La maternidad subrogada representa “una grave violación de la dignidad y los derechos de las mujeres y los niños”, y la comunidad internacional debe sentirse llamada a reflexionar sobre la “urgencia de establecer una prohibición absoluta” de esta práctica, indicó Gabriella Gambino, subsecretaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en Ginebra.
Durante el encuentro ¿A qué precio? Hacia la abolición de los vientres de alquiler: prevenir la explotación y la mercantilización de mujeres y niños, organizado por la Misión Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas y la Fundación Caritas in Veritate, Gambino resaltó que existe un consenso mundial a favor de un enérgico juicio negativo sobre esta práctica incluso desde diferentes posiciones políticas, éticas y religiosas.
La representante de la Santa Sede centró su exposición en la necesidad de una planificación internacional para proteger a las mujeres y los niños de todas las formas de explotación.
La reunión tenía como objetivo reflexionar sobre la urgencia de una respuesta internacional al fenómeno de la maternidad subrogada, destacó Gambino.
El “turismo procreativo”, generado por la divergencia de las normativas de los Estados sobre gestación subrogada, sigue siendo la causa de la explotación transnacional de mujeres y niños a través de esta práctica, por lo cual es necesario promover un compromiso común para garantizar la protección universal de la dignidad y los derechos humanos fundamentales de las personas implicadas, agregó.
La subsecretaria vaticana citó la reciente Declaración Dignitas infinita del Dicasterio para la Doctrina de la Fe de la Santa Sede (abril del 2024), la cual señala que todo niño tiene derecho “a tener un origen plenamente humano y […] a recibir el don de una vida que manifieste la dignidad de quien la da y de quien la recibe”.
Reiteró que “no todas las formas de engendrar son lícitas y que no existe un ‘derecho al hijo’ en términos estrictamente jurídicos que pueda justificar cualquier práctica procreativa”.
Recordó los problemas asociados a la maternidad subrogada, desde la despersonalización y procedimiento del nacimiento hasta la comercialización y explotación de la mujer, por un lado, y la cosificación del niño, por otro.
Dijo que también es una forma de contractualización de las relaciones humanas fundamentales, destinada a afectar para siempre a la identidad y la vida de los sujetos implicados.
La subsecretaria vaticana citó la reciente Declaración Dignitas infinita del Dicasterio para la Doctrina de la Fe de la Santa Sede (abril del 2024), la cual subraya que todo niño tiene derecho “a tener un origen plenamente humano y […] a recibir el don de una vida que manifieste la dignidad de quien la da y de quien la recibe”.
Reiteró que “no todas las formas de engendrar son lícitas y que no existe un ‘derecho al hijo’ en términos estrictamente jurídicos que pueda justificar cualquier práctica procreativa”.
Gabriella Gambino destacó los problemas asociados a la maternidad subrogada que van desde la despersonalización y procedimiento del nacimiento hasta la comercialización y explotación de la mujer, por un lado, y la cosificación del niño, por otro.
También, aseguró que es una forma de contractualización de las relaciones humanas fundamentales, destinada a afectar para siempre a la identidad y la vida de los sujetos implicados.
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