Salvador Abascal hace las correcciones de los datos erróneos de un periodista para entender el sinarquismo en México.
A propósito de un artículo del columnista Fabrizio Mejía Madrid, aparecido en la revista Proceso.
Lo que dice Mejía denota, además de ese rencor gratuito contra el Salvador Abascal I., una enorme ignorancia de la Historia de México, lo cual hace quedar en entredicho la vocación histórica periodística de Proceso. Le pregunto a Mejía: ¿Cómo es que el presidente Ávila Camacho consintió en “otorgarle al c. Abascal “su tierra utópica” en Baja California Sur, para que este último le cediera esa misma tierra a las potencias del Eje (léase Hitler, Mussolini y Japón), para que ellas a su vez construyeran allí una base militar?
Además de calumniar a Abascal y a su movimiento, Mejía hace suponer que Ávila Camacho cometió una imperdonable traición a la Patria que nadie hubiera pasado por alto en esa época, ni siquiera en su propio partido. Al respecto, Jean Meyer apunta:
“Todo esto no basta para hacer de la Unión Nacional Sinarquista un movimiento fascista (habla de su nacionalismo) Los contemporáneos, adversarios de la UNS la han considerado, sin embargo, como ‘un fascismo mexicano’, como una ‘quinta columna’ que preparara la invasión de América por las potencias del Eje”.
Sin embargo, los servicios secretos norteamericanos han vigilado escrupulosamente esto, y sus conclusiones son inapelables: aseguran (que la UNS) no mantiene contacto alguno –sigue citando ni con los alemanes ni con los japoneses.
Ya en junio de 1940, la conclusión es categórica: ‘A la hora actual. No existe relación alguna entre el Sinarquismo y el nazismo’ (Military Intelligence Division, OSS, 2801-304/23 del 4 de junio de 1940).
El más duro de todos los jefes sinarquistas, Abascal, afirma en mayo de 1941: prosigue Abascal, en la cita de Meyer:
“Nos llaman nazi-fascistas, pero no existe en México un movimiento más sinceramente antinazi que el Sinarquismo. Somos nacionalistas radicales y no buscamos al exterior modelos que imitar ni amos a quienes servir” (Jean Meyer, Op. Cit., p. 131).
Salvador Abascal Infante se refiere al mismo tema en su libro Mis Recuerdos (Volumen de casi 800 páginas, que en ningún momento refiere, como debería hacerlo quien se proponga buscar la verdad histórica; Mejía no lo hace).
“Dicen los diputados comunistas que en Baja California constituiríamos los sinarquistas el más grave foco de propaganda nacista contra México y el Continente. Afirmar tal cosa es señal de una ignorancia verdaderamente admirable […] es una villanía acusarnos de nazistas, sabiendo perfectamente que no somos más que profundamente patriotas. Repetiré por centésima vez que somos antinazis por la misma razón por la que somos anticomunistas: nazismo y comunismo son tiranías que ninguna ventaja nos ofrecen ni pueden darnos y son enemigas de lo que más queremos como mexicanos y como católicos, pues el nazismo y el comunismo odian o desprecian a nuestra raza mestiza y nuestra religión católica, y sueñan con el dominio universal” (Ed. Tradición, México, 1980, pp. 352-353).
Por lo demás, Mejía no se ocupa realmente por indagar algunas reflexiones de historiadores objetivos como H.E. Davis:
“El Sinarquismo utiliza de una manera muy eficaz y peligrosa, los deseos que la Revolución Mexicana no ha podido satisfacer. Moviliza a los sin trabajo, a los descontentos, a los pobres, a los jóvenes de clase media urbana, a los pequeños propietarios, a los campesinos sin tierra”. (The Enigma of Mexican Sinarquism en Free World, 5 de mayo 1943, p. 413)
Habla Mejía del “fracaso” de los primeros “mexicanos extranjeros” y se lo atribuye a la estrategia de Ávila Camacho que “negoció con una derecha que apoyó su lucha contra el Eje”. ¡Contradicción! Pues afirma Mejía que Ávila Camacho le cedió al sinarquismo una porción del territorio de BCS para sus propósitos. ¿En qué quedamos, Fabrizio?
