“Vivir en comunidad entraña la responsabilidad de externar, mas no de callar, las cosas que nos son comunes”. Manuel Gutiérrez Aguilar (1971)
Nadie puede negar que lo que ocurre en nuestro entorno, de una manera u otra, influye positiva o negativamente en nuestra vida, por lo que debemos reaccionar para actuar en consecuencia y tratar de que ese entorno sea lo más positivo posible para todos.
De eso se trata la búsqueda del bien común, misión a la que todos somos llamados una y otra vez.
El Partido Acción Nacional, en el documento titulado Pilares del Humanismo Político señala: “El Bien Común es el conjunto de condiciones sociales que permiten y favorecen en los seres humanos el desarrollo integral de todos y cada uno de los miembros de la comunidad. El Bien Común dinamiza el desenvolvimiento de un orden social justo que armoniza los aspectos individuales y sociales de la vida humana. Es responsabilidad de todos definirlo y construirlo.” Idea con la que definitivamente coincido desde mi juventud.
Pero hay que decirlo claro, el Humanismo Político no es creación de un Partido Político, sino que tiene fundamento en la Doctrina Social de la Iglesia Católica (DSI) la cual nace el 15 de mayo de 1891 cuando el papa León XIII publicó la encíclica Rerum Novarum (De los Cambios Políticos) que expresa la voluntad de la Iglesia de mirar hacia el futuro en el que se anunciaban para el mundo fuertes cambios económicos, sociales, políticos, espirituales y culturales.
Por su lado, San Juan Pablo II a finales del año 1987 con ocasión del vigésimo aniversario de la encíclica Populorum Progressio, acerca de la preocupación social de la Iglesia, publicó su encíclica Sollicitudo Rei Socialis en donde define la solidaridad como la “determinación firme y constante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos”
La DSI define el bien común como “el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten ya sea a la colectividad como así también a sus miembros, alcanzar la propia perfección más plena y rápidamente” (Pontificio Consejo Justicia y Paz, 2005, n. 164).
Y el Papa Francisco en su encíclica Laudato Sí señala: “El amor a la sociedad y el compromiso por el bien común son una forma excelente de la caridad, que no solo afecta a las relaciones entre los individuos, sino a las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas”. (LS 231).21 sep 2023
Es por ello que celebro la acción directa de la Conferencia del Episcopado Mexicano al promover la participación ciudadana, haciendo un llamado nacional a pensar bien nuestro voto, votando sin miedo y con libertad, a hacerlo pensando en lo mejor para todos, y que este voto sea por quienes están comprometidos con un México unido, a que votemos para entonces poder exigir el cumplimiento de lo prometido, a votar libremente y sin condiciones, pensando en que nadie nos puede quitar los programas sociales porque están en la Constitución, a que todos votemos, a que animemos a nuestros familiares y amigos a ir a votar.
No podemos quedarnos en casa, no debemos callar ante la realidad que vive México, no se vale que por comodidad nos quedemos pasivos, es nuestra obligación hablar y actuar.
Es mi opinión, que todos quienes somos miembros de la Iglesia Católica y cristianos comprometidos, estamos obligados a la participación en las próximas elecciones del 2 de junio, debiendo con nuestro voto buscar el bien común. Es por México, es por nosotros, es compromiso social.
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