Emiliano Zapata es una de las principales figuras de la Revolución Mexicana. Este 10 de abril se cumplen cien años de su trágico fallecimiento producto de una traición del coronel Jesús Guajardo.
Emiliano Zapata nació en San Miguel de Anenecuilco en 1879 y fue el noveno de diez hijos, de los cuales sólo sobrevivieron 4. Él y sus hermanos vivieron en el seno de una familia pobre campesina y cuando Emiliano tenía trece años quedaron huérfanos.
Lo que alcanzaron a heredar fueron muy pocas pertenencias, Eufemio, Emiliano, María de Jesús y María de la Luz tuvieron que abrirse paso en el mundo. Afortunadamente, al paso del tiempo Emiliano destacó como un gran jinete por lo que las haciendas de la zona pugnaban por contar con sus servicios.
Corrían los años finales de la dictadura de Porfirio Díaz. En Morelos no se habían acallado del todo las consecuencias de la ley de desamortización de bienes civiles y eclesiásticos, que había convertido a pueblos enteros en propiedad de las haciendas, bajo la égida de las conocidas compañías deslindadoras. En 1909, Zapata fue elegido por los pobladores de Anenecuilco, en una reunión secreta, como nuevo presidente del concejo municipal, lo que le sirvió para tener una nueva visión del mundo.
Por muy poco tiempo se enroló en el Ejército; después obtuvo una licencia y tras otra corta temporada en la milicia volvió a su natal Anenecuilco. La comunidad estaba en litigio con la Hacienda de El Hospital al inicio de la revolución en 1910, pero Zapata tomó dicha hacienda lo que prácticamente inauguraría su carrera como revolucionario.
El presidente Díaz se lanzó en 1910 a una nueva reelección en tanto que Francisco I. Madero quien había presentado su candidatura se fugó de prisión hacia Estados Unidos, con el resultado de una victoria del general Díaz. Ante tales hechos Madero lanzó el Plan de San Luis llamando a la lucha armada para el 20 de noviembre de ese mismo año y en el que se prometía la restitución de las tierras a las comunidades que habían sido despojadas durante el periodo de casi 30 años del porfiriato.
Zapata no se unió inmediatamente al llamado de Madero hasta que Pablo Torres, quien dirigía el levantamiento revolucionario del levantamiento en Morelos, lo nombra coronel y tras la muerte de Torres fue designado como “jefe supremo del movimiento revolucionario del sur”.
La conflagración contra el dictador solo duró seis meses hasta que Porfirio Díaz decidió dejar la presidencia en manos de León de la Barra y exiliarse en Francia.
Más tarde el caudillo se enfrentó con el presidente Madero porque sus promesas de reparto agrario, su principal demanda, no fueron resueltas con la presteza esperada. Además, Madero exigía el desarme los revolucionarios que lo habían apoyado. A finales de 1911, a pocas semanas de que Madero tomara posesión, Zapata lanzó el Plan de Ayala contra éste.
Luego de la traición a Madero, que terminó con el fusilamiento del presidente junto a José María Pino Suarez, el general Victoriano Huerta asumió el poder y la guerrilla revolucionaria se prolongó.
Huerta atacó a Zapata en Morelos, pero éste consolidó su posición en el estado. Carranza, jefe del Ejército Constitucionalista y gobernador de Coahuila, con el apoyo de Francisco Villa, vencieron a Huerta; pero las disputas entre las diferentes facciones continuaron.
Poco después Villa y Zapata se enfrentaron con Carranza, quien ya como presidente de la República designó al general Álvaro Obregón para que combatiera a Villa, quien fue derrotado en 1915. Posteriormente, el presidente concentró sus esfuerzos contra Zapata para ocasionarle una derrota en 1916 en su bastión de Morelos.
No obstante, Emiliano Zapata recuperó el estado en 1917, pero Venustiano Carranza diseñó un plan para ejecutarlo. El coronel Guajardo fingió traicionar al gobierno y citando al revolucionario en la hacienda de Chinameca dio muerte a Emiliano Zapata.
A 100 años de su muerte
De acuerdo con la opinión de la historiadora Carmen Alvarado, quien ha estudiado a profundidad la historia del Caudillo del Sur, Zapata nunca abandonó sus ideas de reparto agrario para los campesinos y de cuidado de los pueblos indígenas.
Alvarado señaló que primero gestionó estos derechos ante Porfirio Díaz, quien nunca le hizo caso y una vez iniciada la lucha armada ni Madero, ni Carranza le cumplieron en lo relativo a la reforma agraria y aunque Madero sí expropió algunas haciendas en Morelos no fueron suficientes.
El conflicto entre Carranza y Zapata tuvo la característica de que mientras el Caudillo del Sur estaba ya desesperado por el entrega de las tierras y por la lucha con quien alcanzaba el poder, Carranza se preocupaba por la legalidad y aunque sí contempló una reforma agraria, sus tiempos dependían de los procesos legislativos y burocráticos. Este encono fue el que a la postre le llevó a ser asesinado.
Alvarado consideró que Zapata jamás renunció a sus ideales y que no consiguió más para los campesinos porque su lucha fue muy local, solo en Morelos y sus alrededores.
Opinó que su figura trascendió “por todas las ideas de justicia social de defensa de los pueblos indígenas y la de defensa de los derechos a la tierra de los campesinos, las cuales son ideas universales”.
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