La educación para adultos es una oportunidad para jóvenes y adultos que por alguna razón no pudieron concluir la educación básica. Nunca es tarde para empezar.
Para los que estudian ahí es una nueva oportunidad para empezar de nuevo, o bien, para concluir lo que alguna vez iniciaron y por alguna razón ya no pudieron finalizar.
Mientras que para los que trabajan ahí, es una satisfacción ver avances. De no saber escribir nada a poder trazar en hojas su nombre es una complacencia que parece insignificante, pero para ellos es un gran logro.
En ocasiones tuvieron que pasar años, décadas para que por primera vez pudieran escribir su nombre. O bien, leer ese libro que les parecía atractivo a la vista, pero nunca supieron qué historia contenía en su interior. O tal vez el letrero que veía todos los días y que no sabían descifrar los caracteres impresos.
La atención brindada en el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos, mejor conocido como el INEA, ofrece una nueva oportunidad para los aquellas personas mayores de 15 años que no saben leer ni escribir, así como para los que desean concluir la educación básica. Aquí es cuestión de querer.
“Su labor es imprescindible para generar condiciones de igualdad educativa entre la población mexicana, mejorar su nivel educativo, así como propiciar el acceso a la calidad y bienestar de jóvenes y adultos”, se lee en libro Rostro del rezago. Democratización educativa en México.
Además, indica el estudio, que entre sus objetivos está el de impartir educación básica para jóvenes y adultos que por alguna situación han sido excluidos y marginados dentro de un sistema educativo formal.
Prueba de ello es Antonio de 62 años, quien junto con otras 12 personas asiste al círculo de estudio ubicado en un salón de la iglesia de su comunidad.
Relata que de pequeño no pudo ingresar a la educación por la precariedad en la que vivía su familia, por lo que empezó a trabajar, “lo importante era llevar dinero a la casa”. Con el poco dinero que ganaba no se podía dar el “lujo” de estudiar. “Era comer o estudiar”, indicó.
Al paso del tiempo, la educación dejó de ser importante. Trabajó como ayudante de albañil, pero conforme pasaban los años, su fuerza física disminuía y cada vez era menos apto para ese trabajo. Tuvo que optar por algo más tranquilo: la venta de periódicos.
“Yo vendo periódicos y revistas, pero cuando empecé el negocio no sabía lo que decían. Tuve que aprender a relacionar los nombres con la imagen o tamaño del periódico, pero en sí no sabía qué decía”, relata y hace alusión que era una ironía vender materiales de lectura cuando él desconocía completamente como leerlos.
Por sugerencia de uno de sus compañeros, también dedicado a la venta de periódicos y revistas, fue que se animó a aprender a leer y escribir en el INEA, y es que cuenta que constantemente se burlaba de él.
“¿Cómo vendes eso –periódico– y no sabes ni lo que dice?”, le reprendía su amigo.
Ahora, ya sabe leer y escribir, y además continúa estudiando porque dice que ahora que empezó, quiere enseñarle a sus nietos cuando le pidan ayuda para su tarea escolar.
Los olvidados importan para el INEA
Con motivo del aniversario número 31 del INEA, en 2012 la educación para adultos con discapacidad visual se hizo realidad, si bien era un proyecto que se había trabajado con anterioridad, fue en ese entonces que se concretó.
Y apenas hace unos días se dio a conocer que el INEA entregó los primeros cinco certificados de primaria a personas con discapacidad visual. A siete años de implementar el Modelo Educación para la Vida y el Trabajo Braille (MEVyT), Anastasio López López de 75 años, Leticia Ruíz Torres de 36 años, Estela Estrada Gómez de 59 años, Ramón Méndez Hernández y María Carmen González Ruíz, ambos de 74 años, ellos son la primera generación que concluyeron la educación primaria.
La modalidad MEVyT Braille es una estrategia especial dirigida a personas con discapacidad visual, cuenta con materiales didácticos y de apoyo adecuados para sus necesidades. Por medio del software JAWS –que es un lector de pantalla para ciegos– y materiales de apoyo impresos en Braille se enseña la educación básica.
Además de la modalidad para débiles visuales, el INEA tiene otras tres como el MEVyT para hispano hablantes dirigido a los mexicanos que se encuentran viviendo en Estados Unidos; el MEVyT 10-14 se refiere a niños de entre 10 y 14 años que por condiciones de salud no pueden acudir a un centro educativo, o que se encuentran en algún centro de readaptación social.
También existe la modalidad dirigida a las personas que hablan una lengua indígena.
Le cortan las alas al INEA
En el transcurso de 37 años el INEA ha brindado atención a 30 millones de personas que se encontraban en algún nivel de rezago educativo, en especial, el analfabetismo.
De acuerdo con el portal Animal Político, el INEA es uno de los muchos organismos que en la actual administración sufrió recorte presupuestal pues este año operará con casi nueve millones menos con respecto al año pasado. En 2019 tendrá 472 millones de pesos, mientras que en 2018 recibió 481 millones 929 mil pesos.
No obstante, en el boletín del Gobierno Federal sobre la entrega de los certificados de primaria a personas con debilidad visual, se atribuye el logro que inició hace siete años.
En el comunicado se lee “Para garantizar el derecho a una educación incluyente, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, a través del INEA, entregó a cinco personas con discapacidad visual su certificado de primaria mediante del MEVyT Braille”.
Aquí puedes consultar el boletín
Según la última estimación de rezago educativo en nuestro país aún hay 28 716 035 personas con rezago educativo, es decir, 31.2% de la población de 15 años y más. De ese sector, 3 704 998 personas son analfabetas; 8 942 168 no han concluido la primaria; mientras que 16 068 869 aún no terminan su educación en secundaria.
Importancia de la educación
Las personas que no concluyeron su educación básica están en desventaja con respecto a las personas que sí lo hicieron. Las consecuencias pueden verse reflejadas en situaciones de desigualdad de oportunidades, marginación y pobreza, se advierte en el libro Rostros del rezago.
Asimismo, señala que el problema del analfabetismo y del rezago educativo en México ha dejado de ser un problema social, es un derecho humano que “es necesario atender para lograr que quienes se encuentren en esta situación ejerzan su derecho a recibir educación básica y permitan alcanzar su desarrollo individual y social”.
Uno de los autores del libro que se publicó en octubre del año pasado es el exsecretario de Educación Pública, Otto Granados Roldán, y señala que el analfabetismo no se reduce a la lectura y la escritura, sino que es necesario “mejorar las habilidades y competencias digitales, así como el aprendizaje de un segundo idioma”.
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