotador con el Barzón para que la gente no pagara lo que debía), y de Marce desde hace años lo traen de apagafuegos y ahí sigue feliz como lombriz haciendo osos con los gringos para que sigan invirtiendo y la próxima semana deberá rogarles a los españoles también.

Pues la siguiente fue la favorita de la bendición: “El rey azul”. Sí esa que cuenta una historia de un primer amor entre dos pubertos: “Me hice una promesa, hace unos días, para tocar tu mano, y no me atrevo todavía”. Claro entre lo de azul y el nomás andar papaloteando esta ñora no pudo evitar pensar en el PAN, aunque en un partido que tiene 85 años, que ha gobernado al país dos veces, que ha tenido decenas de gobernadores, que tienen una tradición legislativa envidiable pues resulta muy lamentable esa ingenuidad y andar más perdido en la fantasía que un niño enamorado de doce años. En sus barbas de 85 se burlaron de ellos y de todos los mexicanos con las traiciones, con la falta de visión de la realidad, con sus rencillas internas. Esta ñora no puede negar que eso ayudó a Morena casi más que si no hubieran existido, y tampoco niega esta ñora que los ciudadanos de buena voluntad cerramos los ojos a todo eso y nos quedamos cantando “no importaaa, no importaaa”. Y sí importó. Del PRI esta ñora prefiere no hablar y el PRD al final engendró a MORENA y murió por ellos. 

Y es duro aceptarlo, pero esta ñora piensa que la canción que mejor define cómo unos cuantos vivimos el sexenio respecto lo que creíamos que pasaría en estos seis años respecto a la población en general, fue la que dice: “Durmiendo, vivir durmiendo, soñando, vivir soñando, hasta que tú regreses, y te entregues en mis brazos, prefiero vivir durmiendo, no quiero vivir llorando, hasta que tú comprendas, que yo sigo enamorado”. 

Esta ñora está lejos de exculpar al no-me-voy-a-ir-La-Chigada-porque-lo-mío-más-bien-es-chingar-a-propios-y-extraños-y-Clau-no-es-la-excepción-la-voy-a-chingar-incluso-si-se-me-doblega de los males de este país, claro que son casi en su totalidad su culpa y de todos sus compinches, y también de los que buscaron congraciarse o buscarle el lado bueno y volvieron a votar sin que les importara la realidad fuera de su pequeña realidad. Y sí, justamente la CUARTA luna describe muy bien a la Cuarta: “Era una cuerda de prisioneros, que caminando seguía los rieles, de un tren viejo, tenían los pies ensangrentados, las manos, y las manos, y las manos, sin sus guantes, pero no te amargues, el cielo está sereno, y no hay bastantes prisioneros”. 

En fin, pues esta ñora alza su copa, perdón, su taza de café (escribe muy temprano para copa) y celebra que este sexenio sí llegue a su fin. Y sólo espera contra toda esperanza que en seis años no acabemos cantando algo tan desolador como: “yo tenía mis manos llenas, y vacías me las dejo, que la busquen por donde sea, y me de lo que se llevó, detenedla ya que es una ladrona…”.

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