Al parecer Morena está siguiendo el libreto de la elección en el Estado de México y la está aplicando a la contienda presidencial rumbo al dos de junio, sobre todo porque Delfina Gómez al igual que Claudia Sheinbaum, no son buenas candidatas, su imagen, su lenguaje corporal y su voz, no emocionan a nadie, pero caminan con el paraguas de la marca del partido Morena, que sigue siendo mejor evaluada que las marcas partidistas de la oposición que se integraron en el polo opositor.
Bajo ese paraguas, Claudia sigue la estrategia de reducir riesgos, de exponerse lo menos posible, sobre todo porque va encabezando las encuestas; tal como suele hacerlo quien va adelante. La idea es evitar al máximo la confrontación, como podría darse en aquellos escenarios o eventos abiertos, donde el público participa y hace preguntas, que pueden resultar incomodas y mostrar de manera espontánea las debilidades de la candidata o el candidato. La idea es jugar a lo seguro y no exponerse como Peña Nieto lo hizo en las elecciones de 2012 al acudir a la Universidad Iberoamericana, o por sus respuestas desatinadas en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Peña Nieto iba punteando desde el principio, pero su ventaja empezó a acortarse en el transcurso de la campaña, de manera peligrosa para sus aspiraciones. De allí que Claudia ha decidido no exponerse, o hacerlo de manera mínima. Además, cuenta con el apoyo del presidente que es el que defiende a su movimiento y ataca a la oposición desde su foro en la mañanera, por lo que se está convirtiendo en un para rayos para la candidata morenista, que sigue jugando a la segura, mientras observa como Xóchitl Gálvez ataca al presidente y le responde muchas de sus intervenciones.
Vendrán los debates, y al igual que Delfina Gómez, Claudia tendrá que acudir a ese ejercicio, evitando salirse del guion, haciendo propuestas y en ciertos momentos se dará tiempo para atacar a su contrincante, señalando hacia la mala imagen de los partidos que la apoyan, con el esquema repetido una y otra vez, de que esos partidos son los corruptos del pasado que abusaron del pueblo; esos mismos partidos, que, de acuerdo con Xóchitl Gálvez, tampoco le están dando recursos.
En esta ruta donde la estrategia de Morena es apostar a la guerra entre marcas partidistas, y no entre candidatas, es como se ha venido desarrollando esta tercera semana de campaña.
Hay otra estrategia, la que ocurrió en Coahuila, donde la elección se centró en los candidatos. Manolo Jiménez no se peleaba con sus marcas partidistas, pero decía una y otra vez que iba a conformar el primer gobierno ciudadano para el estado de Coahuila; evitaba que la agenda pública y de debate se llevara hacía las marcas, porque ahí Morena sería muy peligroso, aún en Coahuila, como lo señalaban las encuestas desde antes que iniciará su campaña.
Las encuestas
La encuesta de Reforma vino a sacudir la campaña de Xóchitl Gálvez, pero sí somos objetivos, la encuesta de ese diario no se aleja de otros datos similares como los sondeos que ha publicado el periódico el Financiero. Los resultados cayeron como balde de agua fría y la reacción de algunos de los seguidores de Xóchitl fue catastrófica, al atacar al diario con toda serie de descalificaciones, desde asuntos “técnicos” hasta que el periódico se había vendido. Mal jugado ese balón, por parte de los seguidores de Xóchitl.
Lo hemos mencionado en este espacio, no sólo hay que fijarse en el tema sobre quién está encabezando los números, hay otros elementos como la imagen y conocimiento de las candidatas, y es este factor donde debería haber preocupación real. Los negativos de Xóchitl siguen altos, su imagen no está cayendo bien en algunos sectores de la población; esos grupos que pueden marcar la diferencia, y que, por la dinámica de confrontación diaria, aún no están definidos ni los está captando la candidata opositora.
“¿Y quién dice la gente qué soy yo?”
Jesús
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