Las propuestas en campañas electorales (incluidas algunas privadas) a través del tiempo han operado como “el canto de las sirenas”, que seduce a las personas para ganar su confianza y de allí su voto electoral. Y también a través del tiempo, se ha visto que la confianza y el voto ganados se han abiertamente (y hasta de inmediato, en casos), traicionado por el ejercicio del poder del ungido como gobernante (o legislador, también). Las personas “se las creen”, y aceptan como confiables y posibles las propuestas de gobierno que hacen candidatos mentirosos.
Y esto tiene muchas explicaciones, pero la principal es que el candidato de las bellas promesas apela al sentimiento de las personas, a su motivación, y no a su razón. Se dice que cuando deben elegir, para lo que sea, desde futuros cónyuges hasta Jefes de Estado, las personas poco piensan y escuchan y ven realmente lo que quieren escuchar o ver, que no importando tanto las palabras exactas del orador en campaña, lo interpretan como su corazón y su mente lo desean. Ven o imaginan, más bien, lo que quieren ver y cierran los ojos a la realidad.
En general, esos cantos de sirenas electoreros ganan voluntades del ciudadano, ofreciendo lo imposible como posible cuando el mismo ciudadano está frustrado, desanimado, enojado contra quienes en el presente o pasado reciente le gobiernan. Desea un cambio, un cambio mágico que no importando las posibilidades reales de todo tipo le resuelva lo que desea. Y si el canto de las sirenas ofrece tanto políticas y acciones posibles como absurdas, la mente del ciudadano convierte todo eso en una promesa firme, realizable y que vale la pena confiar en esa oferta completa de campaña.
Una buena parte del discurso de campaña se basa en las descalificaciones tanto de los gobiernos presentes como de quienes compiten sea para continuar en el poder como grupo o partido, como para ofrecer también otras soluciones políticas para el país. El mensaje, repetitivo, es que “ellos” no han sabido, son corruptos, sólo han buscado su interés personal, son incompetentes, “no hacen nada”, mientras que el candidato del canto de las sirenas combatirá cosas como el despilfarro, el robo, la incompetencia, el amiguismo, la incapacidad de entender lo que el pueblo necesita, es decir que va a resolver todo, pero todo lo mal hecho y lo que falta por hacer, y pronto.
Un problema con las mentes ciudadanas, para tragarse el paquete de falsas promesas, es desconocer o simplemente ignorar voluntariamente las trayectorias de vida y política de quienes les doran la píldora, ofreciendo lo que no podrán ni querrán hacer. Por eso es muy importante, esencial, para decidir simpatías políticas e intenciones de voto, revisar lo que el candidato ha hecho en su vida y actuar social y político. El falso político de las falsas promesas intenta siempre presentar una imagen limpia, sin mancha, de santo en vida.
Es así esencial para desenmascarar al mentiroso de las falsas promesas, con sus propuestas de fantasía, pero seductoras al oído del ciudadano, hacer notar no solamente lo falso o imposible de esas propuestas de campaña, sino de contrastarlas con su carrera de vida y política. Ponerle al frente sus contradicciones. Lo que antes ha prometido e incumplido a favor del pueblo.
Pero no sólo se trata de poner en evidencia al falsario de propuestas imposibles o de simple fachada de campaña, sino también de quienes le acompañan y lo harán si llega al poder. Nadie gobierna solo, siempre, siempre, es en equipo, y aplica el “dime con quién andas y te diré quién eres”. Por eso es también importante señalar a la ciudadanía no solamente la falsedad de un candidato, sino también de su partido y de su grupo de colaboradores y cómplices.
El ejemplo perfecto, “de academia”, es el de Andrés Manuel. Con una larga carrera política sin resultados de bien común, sino de trampas y de mal desempeño como Jefe de Gobierno del (entonces) Distrito Federal y de una larga también carrera de 12 años (tras su gobierno en Ciudad de México) para llegar a la presidencia. Basó sus discursos de campaña en presentar a los gobernantes en turno y a sus partidos como corruptos e incapaces, mintiendo sobre sus hechos de gobierno y le funcionó, esa era la base de campaña, y a cambio ofreció destruir todo eso con promesas de hacer todo bien. Y le funcionó, ganó millones de votos de ciudadanos que cayeron en su juego, convertidos en sus fieles seguidores, muchos de los cuales le siguen creyendo a pesar de que estos años de gobierno han puesto en evidencia su mal desempeño, el personal y el de sus colaboradores (sus cómplices).
En este periodo de campaña electoral para llegar al 2 de junio y votar, el ciudadano deberá estar informado lo mejor posible, de parte de la oposición política y de la sociedad misma, de que es su partido y ya no él, quienes buscan desesperadamente continuar el desastre (perfectamente demostrado) de gobiernos de la autollamada 4T, Morena, pues.
La candidata del presidente en su discurso de campaña insistentemente repite que todo está bien, que las quejas como en seguridad, militarización, falta de transparencia, despilfarro desviando recursos para sus obras faraónicas, y la más que evidente corrupción y dispendio ¡son falsas! Sigue mintiendo contra realidades evidentes, que la oposición miente, que es corrupta y que propone imposibilidades. Ofrece continuidad y ésta es precisamente la gran amenaza para México.
Ante una ciudadanía sedienta de resultados de su problemática familiar y comunitaria, de buenas políticas, honradez y eficiencia, las propuestas fantasiosas y con base en mentiras, entusiasman mucho más que las propuestas razonables, las posibles, así que si solamente se comparan propuestas entre sí, gana el candidato de las primeras. Eso es historia de muchas naciones y sus populismos fracasados. Por eso es indispensable poner las propuestas en contexto de trayectorias políticas y personalidades en la vida real. Qué han hecho los candidatos y sus partidos.
La campaña presidencial y de otras candidaturas de oposición, debe ofrecer políticas viables, que el ciudadano pueda evaluar, aún emocional más que razonadamente. Y si el partido en el poder insiste en mentir sobre la realidad, hay que confrontarlo, y la evidencia pública está disponible. Desbaratar ese canto de sirenas de que todo va ¡muy bien! y que se continuará con las mismas (fracasadas) políticas del presente. Pedir al ciudadano que vea su entorno, la trayectoria de los actuales gobernantes y de sus cómplices fuera del gobierno. Para que decida su voto sin volver a dejarse inocentemente, embaucar.
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