Erradicar la obesidad infantil no es cosa fácil, pues necesitamos cambiar hábitos y costumbres alimenticias.
Menos calorías y más ejercicio dicen los expertos. Qué sencillo se escucha y qué difícil es llevarlo a cabo. Tenemos un grave problema de obesidad infantil en nuestro país y es algo que como padres de familia debemos de revertir.
¡Hay estudios que confirman que un porcentaje de bebés ya ingieren más energía de la recomendada durante su primer año de vida! Imagina esto, primer año de vida. Y la situación empeora conforme crece y se incorpora a la mesa familiar, ya que aparecen los refrescos y dulces, y disminuyen las frutas y verduras.
El niño sigue creciendo, disminuye su actividad física y aumenta el sedentarismo, ligado al bombardeo de mensajes publicitarios de alimentos no saludables y el tiempo dedicado a la tecnología.
Reconozco que se han llevado a cabo muchos esfuerzos: una mayor concientización en las escuelas, empresas y gobiernos sobre la promoción de estilo de vida más saludables y activos.
Pero, a fin de cuentas, donde nuestros hijos hacen dos o las tres comidas del día es en nuestros hogares, de donde sale lo que llevan al colegio es de nuestras casas; los hábitos y costumbres alimenticias se viven en la familia.
Antes, el problema de la obesidad era un problema exclusivo de los adultos, pero su incidencia entre la población infantil es cada vez mayor en todo el mundo. Se calcula que el 26% de los niños en edad escolar en nuestro país tiene sobrepeso.
Los malos hábitos de alimentación adquiridos durante la infancia pueden llevar al niño a sufrir sobrepeso u obesidad con consecuencias preocupantes en la edad adulta, principalmente para su salud.
Las consecuencias de la obesidad infantil, fruto de la acumulación de grasa en el organismo son tanto físicas como psicológicas.
Algunas de estas consecuencias en los niños son:
– Problemas con los huesos y articulaciones
– Dificultades para desarrollar algún deporte u otro ejercicio físico debido a la dificultad para respirar y al cansancio.
– Alteraciones en el sueño
– Madurez prematura. Las niñas obesas pueden entrar antes en la pubertad y tener ciclos menstruales irregulares.
– Hipertensión, colesterol y enfermedades cardiovasculares
– Disturbios hepáticos
– Desánimo, cansancio, depresión, decaimiento
– Baja autoestima, asilamiento social, discriminación. Muchos de estos niños son marginados por el aspecto que tienen y puede llevarlos a trastornos como la anorexia, la bulimia, la depresión y llevarlos a tener hábitos extremos como el consumo de drogas y otras sustancias nocivas.
– Problemas cutáneos
– Ocurrencia de diabetes.
Según los expertos, la obesidad cuando se manifiesta en la infancia y persiste en la adolescencia, y no se trata a tiempo, probablemente se arrastrará hasta la edad adulta.
¿Te das cuenta la cantidad de consecuencias que podemos evitarles a nuestros hijos con una alimentación sana y balanceada?
Comparto un decálogo anti obesidad elaborado por la española nutricionista y docente Julia Basulto. Algunos de ellos ya se han implementado en nuestro país, otros aún faltan:
- Incorporar al dietista nutricionista al Sistema Público de Salud.
- Incorporar obligatoriamente una advertencia de salud en las bebidas azucaradas y alcohólicas.
- Prohibir la publicidad de alimentos malsanos dirigidos a niños. Hay estudios que han concluido que hasta uno de cada tres niños no tendría sobrepeso si se aplicara esta medida.
- Menos sal en los alimentos procesados.
- Impuestos a las bebidas azucaradas, siguiendo las directrices de la OMS.
- Que la publicidad de la industria alimentaria se ligue a políticas nutricionales.
- Incentivar una buena educación nutricional en las escuelas para reducir el consumo de bebidas azucaradas, alimentos procesados y fomentar la actividad física.
- Cumplir las leyes de seguridad alimentaria.
- Invertir más en prevención.
- Impulsar el ejercicio físico y desincentivar el sedentarismo.
Recuerda, que en la realidad nuestros hijos hacen dos o las tres comidas del día en nuestros hogares, lo que llevan a la escuela sale de nuestras casas; los hábitos y costumbres alimenticias se viven en la familia. Cuida su alimentación y evita que sean jóvenes o adultos obesos con todas sus consecuencias físicas y emocionales.
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