El caso de Venezuela nos demuestra cómo la intervención de organismos internacionales para tratar de proteger la democracia en un país es muy poco eficaz.
Efectivamente, hay muchos que confían en que esos organismos o las asociaciones mundiales pueden participar para evitar un fraude electoral totalmente obvio, como es el que está ocurriendo en Venezuela y que fue legalizado en los días pasados por un organismo dependiente totalmente de ese gobierno. El fraude se da pese a que ha habido declaraciones internacionales, diciendo que no se pueden aceptar los resultados que están validando al señor Maduro.
Las declaraciones de organismos internacionales han sido totalmente inútiles. La Organización de los Estados Americanos (OEA) ha rechazado aceptar como verdaderos estos resultados. También ha habido declaraciones casi unánimes de la Unión Europea diciendo que, en Venezuela, se está atropellando la democracia. Se tiene el reconocimiento oficial del gobierno de Estados Unidos al candidato opositor, Edmundo González Urrutia, como el presidente legítimo. Y varios organismos de Naciones Unidas hablan en el mismo sentido.
¿Y cuáles son los resultados? Prácticamente ninguno. Apoyado en el ejército y un control sin contrapesos de la política del país, el señor Nicolás Maduro está imponiendo su opinión. Rechaza totalmente estas opiniones. Y, por otro lado, un grupo de gobiernos de izquierda, entre los cuales están México, Brasil y Colombia, rechazaron la actuación del señor Maduro y están proponiendo una serie de opciones. Y nos encontramos con que, con total desprecio, Maduro ha rechazado su intervención.
Aparentemente, todas las acciones han sido inútiles. Queda, por supuesto, la posibilidad de una intervención militar como las que hubo en el pasado en Honduras y en Panamá, para tratar de quitar a presidentes que estaban trabajando de acuerdo con los narcotraficantes. Mientras tanto, Maduro sigue firme en el poder y, además, amenazando con meter a la cárcel a más opositores, como lo ha hecho los días anteriores.
¿Por qué es importante este análisis? Porque nuestro gobierno busca eliminar los posibles contrapesos que pueda tener para imponer su posición a la sociedad, ignorando los derechos de las minorías. No tener contrapesos le da la facilidad para desconocer otras opiniones.
¿Cuáles son las lecciones para México? Escucha uno a ciertos sectores que tienen una gran confianza en estos apoyos internacionales. Se escucha a quienes dicen que los Estados Unidos no permitirán que haya una dictadura socialista en sus fronteras. Tampoco podrán evitarse las sanciones que puedan poner Naciones Unidas o la Organización de Estados Americanos, aseguran. Y la prueba de que esas gestiones son inútiles, se ve en muchos lados, no solo en el caso de Venezuela.
Rusia invadió, impunemente, a Ucrania, por lo menos hasta ahora. Y recibió toda clase de sanciones, desconocimientos y críticas de la mayoría de los países del mundo. ¿Y cuál ha sido el resultado? Ha sido totalmente inútil. Han absorbido las sanciones económicas, y la mala imagen internacional les ha importado muy poco. Se podría concluir que la fuerza que tienen esos organismos internacionales no va más allá de la fuerza bruta. Es lo que está ocurriendo en el caso de Ucrania, donde se está sosteniendo el armamento y abastecimiento del ejército de ese país. O sea que la única solución posible es recurrir a la fuerza armada.
Hay que tener muy claro que nos podemos enfrentar una situación similar a la de Venezuela con facilidad. Sobre todo, cuando la ley no tiene fuerza, porque el gobernante, que es el comandante supremo de las fuerzas armadas, puede ignorar impunemente cualquier tipo de actuación internacional, con la excepción del recurso a la guerra.
La única solución, desgraciadamente, es de muy largo plazo: una sólida cultura democrática y el imperio de la ley. La solución está en leyes reconocidas y respetadas casi unánimemente por la población. Es muy difícil encontrar que, salvo casos de intervenciones armadas como las guerras mundiales, se haya logrado quitar a un gobierno que insiste en ignorar la ley.
El respeto de la dignidad humana es el fundamento de las leyes. Y si no tenemos esto en nuestra sociedad, la única solución es construir el imperio de la ley desde las raíces. Instaurar el respeto por la dignidad humana de manera intachable. Un proceso lento y difícil, que probablemente tome décadas. Razón de más para empezar de inmediato.
Esa es la situación con la que nos encontramos en este momento en nuestro país. ¿Qué todavía estamos a tiempo? Probablemente, sí. Una proporción importante de la población todavía respeta los conceptos fundamentales de la legalidad. Y exigen la democracia. Aunque hay muchos que creen que la democracia solamente se mide por el número de votos que ha logrado un partido.
Te puede interesar: Las odiadas ONG’s
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com
Facebook: Yo Influyo