Progresa fue un proyecto social que se inicio en 1997, orientado a reducir el índice de pobreza, mediante acciones en tres puntos clave: educación, salud y alimentación.
Progresa fue un programa de transferencia de efectivo que el gobierno de Ernesto Zedillo implementó para reducir los índices de pobreza en el país; este proyecto se convirtió en el modelo mundial de un nuevo enfoque para programas sociales.
El objetivo principal de Progresa fue erradicar los círculos de intergeneraciones de pobreza extrema; es decir, la herencia generacional de la pobreza.
Según informes de la Comisión Nacional de Población (Conapo), cuando se empezó a estructurar Progresa más de 50 por ciento de los jóvenes se encontraban en pobreza y, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), 3 de cada 10 jóvenes de 15 años migraban al extranjero.
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Para Fernando Cortés, doctor en Ciencias Sociales y profesor investigador del Colegio de México, el supuesto en el que está planteado el programa es erróneo; primero, porque se basa en la existencia de una transmisión de la pobreza de padres a hijos, y la realidad es que hasta ahora no existe algún estudio que lo demuestre.
El programa Prospera, según Fernando Cortés, está basado en la teoría de capital humano de Gary Becker, que se sustenta en lo que le pagan a la mano de obra para salir de la pobreza; el capital humano tiene que ver con la educación, la salud y la nutrición, que son los objetivos del programa, pero para salir al mercado laboral se necesita mostrar que se tienen las habilidades y los atributos necesarios para obtener empleos bien pagados.
Fernando Cortés dijo que, a 22 años de que Progresa empezó, los resultados preliminares son contrastantes, porque por un lado aumentó poco, pero de manera significativa, el número de jóvenes que accedió a la educación superior, pero por el otro lado, no disminuyo el número de jóvenes que migran a Estados Unidos.
Según Cortés, ése es el resultado de las políticas públicas en materia económica aplicadas por los gobiernos desde entonces. Por eso, México se ha depreciado, ha aumentado la inflación y la posibilidad de obtener empleo se ha reducido. Dichas políticas han hecho crecer la oferta de carreras técnicas y carreras cortas en las que pareciera que a los jóvenes sólo los medio educan para conseguirles algún trabajo de poca paga, lo que no ayuda a disminuir el índice de pobreza.
Por último, Cortés dijo que Progresa falló porque pretendía sacar a la gente de la pobreza en lugar de prepararla para que saliera por sí misma de esa condicón. La dádiva gubernamental, explicó, lo único que hace es crear dependencia y clientelismo, como ocurre también con los programas sociales que la nueva Secretaría de Bienestar ha emprendido.
El programa Progresa fue puesto en marcha por el presidente Ernesto Zedillo, a partir del programa Solidaridad del sexenio de Carlos Salinas. Después, con Vicente Fox se convirtió en Oportunidades, luego a Prospera con Enrique Peña Nieto y, finalmente, a Bienestar, que depende de la secretaría del mismo nombre, en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
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