La señora Sheinbaum se ha puesto en ‘modo Peje’. Anda violenta y con ganas de pelea. No parece ser su fuerte la parte agresiva del discurso, pero todo indica que lo quiere ensayar. Como ha mostrado desde hace meses, ella lo que desea es enseñar que se parece mucho a su jefe. Hubo un tiempo en que intentaba hablar lento, en abonos, como lo hace el presidente. El resultado fue patético.
No sabemos qué piensa la señora Claudia, pero puede estar segura de que, de cualquier forma que gane, no la tendrá sencilla. Este lunes Ana María Olabuenaga, analista de la comunicación pública, escribió sobre una de las carencias de la candidata del Partido Verde (El capital afectivo que le queda al Presidente, Milenio 19/02/24). Olabuenaga menciona el importante “capital afectivo” con que cuenta el mandatario y asegura que no es cualquier cosa y que le permite sortear problemas de manera sorprendente. Algo que va más allá de la popularidad. Es el efecto generado por la carrera personal, el reconocimiento al esfuerzo o simplemente el afecto mismo. El presidente tiene suficiente capital afectivo para gastárselo como quiera, “Claudia no tiene ni un centavo”, concluye la analista.
La reacción virulenta de Claudia Sheinbaum en contra de un grupo de mexicanos que se manifestaba en la plaza mayor de la CDMX, tachándolos de hipócritas, no es un buen augurio de los días que tendremos en campaña, independientemente de que ella se ve mal y se oye peor lanzando insultos y calificativos a un sector que, si le sale bien su proyecto, tendría que gobernar.
Más allá de la actitud pendenciera de la señora, ella debería tomar nota de algunas cosas que deja la marcha de los “hipócritas” del domingo. Una es que su capital afectivo es casi nulo en la ciudad que gobernó hasta hace unos meses. Otra cosa a tomar en cuenta es que, por lo menos en la CDMX, salieron decenas de miles que no votarán por su causa ni por su candidata, Clara Brugada. Es obvio que están en problemas. Si Sheinbaum va a comenzar su campaña en el Zócalo capitalino, tal y como lo anunció, pues ya no será gran éxito llenar la plaza. En realidad, el Zócalo lleno tiene unos meses que dejó de ser patrimonio de las huestes de izquierda y forma parte de la Marea Rosa.
El ‘modo Peje’ todos lo conocemos y parece fácil de implementar, pero no es así. No basta insultar y descalificar, ponerse como energúmeno, decir disparates y necear hasta el cansancio, es un conjunto de todo eso mezclado con mala fe, resentimiento y miseria moral y llevado a cabo con una consistencia notable durante años. No es fácil.
Es probable que la candidata del Verde Ecologista y de Morena tenga claro que ella no es AMLO, aunque no sepa cómo transmitirlo. El liderazgo de López Obrador es su trampolín, su plataforma, pero también puede ser su lápida.
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