En las próximas elecciones, aplicar el principio del doble efecto

Muchos ciudadanos de mi círculo más cercano, otros no tan cercano y hasta lejano, se han manifestado decepcionados por las iniciales declaraciones de Xóchitl Gálvez, candidata a la presidencia de la República de la Coalición opositora. Especialmente son dos las declaraciones que han causado molestia, no solamente en quienes estaban esperanzados en la candidatura de Eduardo Verástegui, sino en muchos panistas o filo-panistas. Una, que tiene que ver con el apoyo decidido de la candidata al colectivo LGTBQ, y otra que explicó por qué estaba a favor del aborto: Palabras más, palabras menos, dijo que “como ya decidió a favor del aborto la Suprema Corte de Justicia, ella es respetuosa de la ley”.

Si usted es uno de esos ciudadanos desconcertados por estas declaraciones, y no sabe qué hacer, ya sea porque siente que la candidata presidencial no lo representa, o porque hubiera preferido a otros candidatos, que no aparecerán en la boleta electoral, y su conciencia le reclama tomar una decisión, debe leer estas líneas.

Ciertamente, nos encontramos en una situación muy complicada, sobre todo porque Xóchitl Gálvez es una candidata que ha suscitado fundadas esperanzas para derrotar a la candidata del oficialismo. No voy a entrar en este espacio en sesudos análisis de las virtudes y defectos, ni en comparaciones entre las dos candidatas. Baste decir que los ciudadanos mexicanos estamos en una encrucijada, en la que se está jugando el futuro de los próximos 40 años o más, porque el viejo PRI ha revivido en Morena, sin las virtudes que ocasionalmente tuvo el viejo PRI.

No se trata de elegir entre una candidata conocida por representar al pésimo gobierno de López Obrador (y todo lo que le rodea), con todas sus corruptelas, mentiras y mañas, contra otra, que en todos los rubros es admirable por sus principios, similares a los del PAN, partido que la ha cobijado durante más de 20 años. Lamentablemente, no es así. Se trata de oponer una tiranía, in crescendo, a un gobierno de transición (PAN, PRI y PRD), con todos los riesgos que éste representa, “esperando que las calabazas se vayan acomodando en el camino”.

Es claro que no estoy hablando de una apuesta por un bien ideal; quizá sólo de un bien posible. Estoy diciendo que no solamente la candidata de la coalición opositora representa sus propios riesgos, sino que, además, los compañeros de viaje son incómodos, por decir lo menos.

Sin embargo (sed contra), diría Santo Tomás de Aquino, para salvar la situación. Mi experiencia, como filósofo tomista, me ha enseñado que, en una enorme cantidad de asuntos que parecen insolubles, el aquinatense tiene soluciones extraordinarias. Tal es el caso que ahora nos ocupa. No quiero decir que Santo Tomás intuyó la solución al conflicto en el que nos encontramos, sino que de sus enseñanzas se puede obtener una solución, mutatis mutandis, es decir, cambiando lo que hay que cambiar. Se llama esta solución “El Principio del Doble Efecto” o, también, del Voluntario Indirecto:

Nada impide -dice Santo Tomás- que un solo acto tenga dos efectos, de los cuales uno es intencionado y el otro no. Pero los actos morales reciben su especie de lo que está en la intención y no de lo que es ajeno a ella, ya que esto les es accidental”(Tomás de Aquino, Suma Teológica, 2ª 2ae, q.64 a. 7, Ed. BAC, Madrid, 1961). Se trata, como se puede ver, de un principio de razonamiento práctico, que es una acción que produce dos efectos: uno bueno y otro que puede ser malo. Lo que Santo Tomás destaca es la intencionalidad del acto. Al sujeto que ejecuta el acto no se le puede imputar el mal que se puede derivar del mismo, de tal forma que su conciencia moral queda a salvo, porque, si bien el susodicho acto implica un efecto malo, el cual está previsto, pero no deseado.

Un autor francés del siglo XIX, Jean Pierre Gury (1801-1886) en su Compendio de Teología Moral, interpreta y amplía el texto de Santo Tomás de Aquino, y dice que, en la aplicación del Principio del Voluntario Indirecto el autor de la acción, aunque sea de una manera confusa e imprecisa, sabe que uno de los efectos del acto, aunque sepa que no es bueno, no es querido por sí mismo, es decir, no de manera directa; lo cual puede provocar un mal no deseado. Piénsese en lo que significa para muchos la Coalición.

Ahora bien, quienes queremos realmente a nuestra Patria, ya he dicho antes, nos encontramos en un dilema, similar al principio del involuntario indirecto, porque la única persona que puede derrotar a la tiranía que día tras día extiende sus tentáculos para satisfacer su deseo de destruir a México y su desmedida ambición de poder, es Xóchitl Gálvez, a pesar de que ella no es totalmente afín a los principios que esperamos tenga una gobernante, ni mucha gente que la rodea. Por eso, para resolver este asunto, me he atrevido a presentar a mis lectores la solución tomista.

Si bien los abstencionistas de conciencia tienen sus razones, les invito a considerar que cada voto va a contar para consolidar o para expulsar a la tiranía. De ustedes puede depender que la familia mexicana sea asaltada por la delincuencia, o tenga la oportunidad de reconstruir sus valores para vivir en unidad, en paz y prosperidad.

Voy a terminar este artículo con un ejemplo. Vamos a suponer que un par de delincuentes armados se introducen ilegalmente en una casa con el evidente objeto de cometer un crimen (Morena), ya sea robando los bienes de la familia, secuestrando a algún miembro de la misma o amenazando su integridad física y moral. O, todo eso. El padre de familia se da cuenta de la intrusión y, en lo primero que piensa, es en la defensa de su familia (México) y les dispara a los intrusos que caen heridos, lo cual le da tiempo para inmovilizarlos y llamar a la policía. El bien intencional es la defensa de la familia. El mal es involuntario e indirecto, porque en ningún momento pensó en herir a los delincuentes (el arma de la que se valió el padre de familia es la Coalición). Fin.

P. S. Noticia fresca: en algunos diarios y estaciones de radio, se comentó que en la reciente visita a la CEM (Conferencia del Episcopado Mexicano), Xóchil Gálvez se declaró católica y a favor de la-familia. Sobre el aborto, les dijo a los obispos que ella propone dar a la mujer alternativas de vida, lo cual supone crear las condiciones para evitar el aborto.

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