Primero que nada, hay que distinguir entre gobierno, seguidores y pueblo en general de una nación, la que sea. El Estado de Israel no es sinónimo del pueblo que allí vive, como tampoco son sinónimos ser israelí que ser judío. Las acciones de su gobierno y su milicia no son necesariamente del consenso de muchos de los habitantes de Israel, judíos, cristianos y también árabes, mahometanos, como de judíos que habitan otras naciones, que tampoco se pueden identificar como israelíes, sino ciudadanos de las nacionalidades de donde residen y han nacido, que viven en el extranjero.
Veamos ahora algunos rasgos de la historia reciente del Estado de Israel. Históricamente, los pueblos judíos vivieron en donde ahora se ubica el moderno Estado de Israel. Habían emigrado en el proceso conocido como La Diáspora, o sido expulsados en masa en otras ocasiones o por propia voluntad, quedando solamente algunas familias viviendo allí, en especial, como ellos alegan, judíos ortodoxos, cuyos ancestros y padres nunca se fueron; familias viviendo en ese territorio por muchas generaciones. Muchas de las familias que regresaron al nuevo Israel desde 1948, según los judíos ortodoxos, no eran de raza judía, sino de descendientes de convertidos al judaísmo. Tras varios siglos de vivir en otros países, se agrega ese retorno de miles de familias judías que vivían en otra naciones, conforme la Ley del Retorno de Israel, tras la declaración unilateral de la creación del protectorado al nuevo Estado de Israel en 1948.
La declaración del Estado de Israel significó de inmediato, y ya a sabiendas que ocurriría, el ataque militar de sus vecinos. Sin embargo, igual que en posteriores guerras, Israel venció a sus atacantes. Desde entonces, Israel se había convertido y se conserva como una pequeña pero altamente eficiente fuerza militar.
De acuerdo con las disposiciones internacionales, y su propia definición, Israel se declaró como dueña de un territorio de lo que se conocía y conoce como Palestina. Y esa posesión territorial aumentó con el resultado de la Guerra de los Seis Días. Entonces, por ejemplo, tomaron los israelíes posesión total de la antes compartida ciudad de Jerusalén.
El gobierno de Israel aceptó reconocer a sus vecinos como naciones propias de sus habitantes, en especial lo que quedaba en manos no judías de Palestina. Pero Palestina no ha sido reconocida como una nación por parte de la comunidad internacional, quizás principalmente por presión política israelí. ¿Y qué hicieron después el gobierno israelí y algunos de sus ciudadanos? Hicieron mucho, pero en daño de los palestinos, sin respetar sus propios compromisos y sus responsabilidades en las Naciones Unidas.
Israel, durante todos los años desde 1948, ha hostigado, maltratado y robado territorio de Palestina, en Cisjordania, y hasta asesinado palestinos inocentes. Es otro hecho bien conocido, que en Israel se ha alimentado el desprecio y odio a los palestinos, lo que se convierte en una aprobación directa o implícita (por silencio e inacción) de los desmanes israelíes en contra del pueblo palestino. El desprecio, el odio que los palestinos han tenido y tienen en contra de Israel es más que entendible, justificable. Tras diversas violaciones israelíes en contra de los palestinos, las condenas de Naciones Unidas han sido desoídas y desobedecidas sistemáticamente por los gobiernos de Israel.
El gobierno israelí ha ido creando, dentro del territorio palestino, en Cisjordania, asentamientos para familias judías, que han sido descarados cómplices del gobierno, colonos judíos extremistas. Ante la resistencia palestina, en general no de su gobierno sino por iniciativa propia de afectados o sus simpatizantes, palestinos han atacado a israelíes en diversas ocasiones, ocasionando medidas de represalias militares de Israel más que desproporcionadas. Cada vez que ciudadanos israelíes sufren algún ataque de palestinos, el gobierno de Israel ha respondido con enorme fuerza destructiva. Dentro de los palestinos que enfrentan en tan desproporcionados medios a ciudadanos o propiedades de Israel, está principalmente una organización que se declara como la que va a terminar con esa nación , que va a echar al mar a los judíos y recuperar todo el territorio de la antigua palestina para ellos. Es la que ahora combate el gobierno israelí militarmente en la llamada Franja de Gaza, tras el más reciente y grave ataque a Israel, Hamás.
