Recuperar la identidad del PAN… ¿qué es eso? Primero es importante reflexionar el por qué se puede hablar de esa recuperación, y es muy fácil. Porque a través de los años recientes, en particular los de este siglo XXI, muchos, no todos, pero sí demasiados dirigentes de este partido han actuado en contra de la doctrina que dio origen a Acción Nacional, y que llevó durante muchos años a grupos de soñadores a convertir a México como una patria ordenada y generosa, al servicio del bien común.
Y el alejamiento de los principios de doctrina y del actuar en favor de México es una historia que no solamente ven y señalan los “buenos panistas”, de los que ha habido y hay muchos en la militancia y entre los simpatizantes que lo apoyan y le dan sus votos, sino la población que vota. Son muchos los comentaristas, columnistas y otras personas que con ojos analíticos señalan estos hechos de que el panismo ha actuado en sus dirigencias más a favor de sus intereses personales y de grupo que los de nuestra patria.
Y una de las principales quejas es la sistemática destrucción de la democracia interna del partido. Desde hace ya muchos años, demasiados, sí, demasiados comités del PAN se han convertido abiertamente en bien organizados beneficiarios del partido. El control político interno, que está en manos de muchos de los calificados como “padroneros”, es decir dirigentes que tienen el control de los padrones de militantes, es causa de graves omisiones doctrinales en cuestión de política partidaria, legislativa y de gobierno.
El viejo principio de que no se puede tapar el sol con un dedo aplica a lo señalado. Y por eso el partido ha caído en desprestigio y pérdida de apoyo en las elecciones de muchos años. Dentro del partido se han tolerado incompetencias, abusos en la usurpación personal y grupal de bienes y servicios por personas colocadas en cargos públicos (militantes o no). Y peor aún: corrupción que ni se persigue ni se castiga, sea internamente o por las instituciones de lucha contra esta plaga.
El descarado reparto de cargos entre “cuates” (llamado por los críticos como cuatismo), tanto dentro del partido como para candidaturas y cargos públicos, es una práctica que siempre Acción Nacional criticó al famoso “partidazo” durante los años en que el PRI tenía el control político total o así total en México. Pero a quienes se reparten cargos y canonjías esto no les ha preocupado, ni siquiera para tratar de, en algo, salvar la cara del descaro.
Pero sobre todo lo anterior está el olvido de los principios doctrinales, en la práctica sobre todo legislativa y de políticas de gobierno, para que el panismo demostrara, en la “Real Politik”, en la práctica, que se actúa en favor del bien común, solidaria y subsidiariamente, y que sobre todo se pone la lucha por la dignidad de la persona humana, defendiendo la vida, la familia y el matrimonio naturales, ante la avalancha agresiva de los retrógrados que ridículamente se hacen llamar progresistas o progres.
Si, Acción Nacional debe, en honor a su propio ser como organización ciudadana en la política nacional, recuperar su identidad, esa por la que durante muchos años ciudadanos conscientes confiaron votando a favor de candidatos del panismo. Y lo que no se puede hacer, si en realidad se quiere no solamente recuperar la identidad partidaria, sino evitar que su imagen siga cayendo frente a la ciudadanía, es hacer pantomimas, falsas acciones para lograrlo.
Y algo muy importante, “de primaria”, es que no son las declaraciones que se hagan sobre volver a la esencia del panismo, sino las acciones en ese sentido lo que cuenta. Aplica el principio de que obras son amores, no buenas razones. No, las declaraciones de volver a la esencia panista no sirven más que para acusar de mentirosos a quienes ofrezcan sanear al partido pero no hagan las difíciles acciones que respalden los dichos.
Si para empezar no se recupera la destruida (intencionalmente lo ha sido) democracia interna, las decisiones colegiadas tomadas en favor de políticas estrictamente apegadas a los principios de doctrina, la militancia seguirá no solo decepcionada y frustrada como lo está en su, lamentablemente, mayoría, sino que en vez de ganar nuevos militantes entre ciudadanos que simpatizan con el verdadero panismo, se perderán muchos de ellos.
Algo que Acción Nacional requiere, es una militancia activa en la vida colectiva de comunidades, barrios, ciudades, con participación real, no simbólica en acciones que pongan en verdad y no en imagen que el PAN busca una patria generosa, por medio de sus acciones. Pero la militancia no hará, salvo honrosas excepciones, nada de esto si no lo ejemplifican los dirigentes nacionales y locales.
Pronto habrá elecciones internas de Acción Nacional, a todos los niveles, y si quienes han tenido al partido hundido con prácticas contrarias al espíritu del mismo, se aferran al poder para seguir usufructuando los beneficios y prerrogativas que los cargos conllevan, el panismo caerá en un proceso suicida, perderá militantes, apoyos populares, votos y hasta el propio registro. Los “buenos panistas” no quieren eso, y están en el legítimo derecho de exigir a quienes tienen el poder interno a corregirse o irse a casa, a dejar ser una vergonzante oligarquía. Porque lo que no son capaces de comprender quienes se sienten dueños del PAN, es que dejar que el partido se vaya acabando es como dejar morir, o matar, la famosa gallina de los huevos de oro.
Es muy válida la afirmación de que ahora más que nunca, ante la dictadura morenista que se avecina (frente a la cual palidece la vieja “dictadura perfecta” priista), la auténtica acción política por la democracia, el bien común y los derechos de las personas, decidirá no sólo el futuro de un partido, sino de una nación entera. Toca ahora una gran lucha en favor de la democracia, el respeto a las leyes y a las instituciones. México necesita ese panismo auténtico.
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