Migración es tema central de la elección 24

La migración es un problema muy complejo en términos humanos, sociales y políticos; en ese orden. Por ello resulta reprobable que se hay vuelto moneda de cambio para el gobierno actual y se requiere un planteamiento claro de las candidatas a sucederlo.

En México, durante la última década hemos transitado de ser un país fuente de migrantes —los números bajaron muchísimo en sexenios anteriores, aunque hay un repunte en este— a ser receptor de migrantes; no sólo de Centroamérica sino de múltiples países sudamericanos, del Caribe, asiáticos y africanos. Cada historia de migración es distinta, algunas se originan por verdaderas tragedias que remueven el alma; otras quizá sean más pragmáticas; pero cada una responde a una variedad de circunstancias que no pueden usarse para menoscabar la dignidad humana de los migrantes. No se trata de obviar que hay un elemento de ilegalidad, pero sí de resaltar que siguen siendo sujetos de derechos humanos. 

Esos derechos pocas veces son respetados por las autoridades migratorias, y no hablemos de Estados Unidos, sino de nuestro país. El tema llega poco a los medios porque la ambigüedad entre tragedia y condición de ilegalidad sumado a la xenofobia que casi todos los pueblos del mundo padecen lo hacen poco atractivo para los titulares. También es verdad que muchas ciudades están sufriendo el impacto de este desorden migratorio y la población local sufre las consecuencias. Y este problema ya no se limita a las zonas fronterizas, los migrantes se encuentran en todas partes. 

Es muy claro que hoy no hay por parte del gobierno mexicano una política migrante interna, ni hay interés en tenerla porque para el actual mandatario esos millones de seres humanos no son personas, sino que son parte su negociación con Estados Unidos para evitar cualquier otro tema de intercambio político con ellos. En otras palabras, se ha usado abrir o cerrar las puertas del control migratorio a cargo no de la Secretaría de Gobernación sino en manos de la Guardia Nacional, se les deja pasar si se quiere amenazar a Biden y se le detiene si ya se obtuvo lo que se quería. Tampoco se puede soslayar que el crimen organizado ha extendido sus tentáculos de manera muy peligrosa en el tráfico de personas migrantes. 

Pero aun quitando esa forma tan baja de tratar a los migrantes y de la cuestión delictiva, tanto por su número como porque seguirán llegando es necesario ver el tema de otra manera. A nivel social es necesario transitar a una aceptación de que nuestro país ya es receptor de migrantes para ir configurando una mentalidad más justa y más adecuada para la realidad que estamos viviendo. Necesitamos evitar a toda costa caer en esa doble moral que ha dominado socialmente en Estados Unidos donde su economía ha salido adelante en cierta medida por el aporte del trabajo ilegal, pero se desprecia profundamente a los trabajadores por su condición de ilegales.

Es que todo apunta que para crecer y aprovechar el nearshoring en el próximo sexenio sea necesario incorporar a los migrantes a la fuerza de trabajo en nuestro país. Este cambio puede parecer impactante para algunos que hablarán de las altas cifras de desempleo nacional; pero lo más probable es que si no se da migración interna, es decir, que los mexicanos en las zonas con bajas tasas de empleo se muevan a las zonas donde hay trabajo, esa mano de obra se tendrá que cubrir justamente con los migrantes. Claro, se tendrán que crear las condiciones para que en otros aspectos se atractivo quedarse en México para ellos, pero podría ser una situación de ganar-ganar si se planea. 

A nivel político, será necesario acabar con el uso de la migración con aires de chantaje y verlo como el problema multifacético que es porque afecta a millones de migrantes, pero también a millones de mexicanos. Las propuestas que hagan las candidatas, o por lo menos, de la que tiene permiso de hacer propuestas propias deben ser claras y puntales, a la altura de la dignidad de los mexicanos y de los migrantes. 

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