El uso faccioso de la paridad

Mientras para algunas personas la paridad es una lucha para conseguir la igualdad entre hombres y mujeres, las cúpulas partidistas de prácticamente todos los partidos la han usado como un peligroso instrumento que premia o castiga, según sea el caso, a fieles y adversarios políticos.

¡Cómo no recordar el caso de las “Juanitas” del año 2009, cuando varias mujeres electas como diputadas federales fueron obligadas a renunciar para ceder sus espacios a los varones —sus suplentes—, ¡considerados en realidad “dueños de las candidaturas”!

Curiosamente el término se acuñó por una situación inversa: Rafael Acosta, mejor conocido como “Juanito”, fue el instrumento de la simulación de Andrés Manuel López Obrador en el caso de Iztapalapa, con la entonces aspirante a la alcaldía y ahora electa jefa de gobierno de la CDMX, Clara Brugada.

En las miles de batallas emprendidas para que se reconozcan nuestros derechos y también nuestra aportación a la democracia mexicana, muchas son las barreras que se han derribado, pero también muchos son los muros que se han levantado para impedir que este país sea más igualitario, a pesar de que hay leyes que ya contemplan la paridad (lamentablemente, no hay ley que cambie conducta humana).

Como ejemplo tenemos el acuerdo sobre paridad y alternancia del CEN del PAN respecto al proceso interno para renovar las dirigencias estatales —que, dicho sea de paso, una gran parte tuvo los peores desempeños electorales para nuestro instituto político—, en el cual los criterios aplicados nada tienen que ver con la lucha por los derechos de las mujeres.

Quienes sabemos cómo están las batallas internas de Acción Nacional, entre quienes desean que se viva la democracia partidista y tengamos una oposición fuerte, y quienes lo único que pretenden es mantenerse en los cargos de dirección para la interlocución con el oficialismo, leemos ese acuerdo con profundas preocupaciones.

Es evidente que varios de los espacios etiquetados para mujeres sólo tienen el fin de inhibir a actores políticos que no pertenecen a la cúpula y, en otros casos donde la convocatoria es mixta, se pretende legitimar sólo el acuerdo de unos cuantos, que incluso sirven de negociación para la contienda nacional.

Es lamentable que no se comprenda la enorme responsabilidad que tiene la oposición con el país, de contar con partidos políticos creíbles, prestigiados, organizados, que sean el vehículo para la participación política de los mexicanos, con el propósito de que sean atendidas sus demandas ciudadanas.

Lamento aún más la falta de visión y compromiso de quienes encabezan las áreas y órganos del partido que se supone fueron creados para impulsar, apoyar y contribuir a la formación de las militantes mujeres.

Mientras no se entienda que nosotras tenemos el mismo derecho para asumir responsabilidades y tomar decisiones de bien común, la pregonada paridad no dejará de ser parte de los discursos que sólo adornan eventos pero que colapsan en la realidad. No cabe duda que mucho camino hay todavía por recorrer para terminar con el uso faccioso de esta palabra.

Por lo mismo, estoy convencida de que será la propia militancia la que impulsará y logrará el cambio que las cúpulas no están dispuestas a hacer.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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