Mejía ignora también que la naciente Colonia de María Auxiliadora fue visitada nada menos que por Lázaro Cárdenas (ya como expresidente) y por el general Mújica (gobernador del Territorio Sur de Baja California). Dice don Salvador Abascal, en carta dirigida a Juan Ignacio Padilla (insigne cofundador de la UNS):
“Expresaron (los mencionados, Cárdenas y Mújica) viva y sincera simpatía por nuestra obra. El Gral. Mújica es hombre muy cordial y noble (ya lo conocía). El Gral. Cárdenas es de corazón muy generoso: reconoció sin titubeos el mérito de la colonización, y dijo que había que olvidar rencores para trabajar todos de acuerdo por México”. (Op. Cit., p. 493. En la página 512 se puede ver una fotografía de la visita de los generales Cárdenas y Mújica con Abascal).
Es cierto que con la salida y renuncia del lic. Abascal la Colonia se desdibuja, pero no fracasa. Abascal renuncia a la Colonia al sinarquismo por la conspiración que en su contra urde un pseudo sinarquista de nombre Antonio Santacruz, a quien menciona Mejía como jefe de esa “derecha que construyó”, Ávila Camacho. (sic) Pero la Colonia María Auxiliadora no fracasó, asegura en sus memorias Abascal Infante:
“A pesar del sabotaje descarado del Comité, influenciado por Santacruz, la Colonia estaba en pleno desarrollo y progreso, en un año no habíamos padecido más que una deserción. A todos y cada uno de mis amigos, esto es, a la inmensa mayoría, los convencí de que se quedaran allí”. (Op. Cit. P. 687)
Desde hace muchos años, el que esto escribe ha viajado a Baja California Sur y, más específicamente, a María Auxiliadora y al Valle de Santo Domingo y es testigo del gran acierto que fue la colonización de esa parte del desierto de la península. Ciertamente, no se cumplió cabalmente el ideal de mi padre de fundar una colonia con vocación católica. Sin embargo, el descubrimiento del enorme potencial agropecuario del Valle de Santo Domingo (en el que está enclavado María Auxiliadora), fue gracias a la épica travesía colonizadora de Salvador Abascal Infante, mi valiente e incansable padre, y Guadalupe Carranza de A. mi admirada madre. Ambos se aventuraron a iniciar su vida de matrimonio en el desierto, con muy pocos recursos pero con una gran fe.
Cierto es que tuvieron muchas incomodidades y carencias, como es natural. Por ello deben seriamente cuestionarse Mejía Madrid y Proceso, ¿no es admirable el titánico esfuerzo de esos hombres y mujeres que con su obra sólo pretendían ensanchar la Patria y alabar a Dios? Una y otra cosas hicieron, y hubieran hecho mucho más si no se hubieran enfrentado a la miseria humana que trató de sabotearlos en todo momento.
Gracias a ellos el gobierno del Territorio y el gobierno federal empezaron tiempo después de la salida de Abascal Infante de María Auxiliadora, la construcción de la carretera transpeninsular.
La colonización de María Auxiliadora trajo también como consecuencia la fundación, ahí sí con recursos del Estado, de poblaciones que ahora son prósperas ciudades, que no existían entonces, como Ciudad Constitución, Ciudad Insurgentes, Villa López Mateos, Zaragoza, Puerto de San Carlos, etcétera.
El Valle de Santo Domingo se ha convertido en lo que ya empezaba a ser en tiempos de la colonización, un verdadero vergel. Esto fue reconocido en un emotivo discurso por el gobernador Agúndez del PRD*, en una ceremonia que se celebró en María Auxiliadora, en 2005, para develar una estatua de Salvador Abascal Infante y rendirle un homenaje, en presencia de doña Guadalupe Carranza de A., de Carlos M. Abascal Carranza y del que suscribe esta carta en pleno uso de nuestro derecho a réplica, mismo que se exige ante cualquier ataque público infundado y contrario a la verdad histórica.
Nota: por si la quieren leer, aquí va alguna bibliografía:
Cuadernos de Joaquín Mortiz, México, 1979
Meyer, Jean. El sinarquismo ¿un fascismo mexicano? Cuadernos Joaquín Mortiz. México, 1979
Abascal, Salvador. Mis Recuerdos. Tradición, México, 1980
Y de la biblioteca de la UNAM: El Sinarquismo: un movimiento Social Conservador por Francisco Reveles. HYPERLINK http://revistas.unam.mx/index.php/rep/article/download/59785/52724″
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