Tomás Moro, patrono de los políticos

Una película que vi con agrado hace ya muchos años y que, cuando es posible, vuelvo a verla es “Un hombre para la eternidad” protagonizada por Robert Shaw y Paul Scofield.

Una película que trata acerca de la vida, personalidad y muerte heroica de un personaje a quien muchos no han sabido comprender: Santo Tomás Moro.

Y es que siempre que se menciona a dicho personaje, la mayoría suele recordarlo como un excéntrico que escribió un libro llamado “Utopía” donde se presenta un mundo fantástico ajeno por completo a la realidad.

Ahora bien, quienes saben algo más de la vida de Tomás Moro, lo recuerdan como el hombre a quien decapitó Enrique VIII de Inglaterra por oponerse a su divorcio.

No obstante, la personalidad de quien fuera Canciller de Inglaterra precisamente con Enrique VIII es tan rica que el pensador británico Chesterton llegó a decir que, conforme pase el tiempo, la vida, obra y martirio de Tomás Moro serían cada vez más conocidos y que sería en el siglo XXI cuando muchos le tomarían como punto de referencia.

Y vaya que tenía razón Chesterton puesto que el 31 de octubre de 2000 –a pocas semanas de iniciarse el siglo XXI- San Juan Pablo II propuso a Santo Tomás Moro como patrono de los políticos católicos.

Santo Tomás Moro fue un hombre que se mantuvo firme en la Fe, que supo resistir tanto halagos como amenazas y a quien no le importó perder su alta posición e incluso la vida con tal de dar testimonio del Evangelio de Cristo.

Un hombre que- a pesar de haber vivido hace medio milenio- resulta de gran actualidad en nuestros días.

Y es que en estos tiempos de tanta mediocridad y confusión moral e urgente que a los políticos se les presente como modelo a imitar a un personaje que, como Santo Tomás Moro, prefirió perder la vida antes que traicionar sus creencias.

Y es que el mundo político necesita modelos creíbles que muestren el camino de la Verdad en medio de las nieblas de la desorientación.

Santo Tomás Moro, fiel siempre a las legítimas autoridades, se distingue de los burócratas corruptos porque éstos prefieren servir al poder con tal de conservar su cómoda posición y prefieren servirlo aunque traicionen su conciencia.

No fue el caso de Santo Tomás Moro quien nunca tuvo duda puesto que siempre prefirió estar de parte del ideal de Justicia.

La vida, enseñanzas y martirio de Santo Tomás Moro no solamente son un templo para quienes se dedican a la política.

La vida, enseñanzas y martirio de este personaje constituyen un mensaje para el ciudadano común y corriente puesto que le exigen que participe en política y que no permita que gobernantes perversos o ineptos dirijan los destinos de la nación.

Si la gran mayoría de los ciudadanos se decidiera a participar en política exigiéndoles cuentas a los gobernantes, otra sería nuestra realidad.

Vale la pena citar una frase de Clemenceau, implacable perseguidor de la Iglesia en Francia, quien llegó a decir: “Si los católicos vivieran como piensan hace mucho tiempo que nos habrían aplastado”

Completaremos dicha frase de Clemenceau con otra que suele ser del dominio público: El malo es valiente mientras el bueno es cobarde.

Abundando aún más en el tema, citaremos unas frases que Santo Tomás Moro expresa en “Utopía” unas frases que nos muestran como dicha obra, más que ser una lista de ocurrencias insensatas, contienen un profundo mensaje. Unas frases que justifican la participación en política de los ciudadanos. Citamos textualmente:

“Si no podéis arrancar completamente de los corazones de los hombres las malignas opiniones; si

 no podéis como quisierais enmendar los vicios que el vicio y la costumbre han confirmado, no por esta causa se debe abandonar la república o renunciar a ella. No se debe abandonar el barco en medio de la tempestad porque no se puedan dominar los vientos.

“…..menester es que obréis de manera que si no podéis hacer todo el bien que deseáis, logren, a lo menos vuestros esfuerzos quitar fuerza al mal”

Sapientísimos consejos que nos iluminan al reafirmar como a los católicos, y ciudadanos en general (añadimos nosotros) jamás les será lícito abstenerse de participar en política.

Un intelectual valioso y valeroso que por mostrar plena congruencia entre el pensar y el actuar fue decapitado el 6 de julio de 1535.

León XIII lo beatificó en 1886 en tanto que Pío XI lo canonizó en 1935, cuatro siglos después de su muerte.

En México, cada 22 de junio, en la iglesia de Santo Tomás Moro, situada al sur de la Ciudad de México, durante varios años se reunían importantes personalidades del mundo político para asistir a una Misa oficiada por algún alto dignatario de la Iglesia.

Una piadosa costumbre que deseamos vuelva a repetirse.

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