Hamás es la organización palestina que más se ha enfrentado a Israel, haciendo terrorismo o ataque con misiles a ciudades de este país, en general con ayuda de material bélico llegado del extranjero. Y como en otros casos de ataques de palestinos, los de Hamás cada vez se convierten en terribles represalias militares en contra suya y de inocentes, con la idea israelí de destruir a Hamás o al menos detenerlo. En esta ocasión en la actual guerra Israel-Hamás en la Franja de Gaza, el gobierno de Israel ha dicho que destruirá “para siempre” a Hamás, sobre todo matando a todos sus líderes. Y para ello decidió atacar desde el aire y por tierra todas las instalaciones y refugios de Hamás en Gaza. Pero ha hecho mucho más que eso.
Hay un paralelo militar entre la invasión rusa a Ucrania y la israelí en Gaza. Mientras que Putin declaraba que iba a acabar con el gobierno “nazi” de Ucrania, se ha dedicado a atacar a los civiles, han destruido sistemáticamente zonas habitacionales y de servicios civiles en Ucrania, es decir, no están destruyendo básicamente el poder militar ucraniano, sino atacando y matando civiles ucranianos y sus casas y otras propiedades. Y lo mismo está haciendo el gobierno israelí en Gaza. Alegan, y no sin razón, comprobado, que Hamás se esconde en instalaciones civiles como hospitales. Y con esa “justificación”, han ido destruyendo construcciones civiles de servicios diversos, pero principalmente están destruyendo las grandes zonas de habitación popular. En eso se parecen Rusia e Israel: destruyen ciudades que se están volviendo inhabitables.
En el caso de Gaza, da la impresión de que intencionalmente Israel destruye poblaciones enteras, en especial la Ciudad de Gaza, para que los habitantes en huida nunca puedan regresar a ruinas de lo que eran sus casas y apartamentos. Hay mucho, pero mucho más daño de bombardeos de Israel en zonas civiles, que en donde ubican a la gente de Hamás. Además de esa destrucción masiva de habitación civil, el gobierno de Israel, con el pretexto de que no llegue ayuda a Hamás, como combustibles o medicinas, está condenando a una hambruna y falta de servicios humanos, en especial médicos, a la sociedad palestina de Gaza, impidiendo que les llegue la ayuda humanitaria desde otras naciones, lo que llega es mínimo. Israel ha estado sistemáticamente haciendo huir a los habitantes del Norte de Gaza hacia el Sur, en un espacio territorial muy pequeño.
Claro que Hamás, en su propio terreno y con miles de militantes en armas, está en guerra con las fuerzas armadas de Israel, es cierto, y eso es justificable en función de la intención de Israel de “acabar para siempre” con Hamás. Pero los hechos militares muestran otra mayor realidad; destruir las ciudades y poblaciones palestinas al Norte de Gaza. Y eso es inaceptable. Igualmente inaceptable es el secuestro de rehenes por Hamás.
Obtener la paz en Gaza se ve muy difícil, pues Israel está intentado terminar con todos los militantes de Hamás, en especial de sus líderes, y éstos están dispuestos a continuar a como dé lugar su intención declarada de acabar con el Estado de Israel. En casi imposible que Israel acabe con Hamás, que en todo caso se verá reducida a una mínima expresión, probablemente desde refugios en el extranjero, y la población de Israel, incluyendo el turismo, siempre estarán bajo la amenaza de actos terroristas o de misiles que logren pasar sobre el escudo anti-misiles de ese país.
No se puede justificar la campaña de odio en contra de judíos, vivan o no en Israel, pues la mayoría no se ve como partidaria de esta destrucción en Gaza. Es más, aún pensando que la mayoría de los habitantes de Israel quieren vivir sin la amenaza constante de ataques de Hamás, eso no significa que apoyen los daños y muertes civiles o la hambruna en Gaza. En especial, los judíos en otras naciones , no tienen ninguna responsabilidad en lo que hace un gobierno que en realidad es para ellos, extranjero, aunque por raza y religión se sientan judíos e identificados con Israel.
La esperanza de paz en Gaza se ve casi imposible, de acuerdo con las declaraciones de los contendientes. Y las condenas internacionales contra Israel siguen y seguirán por sus destrucciones y muertes inocentes en Gaza y las barreras para que llegue la necesaria ayuda humanitaria extranjera. Quizás si Hamás libera a los rehenes que tiene en su poder, algunos extranjeros, e Israel deja de destruir zonas civiles, y facilita la llegada y distribución de suficiente ayuda humanitaria, se pueda llegar a un arreglo de una paz relativa, temporal y muy débil, pero de paz, ante la intención de vida de Hamás de acabar con el Estado de Israel y la de Israel de acabar “para siempre” con Hamás.
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