El 23 de agosto de 2024 pasará a la Historia como un “viernes negro”. Es el día en el que -irresponsablemente- siete consejeros del Instituto Nacional Electoral, sin argumentos técnicos sólo políticos, asignaron una sobrerrepresentación a la coalición oficialista que no refleja el resultado de las elecciones del 2 de junio. Se demostró por cuatro valientes consejeros (dos mujeres y dos hombres) que, con una asignación distinta a la instruida por la Secretaría de Gobernación, podría resolverse la composición del Congreso, sin llegar a los absurdos matemáticos, políticos y jurídicos del dictamen y así, cumplir con la obligación de apegarse a los principios constitucionales de autenticidad del sufragio y de pluralidad. Pero triunfó la irresponsabilidad política y ética de siete consejeros que, sin argumentos técnicos, destruyeron la democracia y dejaron al Estado mexicano en una situación de indefensión cuyas consecuencias se harán pronto evidentes.
Por si esto fuera poco, el mismo viernes, una atropellada Comisión de Puntos Constitucionales aprobó el dictamen que elimina órganos constitucionales autónomos que tienen como fin proteger y garantizar derechos humanos establecidos en nuestra Constitución.
Estamos ya ante un sistema político autoritario que pudo y debió tener límites. Sin embargo, siete consejeros impidieron que fuera así. Esta irresponsabilidad estuvo acompañada de un silencio cobarde mientras e representante de Morena amenazaba a los consejeros disidentes con promoverles un juicio político. Una probadita de lo que nos espera con mayor frecuencia: el uso faccioso del poder para fines políticos.
Es cierto que muchas cosas se debieron hacer antes, es cierto que la ciudadanía debimos haber previsto estos alcances y actuar con mayor organización, pero sin duda, la mayor responsabilidad recae en quienes tenían a su cargo el cuidado de la democracia de nuestro país, a partir de su cargo público y quienes tomaron la decisión de conceder a una fuerza electoral lo que nadie les otorgó en las urnas. La historia de México o va a registrar.
Es cierto que falta lo que diga el Tribunal Electoral del Poder Judicial. De los cinco magistrados, dos han demostrado valientemente su independencia en la toma de decisiones; a los otros tres no les conozco ninguna decisión valiente, pero esta vez tienen la oportunidad de mirar a la Patria, a nuestra Patria, y demostrar que están a la atura del cargo que les ha sido conferido.
Es increíble que en Morena, que en el gabinete saliente y entrante, que entre los legisladores no haya una sola voz valiente y sensata que pare este proceso de destrucción de México.
¿Para qué reclamamos, para qué nos manifestamos, para qué votamos en contra? Para decirle a México y al mundo que en nuestro país hay ciudadanos valientes que no guardaran un silencio cómplice frente al atropello de los derechos y la anulación de las libertades. Así es que escojan sus causas y defiéndalas, decidan sus trincheras y preparémonos. No soltemos a México, que nos necesita más que nunca.
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