El Prefecto de la Doctrina de la Fe, el cardenal Víctor Manuel Fernández, presentó el documento “Dignitas infinita” (Dignidad Infinita) que habla sobre una de las grandes preocupaciones del papa Francisco que es la dignidad humana aplicable a todas las personas sin excepción.
El cardenal Fernández explicó que después de cinco años de elaboración, en la que colaboraron expertos y contó con el visto bueno del papa Francisco, el escrito sale a la luz para “mostrar que estamos ante una verdad universal, que todos estamos llamados a reconocer, como condición fundamental para que nuestras sociedades sean verdaderamente justas, pacíficas, sanas y, en definitiva, auténticamente humanas“.
Indicó que los contenidos expresan diversos aspectos de la dignidad humana que pueden estar oscurecidos en la conciencia de muchas personas hoy en día, por lo que admitió que algunos temas serán fácilmente compartidos por distintos sectores de nuestras sociedades, otros no tanto. “Sin embargo, todos nos parecen necesarios porque, en su conjunto, ayudan a reconocer la armonía y la riqueza del pensamiento sobre la dignidad que brota del Evangelio”.
El prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe explicó que el documento pretende aportar algunos elementos de reflexión en el complejo momento histórico que vivimos para que, en medio de tantas preocupaciones y angustias, no perdamos el rumbo y nos expongamos a sufrimientos más lacerantes y profundos.
Apuntó que la Iglesia proclama la igual dignidad de todos los seres humanos, independientemente de su condición de vida o de su calidad. Además, señaló que sólo mediante el reconocimiento de la dignidad intrínseca del ser humano, que nunca puede perderse, desde la concepción hasta la muerte natural, puede garantizarse a esta cualidad un fundamento inviolable y seguro.
Con la finalidad de conmemorar el 75 aniversario de la promulgación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), el papa Francisco reiteró que ese documento “es como una vía maestra, sobre la que se han dado muchos pasos adelante, pero faltan todavía tantos, y a veces, desafortunadamente, se vuelve atrás. ¡El compromiso con los derechos humanos nunca se acaba! A este respecto, estoy cerca de todos aquellos que, sin proclamas, en la vida concreta de cada día luchan y pagan en persona por defender los derechos de los que no cuentan”.
Con esta Declaración, la Iglesia exhorta ardientemente a que el respeto de la dignidad de la persona humana, más allá de toda circunstancia, se sitúe en el centro del compromiso por el bien común y de todo ordenamiento jurídico.
El prefecto resaltó que el respeto de la dignidad de todos y de cada uno, es la base indispensable para la existencia misma de toda sociedad que pretenda fundarse en el derecho justo y no en la fuerza del poder. Es sobre la base del reconocimiento de la dignidad humana como se sostienen los derechos humanos fundamentales, que preceden y sustentan toda convivencia civilizada.
Cada persona individual y, al mismo tiempo, cada comunidad humana tiene, por tanto, la tarea de la realización concreta y efectiva de la dignidad humana, mientras que corresponde a los Estados no sólo protegerla, sino también garantizar las condiciones necesarias para que florezca en la promoción integral de la persona humana: en la actividad política hay que recordar que “más allá de toda apariencia, cada uno es inmensamente sagrado y merece nuestro cariño y nuestra entrega”.
Actualmente, ante tantas violaciones de la dignidad humana, que amenazan gravemente el futuro de la humanidad, la Iglesia no cesa de alentar la promoción de la dignidad de toda persona humana, cualesquiera que sean sus cualidades físicas, psíquicas, culturales, sociales y religiosas.
“Lo hace con esperanza, segura de la fuerza que brota de Cristo resucitado, que ha llevado ya a su plenitud definitiva la dignidad integral de todo varón y de toda mujer. Esta certeza se convierte en un llamamiento en las palabras del Papa Francisco a cada uno de nosotros: a cada persona de este mundo le pido que no olvide esa dignidad suya que nadie tiene derecho a quitarle».
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