El día de la pedida de mano, la mamá de Conchita lloraba porque tendría que dejar las muchas actividades y el tiempo que compartía con su hija, y su papá le preguntaba si en verdad estaba segura de lo que quería para saber que les respondería, y ella le dijo que no tenía ninguna duda de quería casarse con Pancho.
El matrimonio siempre implica un riesgo, así sea que en el papel suene como la unión más perfecta porque se haya tenido un muy buen noviazgo, sea corto o largo, porque vivir ya bajo el mismo techo y con un destino común desde ese momento hasta la muerte implica mucha dedicación y trabajo en conjunto, donde no pueden faltar virtudes como la comprensión, la generosidad y la confianza entre muchas otras.
El largo noviazgo había sido muy conveniente para que Pancho que provenía de una familia poco religiosa creciera mucho en la fe, lo que sería fundamental para que los nuevos esposos se pudieran comprender mejor, ya que de otra manera hubiera resultado muy difícil la convivencia, porque Pancho no hubiera podido comprender la intensa espiritualidad de Concha.
Pancho pese a esos nueve años de noviazgo no había podido cambiar mucho la percepción de su mamá y sus hermanas, que seguían insistiendo en que seguramente Concha por ser de una familia rica, una vez casados le iba a empezar a exigir lujos que él no podría darle, y que esto a la larga haría que Concha y su familia lo menospreciaran, y aunque Pancho conocía la sencillez del alma de Conchita, que pese a su posición nunca fue vanidosa ni deseaba lujos para ser feliz, tanta insistencia de su familia le hacía en el fondo tener un poco de temor de que eso que le decían pudiera ser una realidad en el futuro.
El día de la pedida, la mamá de Conchita lloraba porque tendría que dejar las muchas actividades y el tiempo que compartía con su hija, y su papá le preguntaba si en verdad estaba segura de lo que quería para saber que les respondería, y ella le dijo que no tenía ninguna duda de quería casarse con Pancho, porque aunque no era rico como muchos de los amigos que tenía y que seguramente más de uno le hubiera propuesto matrimonio, ella quería a Pancho porque era un hombre muy bueno.
La pedida transcurrió con una cena muy deliciosa con la presencia de los padres y algunos de los hermanos de los futuros esposos, no todo fue tan perfecto porque a la mamá de Concha se le salían unas lagrimitas de cuando en cuando y la mamá de Pancho estuvo muy seria toda la noche, y se fijó la boda para ocho meses después.
Días después cuando Pancho empezaba a planear la compra de algunos muebles, Conchita le dijo que no se preocupara, que sus papás le habían dicho que como regalo de bodas les darían una casa totalmente amueblada, así que Pancho solo compró un escritorio muy bonito que siempre había deseado tener.
Al fin llegó el 8 de noviembre de 1884, día fijado para la boda, la noche anterior Conchita rezó durante varias horas encomendándose a la Virgen y a Jesús para que pudiera ser una buena esposa, y el día de la boda muy temprano fueron los novios a comulgar después cada uno se fue a su casa a arreglársela con un precioso vestido blanco, llegó a la Iglesia del Carmen en un carruaje descubierto, lucía preciosa y Pancho se sintió verdaderamente deslumbrado, la boda la ofició el tío de la novia el canónigo don Luis G. Arias, hermano de su madre. Después de la misa se fueron a la casa de los papás de Conchita para la boda civil y recibir las felicitaciones y los regalos según la costumbre de la época, por donde desfiló lo más selecto de la sociedad potosina. De ahí salieron a la “Quinta de San José donde se sirvió un espléndido banquete y un gran baile.
Durante la fiesta se le ocurrió a Concha decirle a Pancho que le pedía dos cosas: Que la dejara ir a comulgar todos los días y que no fueran celosos. Ya por la noche Octavio el hermano de Concha se acercó a los novios y les dijo que había un coche esperando para llevarlos a su casa, a la cual llegaron y la encontraron llena de flores y listones de colores y luces, así se iniciaba la historia de esta nueva familia.
Te puede interesar: Conchita, Capítulo VIII: Una horrible tragedia familiar
* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com