El partido Morena no es, como se ha dicho y repetido una organización monolítica, como sí lo fue en sus buenos tiempos el PRI, el partidazo, cuya disciplina interna era la práctica. Si al PRD se le acusaba de ser un partido de “tribus”, muchas de ellas emigraron al movimiento interno que creó Andrés Manuel y que luego convirtió en partido. Morena es una organización de tribus, aunque en general y por ahora sometida al control de una sola persona que lo fundó, y cuya voluntad imperial se obedece, pero que está ya sujeta a un “veremos”.
Con todas las trampas, manipulaciones y demás que llevaron a Claudia Sheinbaum a ser declarada presidente electa, y que el primero de octubre termina el sexenio de Andrés Manuel, el poder interno y las estructuras de lealtades e intereses se dividirá entre quienes sigan incondicional o condicionalmente al Peje y quienes se sumen o sometan al poder real de la nueva presidente, que tendrá a su servicio los mismos recursos presidenciales que ahora tiene Andrés Manuel: mucho dinero, organización, fuerza pública, micrófono sin restricciones, control de medios de comunicación y la obediencia y sumisión de servidores públicos que tendrán poder real también y muchos recursos del Estado. Y entonces sí: a ver quién gana y en qué entre Claudia y Andrés Manuel.
López Obrador se irá del Palacio, pero seguirá teniendo mucho poder a través de sus redes internas de Morena y hasta de personas fuera del partido, sus beneficiarios. Su obsesión de poder es bien conocida y aún dejando de ser lo que fue la aspiración de su vida, ser presidente, hará todo lo posible por seguir ejerciendo poder político si puede “detrás del trono” o frente al trono del Palacio Nacional de Claudia.
¿Con qué cuenta y contará Andrés Manuel para tener poder? Por una parte por sus auténticos “amlovers” para quienes sus deseos, su palabra, son ley. También por quienes han logrado enormes beneficios de todo tipo, sobre todo de dineros mal habidos y posiciones de poder a través del país. Muchos de ellos pensarán que podrán seguirse enriqueciendo y empoderando bajo la influencia del mismo. Y luego estarán los que tendrán miedo de represalias si no lo obedecen, ya ha hablado de ellas y amenazado a sus cómplices en varias ocasiones. “Si yo me hundo, ustedes se hunden conmigo” dicen que dijo.
Con esos grupos de seguidores, el Peje podrá no sólo imponerse en lo posible a su sucesora Claudia en la presidencia, sino que podría enfrentársele con el apoyo de sus miles de incondicionales. Aunque sea para mal del país, pero no se puede dejar de reconocer su liderazgo real ante miles de seguidores y millones de amlovers y beneficiarios de “sus” programas sociales. Podría inclusive hacer movilizaciones sociales en el país para lograr sus fines personales y grupales sin dar siquiera la cara.
Y esta guerra de poderes, el fáctico de López Obrador y el oficial de Claudia Sheinbaum de hecho ya ha empezado detrás del escenario público político y mediático. Andrés Manuel ha preparado la continuación extraoficial de poder para después del 1 de octubre. Nada de que se va de la política, una oferta que ya había hecho antes y que nunca cumplió.
Claudia sin duda también se prepara para evitar someterse en lo posible a la voluntad de López Obrador, y no sabemos hasta dónde será sumisa como muchos piensan, que será su marioneta sin voluntad propia que valga. Eso frente a quienes creen que Claudia tratará de imponerse utilizando su poder presidencial, aunque deberá enfrentarse a lo que decidan y hagan muchos de sus subordinados formales en la administración pública y en el partido, que seguirán siendo leales a su gran promotor y paterfamilia llamado Andrés Manuel, que podrán boicotear sus órdenes subrepticia o abiertamente.
Por otra parte, Andrés Manuel ha cometido varios delitos tipificados en la ley, que si se persiguen y juzgan lo llevarían a la cárcel. Un caso típico es haber ordenado liberar a Ovidio Guzmán: violó la legislación penal federal. Pero estaría por verse si Claudia quisiera perseguir penalmente a su promotor y padre político, lo que se ve por ahora como casi imposible. Se le vendría encima el mundo de amlovers.
Ahora bien, Claudia tendrá a su favor un enorme poder político externo que no quiere, pero nadita, a López Obrador: el gobierno de los Estados Unidos. Este gobierno le tiene reservadas al Peje no solamente venganzas por sus ataques abiertos y ofensas, sus apoyos a dictadores detestados por los EUA, sino investigaciones sobre sus nexos con organizaciones criminales del narcotráfico que tanto afectan a ciudadanos de Estados Unidos. Bien pueden los políticos vecinos del Norte convertir sus investigaciones en acusaciones directas y en órdenes de aprehensión en contra de López Obrador, un panorama que se ve más que posible y ya en marcha.
Ante el poderío e influencia del gobierno estadounidense en el mundo, Andrés Manuel no puede hacer nada si ese gobierno decide no solamente tomar venganza en su contra, sino poner un ejemplo al mundo de cómo trata y tratará a quienes dañan a su población con el tráfico de drogas, en especial el fentanilo. Andrés Manuel terminaría escondido o cobijado por sus amigos dictadores o bien preso en los Estados Unidos hasta de por vida, por notas rojas de la INTERPOL fuera de ese país. Claro que el gobierno morenista de Claudia podría protegerlo dentro de México de ser arrestado para extradición, pero el poder de Andrés Manuel se vería inclusive desparecido. Alea iacta est: la suerte está echada.
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