Los cierres de precampaña fueron útiles para tener una aproximación de los que serán las candidatas y el candidato a la Presidencia. Xóchitl y Claudia, que ya llevan unos meses en el proselitismo, pudieron detallar un buen cierre de esta etapa. Cada una ha tenido tiempo para placearse, para diseñar y rediseñar sus campañas, delinear perfiles y afinar propuestas.
Por supuesto, el asunto no puede resultar muy balanceado para el candidato de Movimiento Ciudadano, pues acaba de empezar hace unos días. Es claro que Álvarez Máynez tiene un reto enorme no solamente por ser el único hombre compitiendo contra dos mujeres, sino también porque su candidatura es vista, hasta ahorita, como el resultado final de un proceso atropellado y confuso, que fue el lanzamiento de Samuel García. Por lo pronto, podemos decir que el candidato naranja –que apenas ayer fue nominado oficialmente por su partido– se mueve con facilidad en las entrevistas, tiene resortes para la polémica que dejan en claro por qué ha sido un legislador destacado. Seguramente tendrá una muy buena campaña de publicidad –algo en que se especializan los naranjas–, pero tendrá que encontrar los huecos para colarse en una elección cuyo dilema está lejos de ser viejos contra jóvenes. Todo está por verse en la campaña de Máynez.
Xóchitl Gálvez aprovechó, como ya lo hemos comentado en este espacio, el momento para lanzarse directo en contra de la señora Sheinbaum, retarla y, sí, provocarla con éxito. Además de poner los tres ejes de defensa de su campaña: la vida –entendida por el valor de la misma en un país que suma el millón de muertos en el lopezobradorato–, la verdad y la libertad. Xóchitl aprovechó el tiempo y sus eventos para dejar en claro que la etapa que viene de las campañas no será un día de campo para su oponente y, si continúa por la vía de profesionalizar su candidatura, puede sorprender.
El caso de Claudia Sheinbaum es diferente. Sostenida en un número de encuestas que la hacen ganadora de la elección en este momento, la señora parece haber apostado por no hacer nada que genere ruido, para bien o para mal. No quiere arriesgar lo más mínimo. Parece ser que continuará con esa triste figura, con la reafirmación del anticarisma en campaña. Es probable que Sheinbaum sea la peor candidata que hemos tenido –y miren que ahí está Josefina, que empezó en primer lugar en las elecciones del Edomex y terminó en cuarto–. Para reforzar el priismo que corre por las venas de Morena, Claudia no deja de hacer eventos de corte priista: siempre plazas grandes, estadios: busca la imagen de tener apoyo popular. La de Claudia es una campaña vieja, rancia. En el cierre en el Monumento a la Revolución se veía a la gente caminar, pasear de un lado a otro mientras ella hablaba. En eventos así es más importante lo que sucede alrededor que con la figura central. Por eso llamó la atención el merecido desprecio con el cual trataron a Zaldívar sin subirlo al templete, o la presencia de Marcelo Ebrard, que resultó más relevante que cualquier cosa que haya dicho la candidata. Por cierto, como está acostumbrada a no decir nada y está protegida por el Presidente, sus dichos van de lo inane al ridículo. No otra cosa se puede decir de un discurso en el que afirma que Morena “es el movimiento social y político más fuerte de todo el planeta”. El planeta, dice. Qué estupidez.
En fin, que ya tendremos momentos para dar seguimiento a las tres campañas. Por lo pronto, estos días seguirán estando movidos. No puede haber silencio si lo que está en juego es la Presidencia y el Congreso. Serán días de ruido.
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