Al parecer esta fue la semana de México en El Vaticano. Hasta allá fueron nuestras candidatas Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum. La semana pasada estuvo con el pontífice el flamante presidente de Argentina, Javier Milei, y sostuvieron una conversación, imagino, muy esperada en el país de origen de Francisco.
Como es conocido, cuando era candidato a la Presidencia de Argentina, Milei no se ahorraba epítetos contra su paisano que es el líder del catolicismo mundial. Lo acusó de tener afinidades con dictadores como Castro y Maduro y de ser “un jesuita que promueve el comunismo”, “un representante del maligno en la Tierra” y ser “un personaje impresentable y nefasto”. Se entiende: ganar las elecciones es una cosa muy diferente que estar rompiéndose el queso en la competencia. Y una foto con el Papa la quiere cualquier jefe de Estado y mucho más un candidato. Así pues, Claudia y Xóchitl se reunieron con el Papa.
No deja de ser una interesante jugada del Vaticano. Recibió primero a Xóchitl Gálvez, la candidata de la oposición. Las oficinas vaticanas solicitaron a la campaña xochilista embargar la foto hasta un día después. Iban a recibir a Claudia y querían que las imágenes salieran el mismo día. El asunto está en que recibieron a las candidatas sin problema alguno, le dieron a cada una su foto y ambas se fueron felices. Qué bien. Atrás queda la boca suelta de López Obrador que en su mente enferma exigía disculpas de la Iglesia católica. Ya fue su alumna a su foto con el Papa. Y es que así son las cosas con la Iglesia, sus plazos no son de este mundo y nuestro Presidente, siempre tan cerril, cree que todo el mundo es del PRI o del PAN.
Hay que decir que Xóchitl ganó esta jugada y lo hizo muy bien. No es que esto le vaya a dar muchos puntos, sino que habla de que su organización ya funciona, que tienen sentido de planeación y que en esta supieron apostar y salir adelante. Sin duda fue una sorpresa la noticia de esa reunión. Xóchitl ha manifestado su alegría ante la reunión que tuvo con quien es el líder de la religión que profesa y que es parte innegable del país que quiere gobernar. Como católica, Xóchitl tiene claro el significado de poder saludar y conversar con alguien como Francisco.
Claudia también está muy contenta con su foto. No es poca cosa. Ya tiene algo que presumir con su nieto, o quizá con su marido, porque con sus amigos va a estar difícil porque ella y los suyos siempre se han ufanado de no creer ni en Dios, ni en la Iglesia, ni en el Papa, se regodean en una suerte de jacobinismo trasnochado y solamente creen en López Obrador. Pero, bueno, seguramente ya se dio un quemón por aquellas tierras porque dijo que será una hora inolvidable en su vida. Se entiende. Después de estar horas interminables oyendo los delirios del orate de Macuspana, pues una hora con alguien que transmite paz espiritual y de conversación inteligente seguramente lo recordará toda la vida.
Muchos critican los bandazos de Claudia al ir expresamente al Vaticano como si fuera una creyente devota. No lo es. Pero es una política y pocas cosas tan políticas en este mundo como la Iglesia.
Cada quien su foto. En eso arrancan parejas.
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