Al igual que el ejército de Aníbal, 30 millones de votos pudieron cimbrar al sistema y poner de rodillas a nuestra República. Lamentablemente es un gigante con pies de enano y barro.
Decía Nicolás Maquiavelo en su obra El Príncipe: “Cuídate de los mercenarios”.
El 2 de agosto se celebra un año más de la batalla de Cannas. No es que sea una efeméride importante que se celebre actualmente en algún lugar hoy en día, tal vez como una cuestión turística tal como sucede con las Guerras Cántabras allá en España. Pero el suceso histórico sirve para el análisis.
En el siglo III a. C. durante el contexto de la II Guerra Púnica entre cartagineses y romanos, el general Aníbal Barca parte de lo que era Hispania, por toda la costa mediterránea, sumando pueblos contra la República Romana.
De esta forma, juntó un enorme ejército que cruzó los Alpes y al que solamente Quinto Fabio Máximo puedo hacerle frente con una estrategia de contención. Sería el inicio de la guerra de guerrillas y por la cual George Washington sería nombrado el Fabio de su época.
A Fabio no le dio tiempo, ya que el Senado lo nombró dictador por 6 meses, y al cumplir su tiempo fue sustituido por Cayo Terencio Varrón y Lucio Emilio Paulo quienes serían catastróficamente derrotados en Cannas en el año de 216 a. C.
Esta victoria del general Aníbal abrió las puertas a Roma para tomarla y así Cartago quedaría como la potencia que prevalecería en el Mediterráneo. Se calcula 70 mil soldados muertos por parte de Roma, entre ellos el general Lucio Emilio.
Un hecho que no se consumó y a lo cual uno de los comandantes del general cartaginés atinó a decir; “Aníbal, sabes ganar guerras, pero no sabes disfrutar de la victoria”.
¿Por qué Aníbal no tomó Roma cuando ya no había quien se le opusiera? La respuesta es muy sencilla, en ese viaje donde se reclutó pueblos desde la península ibérica a la itálica se recibió a puro mercenario. Y el mercenario prefería batallas cortas y botines grandes. El sitio a Roma estaba condenado al fracaso.
El presidente de la República llegó con un considerable bono democrático, de eso no cabe ninguna duda. Sin embargo, es sabido por todos que ese voto fue producto de la compra, lavando el dinero del narcotráfico y del crimen organizado.
Prueba de lo anterior están los casos de personajes obscuros como Carlos Lomelí en Jalisco o Jaime Bonilla en Baja California. El jefe del ejecutivo podrá ser un animal político pragmático y muy perseverante, sin embargo y, para haber estudiado Ciencias Políticas, olvida la premisa maquiavélica al respecto.
Al igual que el ejército de Aníbal, 30 millones de votos pudieron cimbrar al sistema y poner de rodillas a nuestra República. Lamentablemente es un gigante con pies de enano y barro. ¿Por cuánto tiempo podrá seguir comprando el voto? ¿Hasta cuándo les alcanzará el dinero para hacerlo?
Es por ello que, el gobierno de la 4t se tambalea ante la falta de propuestas políticas, sociales y económicas y con un apoyo cuyo amor durará mientras haya dinero. Supieron ganar los comicios del año pasado, pero no sabrán convencer a ese electorado que les brindó su confianza. Al tiempo.
Te puede interesar: Sexualidad, género y pasión igualitaria
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com