¿Qué es primero? ¿el trabajo o las relaciones familiares?
El presidente tiene un compadre que se ha hecho famoso de la noche a la mañana. Así son las cosas en la 4T: la fama es el lugar a donde te arroja, quieras o no, una mención en las famosas mañaneras. ¿Quién es este famoso compadre? El empresario Miguel Rincón. Un hombre de dinero y relaciones, un empresario de primer nivel. En palabras del presidente, podría ser un conservador hipócrita, un fifí, un sepulcro blanqueado que “calló como momia” en los sexenios anteriores. No sabemos si carecía de compadres en los sexenios anteriores, pero es muy probable que surtiera al gobierno, pues se trata de uno de los mayores productores de papel en el país.
El compadre del presidente –AMLO debe tener más, por lo menos de a uno por hijo más los que haya aceptado– es exitosísimo en su trabajo y no sólo es compadre del presidente, también es su asesor. Es muy bonito tener compadres. El señor Rincón no es cualquier compadre. Al bautizo de su niña asistió a oficiarlo ni más ni menos que el cardenal Norberto Rivera, un personaje público detestable pero poderoso, conocido y siempre presente en los eventos de la socialité. Qué bonito, el cardenal, el presidente, la niña, las fábricas de papel, las licitaciones. Qué bonito es tener compadres.
Por boca del presidente en las mañaneras uno se entera de muchas cosas. Ya hemos comentado en este espacio que es imposible hablar diario dos horas seguidas sin que se salga algo inapropiado o alguna sandez. Y al presidente le da por hablar, por abonos, porque él así habla, pero le encanta. Así, un día nos dijo que Carlos Slim ya se iba a retirar. La información presidencial le costó al magnate algunos millones de pesos en pérdidas de sus acciones. Tal parece que el presidente no tiene filtros o piensa en voz alta, porque ventanea a medio mundo. De su compadre Rincón nos enteramos que el “joven maduro” (así dijo el compadre presidente) tuvo una hija, y que el presidente estuvo al tanto de todo el proceso de gestación en el cual se “dieron cosas muy humanas” y que por eso aceptó ser padrino de “Merceditas”. Así que estuvo muy humana la cosa y terminó con el bautizo de la niña. Muy bien, cualquiera lo puede imaginar. Pero el compadre siguió trabajando, que es lo suyo, y le dieron un contrato por doscientos y tantos millones de pesos en el gobierno federal. La prensa fifí, ni tarda ni perezosa, dio a conocer la información y el compadre presidente tuvo que reaccionar y fue entonces que nos enteramos de que ya grande tuvo una hija el compadre empresario y de la gestación y lo humano que estuvo todo. En esa misma respuesta, el presidente dijo que hablaría con su compadre para que entendiera las circunstancias, pero que le iban a quitar el contrato que le habían dado porque no se iba a prestar el presidente a que se sospechara de corrupción porque ganó el contrato su compadre. Quedan algunas preguntas. Si tiene la capacidad instalada y es una empresa de años la del compadre, ¿por qué le quitan el contrato? ¿Por qué dejan sentir que hay corrupción en el asunto? ¿La empresa del compadre Rincón ha quedado vetada para evitar sospechas, o nada más le van a quitar ese contrato?
¿Está mal que el presidente tenga compadres? De ninguna manera; de hecho, antes de ser presidentes son compadres de alguien. Lo que no es muy recomendable es que siendo presidentes acepten ser compadres para no provocar situaciones como la que tuvo que explicar el primer compadre de la nación. A Rincón le hubiera convenido quedarse como amigo, el compadrazgo ya le salió caro. En cambio, al amigo Riobóo le puso a su esposa de ministra de la SCJN y está a cargo del nuevo aeropuerto. La suerte del amigo, el compadre la desea.
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