Diferencia entre buenos y malos jefes

No hay jefes perfectos, pero si existen ciertos rasgos y actitudes que, de tenerlos, te harán el mejor de los jefes posible. La revista Forbes publicó algunas diferencias entre buenos y malos jefes, la mayoría de ellas relacionadas con la confianza en sí mismos y en sus empleados. Veamos algunas de ellas:

Los buenos jefes no dudan de la buena voluntad de sus empleados. Un mal jefe piensa en la mala intención de los trabajadores, para él todos son sospechosos y enseguida culpa y castiga. Un buen jefe se detiene a analizar el problema y escucha a su empleado.

Los buenos jefes dan pie a materializar las ideas de sus empleados. Cuando alguien tiene una buena idea, ellos tratan de llevarla a cabo, teniendo en cuenta la pasión del trabajador y eliminando obstáculos. Un mal jefe hace oídos sordos y no se complica la vida.

Los buenos jefes no se preocupan por nimiedades. No le reclamarán a un empleado por llegar cinco minutos tarde, valoran que ayer se quedó media hora más para terminar un proyecto. Un mal jefe hace un mundo de cualquier cosa, y reprende al empleado inmediatamente.

Los buenos jefes confían en sus empleados. Están seguros de sí mismos y de las personas a las que han contratado, por eso no tienen reparo a la hora de delegar tareas. Un mal jefe está encima de sus empleados supervisándolos constantemente porque no confía en ellos.

Los buenos jefes dicen las cosas como son. Por duras que sean las noticias, ellos no las minimizan, y mucho menos las ocultan. Los malos jefes no saben comunicar con eficacia y por eso rehúyen a los empleados o los enfrentan de mala manera.

El buen jefe actúa como un entrenador que dirige así a su equipo: 

  • Transmite objetivos comunes y un estilo claro que da identidad.
  • Escucha a cada uno de los jugadores y se asegura de que entienden el funcionamiento del sistema. Aprovecha las virtudes individuales para el juego colectivo.
  • Actúa de juez ante cualquier conflicto que se desata en el grupo y procura que no salga del vestidor.
  • Cuando uno de los jugadores es irrecuperable y afecta el rendimiento general, lo aparta para que no intoxique el tono general del equipo.

Pregúntate muy sinceramente: ¿eres un mal o un buen jefe?, ¿tienes a alguien como jefe que apoya o más bien aleja?  La diferencia es mucha y los resultados totalmente contrarios.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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