Los empresarios, en lo personal e institucional, y la gran mayoría de quienes cuestionan al presidente NO LO ATACAN… le reclaman lo que hace mal, tanto en sus agresiones como en sus dañinas medidas de gobierno.
El bombardeo de ida y vuelta entre López Obrador y “el pueblo bueno y sabio”, (que, aunque él no quiera incluye a todos los mexicanos), es ya cosa de todos los días. Y el asunto no es sencillo, es más bien muy grave. Es una guerra de odio generada por López Obrador, y de muchos de sus obsesivos seguidores, en contra de quienes se atrevan a disentir del mesías tropical.
Por su parte, Amlo no ceja de insultar y sobajar a quienes se atreven a decir algo que lo critique o que desdiga sus dichos. El “yo tengo otros datos” se ha vuelto una farsa que repite cuando se le muestran cifras estadísticas que lo desdicen en sus aventuradas afirmaciones, incluyendo el descalificar a las propias fuentes oficiales. Y la gente le reclama sus mentiras, y se pone frenético.
Cada vez más, aun entre sus “fans”, la gente, en lo personal y en lo institucional, le reclama sus medidas de gobierno que están dañando seriamente al país. Y eso no lo soporta. Y cuando sucede una confrontación importante, sus bots (esos que dice que no existen y si tiene sus “adversarios”, y que es muy fácil de identificar), de inmediato atacan, insultan y agreden a quien contradice al presidente. Pero no demuestran que él está en lo correcto y sus críticos equivocados… no pueden, por falta de argumentos y pruebas.
Y de allí se ha pasado a algo más grave aún: a las amenazas directas, nada sutiles, tanto del propio Amlo como de su equipo y su partido. Así amenazó a periodistas en plena mañanera, y luego no pudo desdecirse, ya lo había dicho la víspera: que se atengan a las consecuencias.
Y hay algo más, que son las amenazas de sus serviles, como el caso del diputado que se porta como demente: Fernández Noroña, a quien se le ocurre amenazar ¡con la guardia nacional!, ni más ni menos. Algo que raya en lo ridículo.
Pero otras veces las amenazas son graves y directas, algunas hechas desde la campaña o en el interregno tras la elección de julio pasado. Así fue una amenaza contra los empresarios “para que dejen de atacar al presidente”, que la hizo el senador Napito (que no puede quitarse este apodo). Esta amenaza merecía un desmentido presidencial, pero no lo hubo. Algo debería quedarle claro a Napito y a los otros “amlovers” que hablan de atacar al presidente. Veamos.
Los empresarios, en lo personal e institucional, y la gran mayoría de quienes cuestionan al presidente NO LO ATACAN… le reclaman lo que hace mal, tanto en sus agresiones como en sus dañinas medidas de gobierno. Le exigen que mire por el bien del país, que revierta las medidas de una más que falsa “austeridad republicana”, y que atienda los problemas, los heredados y los que está generando.
El caso más grave que le explotó en las manos a Amlo es el haberle retenido muchos millones de pesos presupuestados al Sector Salud. Que tras las múltiples denuncias ciudadanas y oficiales obligaron a la SHCP a entregar varios de esos millones retenidos, justamente tras de que el presidente dijo en su mañanera anterior que no le faltaban dineros al Sector Salud.
Lo que es muy importante destacar es que, aunque no faltan quienes intercambian insultos, agresiones y mentiras en contra y a favor de Amlo, la gran inmensa mayoría de mensajes, escritos, verbales o en videos, NO SON agresiones al presidente, son reclamaciones, demandas, denuncias, justas exigencias, como las de que respete la Constitución que juró “guardar”.
Eso, reclamar no agredir, es lo que hacen los empresarios institucionalmente, muchas organizaciones de la sociedad civil (es decir como parte del pueblo bueno y sabio), los partidos políticos, ciudadanos individualmente o en grupos, y en especial los periodistas, a quienes agreden y amenazan, y hacen callar. Esta es la verdad demostrable: los ataques vienen del gobierno y Morena, no de la ciudadanía, que sólo se defiende y reclama.
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