La salud pública en México es del tipo Frankenstein

¿Cuántas veces hemos escuchado al presidente López Obrador afirmar que, al término de su mandato, dentro de 53 días, el sistema de salud en México será de los mejores del mundo, como el de Dinamarca?

Pero la realidad es otra completamente diferente.

A la llegada del gobierno cuatrotero, por consigna y con el absurdo argumento de que se pretendía terminar con la corrupción, se dedicaron a desaparecer todo aquello que servía a los mexicanos, entre ellos el Seguro Popular. Mismo que con las fallas que pudiera tener, daba un servicio a millones de mexicanos que se encontraban fuera del sistema IMSS, ISSSTE o cualquier otro servicio médico para los trabajadores y sus familias.

Cabe recordar también sobre la calidad del servicio que instituciones de beneficencia como la Cruz Roja daban a la población, y que ahora, sin los apoyos gubernamentales que recibían de anteriores gobiernos, se ha visto mermada.

Y mucho tiene que ver la falta de gasto público en materia de salud, por ejemplo, en 2023 el gasto en salud en México fue de 808 mil millones de pesos (mdp), un 3,4% menos que en 2022. Este gasto representa el 2.7% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, a pesar de que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) recomienda que los países destinen al menos el 6% de su PIB a la salud.

Pero más grave aún, es que la inversión pública en el sector salud se ha reducido considerando el tamaño de la economía, de 3.3 % del PIB a inicios del milenio hasta 2.7 % en 2023.

En consecuencia, el suministro de medicamentos y material médico es un caos, que ni con el show de la llamada megafarmacia ha podido cambiar la percepción de los mexicanos, pues existen clínicas de salud y hasta hospitales públicos en los que es necesario que las familias de los enfermos lleven hasta el material de curación. Esta Macro Farmacia es un gasto inútil más del gobierno federal, pues lejos de resolver los problemas de abasto de medicamento solo genera un gasto adicional que no ha servido para algo.

No podemos olvidar la falta de inversión y el descuido casi total que se tiene en la infraestructura hospitalaria que ha generado no solo incomodidades para los usuarios al tener que recibir atención en las salas de espera por falta de espacios suficientes, sino hasta muertes por las fallas de equipo, como aquellos que murieron al desplomarse el elevador de un hospital del IMSS.

¿Y qué tal el apoyo otorgado al gobierno cubano disfrazándolo de inversión en salud, enviando millones de pesos a la isla a cambio de “personal médico” que no tiene la capacidad requerida? Otro gasto inútil.

Hace unos días un medio de comunicación escrito de circulación nacional evidenció que entre los años 2022 y 2023 el gobierno dejó caducar 138 mil tratamientos para el COVID, lo que ha tenido un costo al erario público de más de 705 millones de pesos, pero lo más grave es que en ese período fallecieron más de 15 mil mexicanos por ese padecimiento, mismos que tal vez hubieran salvado su vida de haberles otorgado el medicamento.

¿Y qué decir de los miles de personas que perdieron la vida por un mal manejo de la pandemia de COVID y por la falta de medicamentos para el cáncer?

Por eso considero que las razones del gobierno para soñar en un sistema de salud pública de primer mundo y anunciarlo “con pompo y platillo” no tienen el menor fundamento que no sea lograr manejar la ilusión de un pueblo al que hace 6 años se le ofreció un futuro mejor, acusando a los gobiernos anteriores de ser tan, pero tan corruptos que el actual debía exterminar todo lo creado anteriormente y que así se viviría mejor.

Concluyendo el tiempo otorgado a López Obrador para que hiciera las mejoras prometidas, en materia de salud pública no sólo no se logró algo mejor, sino que verdaderamente el pueblo se encuentra peor.

Por eso afirmo que la salud pública en México es del tipo Frankenstein, como en la famosa novela de la británica Mary Shelley, pues se dice que “en ella se cuestiona la naturaleza humana, los límites de la ciencia y la responsabilidad social de sus actuaciones, es a la vez metáfora y reflejo de una sociedad herida y testimonio crítico de cómo la ciencia manipula la naturaleza, incluso la humana”, y la 4T manipula la verdad, la inversión y la ciencia para crear un monstruo institucional llamado Salud Pública.

Es mi opinión, el gobierno federal ha salido muy bueno para vender ilusiones, pero pésimo para dar resultados sobre todo en temas tan delicados como la salud pública, lo triste es que pareciera que no muchos lo vemos así.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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