A un mes de comenzar este sexenio esta ñora comentó con un pequeño ñor (no su ñor, ese es un ñor muy grande), o sea, con un ñorcito que conocía desde hacía mucho que era un error insistir en que seríamos Venezuela y que lo que este país más bien necesitaba entender la importancia del equilibrio de poderes y de los órganos autónomos para defenderlos porque ahí estaría el ataque que nos debilitaría como país. Como no hay evidencia de esta conversación, pues nomás le queda a esta ñora el (inútil) consuelo de que no se equivocó en su diagnóstico.
Esta ñora sí admite que el ataque fue bastante más lento y sutil de lo que esperaba porque con la fuerza que el afirmé-que-todos-los-grandes-negocios-de-un-sexenio-se-hacían-con-aval-de-presidente-pero-como-sigo-de-eterno-candidato-no-aplica-para-mis-hijos tenía al inicio de su mandato pudo haber arrasado con todo, pero quizá porque es flojito decidió aplicar la misma estrategia nomás aflojarles los tornillos: evitando que tengan todos sus miembros, dándoles menos presupuesto, poniendo a incondicionales, etc.
En algunos casos su estrategia funcionó y la mención de honor se la lleva la Piedra, la piedra que llevó a la presidencia de la Comisión Nacional de Derechos Humanos a mordidas (no de ella, porque es piedra sino de la Citlali). La mencionada ahora declara que apoya la desaparición de la Comisión, que porque “ya no responde a las necesidades del pueblo”. Al parecer, al pueblo ya le dejaron de importar sus derechos humanos… Esta ñora no es que sea especialmente fan de la CNDH, y cree que no siempre ha sido el instrumento adecuado para defender los derechos humanos, sin embargo, cuando tenía autonomía sí traía en friega a los gobiernos y los gobiernos deben estar constantemente en friega porque se parecen más a los escuincles, perdón, a las bendiciones que a otra cosa. Los escuincles son capaces de esconder sus travesuras, igual que los gobiernos de cualquier color y necesitan que comisiones y claro ciudadanos los estén fregando para portarse bien.
O sea, esta ñora piensa que si la CNDH va a tener a una persona como la Piedra al frente, pues sí convendría ahorrarse esa lana (quizá quede por ahí algún pariente pobre del hay-tal-inseguridad-que-ya-ni-Macuspana-se-salva que todavía necesite hacer una empresa falsa para cobrarla), pero cuando recuperemos la normalidad, se debería revisar, como tantas cosas, cómo contar con organismos o mecanismos que permitan esa defensa y cómo elegir a su titular para que sea lo más imparcial posible.
Esta ñora declara que no entiende totalmente la función de muchos otros de los órganos autónomos que hoy están en la mira, porque como escribía la semana pasada muchos son muy especializados. Pero también sabe que algunos que tienen que ver con energía y regulación de la competencia para tratar de hacer un mercado más o menos justo y de pilón varios son requisitos para el T-MEC. Y ahí está el asunto central, le parecen innecesarios al voy-para-el-sexto-año-de-prometer-un-sistema-de-salud-mejor-que-el-de-Dinamarca puesto que en cabeza él es la medida de todas las cosas… en su cabeza piensa que hasta los termómetros son inútiles inventos neoliberales y con que pusiera la manita en la frente de la gente (ya no puede ir a ninguna parte, por cierto) podría dar su temperatura exacta.
Finalmente, la idea de que no haya tantos organismos autónomos (y de paso ya ni Suprema Corte), es por su profunda inseguridad y sus problemas para tener confianza que han sido más que evidentes en sus años de gobierno y así no hubiera batallado para encontrar a quién poner en ellos, es que sí es como el doctor Chapatín que quiere evitar la fatiga. Para cualquiera resulta claro, que el cuanto-gana-Loret-es-mi-escudo-defensor-porque-no-puedo-probar-que-se-equivoca no puede confiar en nadie que considere, aunque sea ligeramente superior a su inteligencia, porque cree que se le va a voltear; por lo tanto, todos los nombramientos, pero todos, deben salir del pequeño círculo donde se siente cómodo… y pues no hay tanta gente ahí, son los mismos de toda la vida y más sus familiares (siempre y cuando no parezcan muy capaces). La otra opción que ha tenido para todo lo demás es poner a militares porque ahí se puede evitar la fatiga de supervisar o de meter en cintura a cualquiera que se pase de listo porque los militares se ocupan de evitarle la molestia.
Y claro, pues ni de chiste va a combatir a los del crimen organizado porque aunque sea duro admitirlo, son mucho pero mucho más listos y pues mejor evitar la fatiga… Como ciudadanos no podemos evitarnos la fatiga y tenemos que trabajar mucho para que el Congreso quede equilibrado y logremos revisar cuáles órganos sí conviene desparecer y cuáles sí, que son varios, nos conviene cuidar mucho pero mucho.
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