Se dice que los pueblos tienen los gobiernos que merecen. Lo cual no deja de ser un poco injusto: si eso fuera cierto, tendríamos que concluir que la culpa de que un país tenga un mal gobierno es de su población. La realidad nos dice que no siempre es así. Y, por otro lado, también podríamos decir que el electorado tiene la oposición que se merece. Cuando en algún país la oposición no cumple las expectativas de los ciudadanos, podríamos estar concluyendo que la culpa la tienen los propios electores. O conformarnos con una oposición que no nos satisface diciendo: “Es la oposición que hay”. ¡Como si la Sociedad no tuviera derecho a algo mejor!
En nuestro caso, a punto de iniciar la campaña formal de elecciones en este año, podríamos cuestionarnos si verdaderamente tenemos la oposición que se requiere. Tenemos una alianza partidista que no está levantando gran entusiasmo entre los votantes indecisos. Entre el núcleo duro de los distintos partidos, tampoco se ve que estén muy alegres. Se puede echar la culpa a la falta de formación cívica de la población, a la pasividad del electorado. Pero es un hecho que la oposición no está dando motivos para entusiasmar a la población.
Los apasionados de la 4T lo explican con una frase de Benito Juárez que decía que la reacción estaba moralmente derrotada. Lo cual parece como un eslogan para animar a la grey Morenista. Pero hay algo raro en el modo como la oposición está tratando de convencer al votante. En la mayoría de los casos, atacan a las personas que están en el gobierno, pero no atacan el fondo de lo que están ofreciendo al electorado.
Veamos, por ejemplo, el ataque a la nueva refinería de Dos Bocas. Acusan a la señora Rocío Nahle de ser inepta. Al agrónomo que dirige a Pemex, por la misma razón. Las objeciones son muchas: que se escogió mal el sitio, que ha habido sobreprecios, que ocurrió corrupción y una larga lista de fallas. Sin embargo, no se cuestiona el fondo del asunto. Realmente, ¿se justifica una nueva refinería? ¿Es mejor crearla o modernizar las refinerías existentes? ¿Contribuirá a mejorar nuestra economía? A un plazo medio o largo, ¿conviene seguir produciendo gasolina, cuando se espera un gran desarrollo de los vehículos eléctricos? Yendo aún más a fondo: ¿no nos convendrá más seguir importando gasolina? ¿Debemos seguir teniendo un monopolio estatal o nos convendría más tener varias compañías estatales, a cargo de diferentes zonas del país y compitiendo las unas con las otras, con lo cual se verían obligadas a ser más eficientes? O, en el extremo, ¿no deberíamos de tener compañías públicas y privadas en este sector?
Esa es una discusión que podríamos tener y que nos permitiría aclarar si la oposición realmente tiene otra propuesta. Actualmente, su único ofrecimiento es que se quiten los de la 4T para que entren otros. Se cuestionan a las personas, no los orígenes de los problemas que tenemos, ni los supuestos para las soluciones que se han dado.
Por supuesto, no es fácil. Los adeptos a la oposición nos dicen que aún no es el momento para hacer propuestas. Tenemos poco más de dos semanas para que empecemos a escuchar ideas que entusiasmen a la ciudadanía. Pero, en este momento, solo estamos recibiendo una narrativa centrada en las fallas de los miembros de la 4T, pero dejando la impresión de que no se ofrece nada diferente más allá de cambiar a las personas a cargo de los distintos temas. El gobierno y su candidata no ofrecen nada radicalmente diferente. Su narrativa consiste en señalar los errores de las pasadas administraciones, y negar sus propias fallas, presentándolas como ataques infundados de aquellos que se sienten lastimados en sus privilegios. No les entra en sus cabezas que pudiera haber críticas de buena fe; cualquiera que les ve errores es, por definición, un malvado. Los casos de ineptitud se seguirán resolviendo conforme ganen experiencia sus actuales cuadros, nos dicen.
La oposición anuncia: “aún hay tiempo. Si decimos desde antes lo que pensamos hacer, nos van a copiar nuestras buenas ideas”, dicen. “Como copiaron la visita al Papa de la candidata a presidenta por la oposición”, añaden. Ambos bandos nos están pidiendo actos de fe, nos piden que confiemos en su buena voluntad. Nosotros, los ciudadanos de a pie, necesitamos más. Aunque no pidamos más detalle, pero que al menos nos den los conceptos básicos que harán diferentes a ambos bandos.
Cosas como el papel del gobierno en temas como la economía, el papel de los contrapesos que permitan a la Sociedad tener un control sobre el ejecutivo, el modo como este rendirá cuentas de manera efectiva al pueblo a través de sus representantes y sometiendo a juicio la legalidad de sus actos, a través del Poder Judicial. Sin estos aspectos básicos, podríamos llegar a tener un remedo de democracia, una simulación que permitiría dar la impresión de que tenemos democracia, como lo logró la dictadura perfecta, en muchos ámbitos internacionales. Estaríamos buscando que no nos puedan criticar. Tanto la oposición como el Movimiento en el poder tienen que buscar cuáles son las propuestas que podían entusiasmar al electorado. Con toda probabilidad, no necesitamos que esas promesas sean muchas. Necesitamos que estén bien fundadas, que sean pocas, pero que se cumplan.
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